Bono, inflación, devaluación, dolarización y la mentira oficial

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LA VOZ DEL INFOCIUDADANO


Por: Ángel Cacique

En periodos de aguda crisis económica y social, el subsidio directo, las transferencias directas de recursos monetarios representan para los sectores más vulnerables una extraordinaria ayuda para superar su angustiada situación. Ciertamente, superar las crecientes dificultades que se presentan para un sector sin las competencias y habilidades necesarias para acceder a dichos programas, es el primer reto.

Los sectores con más baja escolaridad, que generalmente están poco bancarizados y que además poseen un escaso dominio informático, son aquellos que más requieren la asistencia monetaria directa. Los pocos datos oficiales confiables aseguran que 18 millones de venezolanos entre 15 y 85 años poseen carnet de la patria. La poca accesibilidad a la data y registros que permitan verificar la certeza de dicha base de inscripción y control obligan a dar por cierta dicha información, pero evidentemente el Gobierno ha hecho importantes esfuerzos políticos y logísticos para ampliar su base de registro, fundamentalmente para cumplir sus objetivos electorales.

El esfuerzo realizado para hacer el registro debería ofrecer la información necesaria que permita diseñar programas y políticas de asistencia, formación y apoyo real que permitan que dichos ciudadanos superen progresiva y efectivamente su situación de minusvalía y dependencia.

La depreciación continua de los ingresos (salario mínimo y pensiones equivalentes a un dólar al mes) y el proceso de dolarización de facto de la economía venezolana, convirtieron la asignación de bonos (según el propio gobierno, asignan un promedio entre 3 y 5 dólares al mes) en un incentivo para no regresar al trabajo formal. Se gana más sin hacer nada y tiene menos costos quedarse en casa, y la excusa que les brinda la pandemia resultó la coartada perfecta. De un Estado frágil y burocratizado pasamos a un Estado en disolución, donde los funcionarios y la gestión pública son cada vez más ineficaces y corruptas. Para cualquier gestión pública, trámite administrativo y burocrático se requiere de la “grasa”, de la “vacuna”, la «ayuda solidaria» para que el mecanismo funcione. Los empleados públicos acuden a sus trabajos para practicar la operación rebusque y el martillo.

Para el gobierno, el bono alcanza su máxima eficacia política con los puntos rojos durante los procesos electorales, cuando se anuncia en cadena nacional el pago del beneficio por votar. De acuerdo con sus propios resultados electorales el número de votos, abultados, exagerados o no, nos indica que de un máximo de 20.526.978 inscritos el candidato oficial obtuvo  6.248.864 sufragios, lo cual representa un 30% del total de electores (igual proporción, 20 millones de electores, se espera el #6D).

Si estimamos que el gobierno otorga cinco dólares (lo cual no es cierto, pero admitamos como valida sus cifras) como promedio a cada persona que posee carnet de la patria y estos constituyen alrededor de 18 millones, siendo generosos, implicaría que en el mejor de los casos los gastos por esta vía representarán 90 millones de dólares mensuales, lo que al año totalizan alrededor de los 1.000 millones de dólares, que los expertos califican como el dinero inorgánico que alimenta la inflación, pero que en la práctica poco contribuye a mejorar la calidad de vida y la capacidad adquisitiva de la población, cuando el costo de la cesta mínima (básica y alimentaria) excede los 9 dólares  diarios y está entre 100 $ y 300 dólares mensuales.

Con base en estas cifras, ni el monto del salario mínimo, que es igual al de la pensión, representan un elemento significativo para resolver los problemas adquisitivos ni de consumo (cubrir la cesta básica). En la práctica los bonos son más ruido que sustancia y su peso en el volumen monetario (incremento de la liquidez) poco significativos.


ÁNGEL CACIQUE |

Caraqueño, extrabajador de la Alcaldía de Caracas. Integrante del grupo de InfoCiudadanos de El Pitazo.

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