Por: Leonor Carolina Suárez
Lo escuché de Servando Primera: “Venezuela es un país donde muchos tienen cédula y pocos identidad”. La respuesta apareció en una entrevista publicada en YouTube que parecía inofensiva, pero me estremeció con la violencia que solo tienen las verdades.
“Identidad…” Me quise sacudir el malestar de inmediato, pero fue imposible. Servando, el ídolo salsero/pop criollo de la generación de Salserín, daba una respuesta más representativa que una miss venezolana en cualquier certamen de belleza y repartía cuotas de responsabilidad más eficiente que una misión del gobierno.
Venezuela, la tierra de las inagotables reservas de petróleo y mujeres bellas, cuenta con pocos ciudadanos. Entendí así que ni mi número de cédula, ni votar decenas de veces, ni la misma banda de Miss Venezuela que porté a mis dieciocho años me habían dado esa identidad de la que hablaba Servando Primera. ¿Qué pasó?
Venezuela, la tierra de las inagotables reservas de petróleo y mujeres bellas, cuenta con pocos ciudadanos
En nuestro país, el dinero petrolero y la reputación de las coronas fueron por años suficientes para construir el discurso de la venezolanidad.
Así, creímos que los barriles y las reinas de belleza constituían características esenciales de nuestra identidad. Recién venimos a reclamar como propios bienes tan esenciales como la arepa o el tequeño al emigrar.
PDVSA nos dio más paseos en Miami que excursiones por el Orinoco. Y el Miss Venezuela más cirugías que autoestima. Y con esos ideales construimos la pasarela ideológica por la cual desfilaron por años estéticas y estilos extranjeros. La primera Miss Venezuela visiblemente mulata en este país mestizo ganó en 1998, ¿casualidad?
PDVSA nos dio más paseos en Miami que excursiones por el Orinoco. Y el Miss Venezuela más cirugías que autoestima
Admiramos, nos identificamos y compramos en dólares esos cánones ahora cada vez más caros. Hace rato se acabó el pan de piquito.
Los pueblos tienden a valorar lo bello, pero eligen expresiones propias y auténticas como reliquias en las que depositan su cultura. Creaciones eternas como la pasta en Italia, el taco, la ranchera y el arte indígena de México o el tango argentino. Y si nos venimos más acá en tiempo y espacio, encontramos a República Dominicana en el merengue, a Nueva York en el hip hop o la salsa y cómo negar que Colombia se autorescató con la cultura o que Puerto Rico se ha hecho global con el reggaeton.
Los venezolanos nos hemos equivocado. La pasarela petrolera no llevaba a ningún lado, caminamos bien vestidos y alborotados hacia el extravío histórico. Hablemos entonces de nuestra cultura.
Cómo negar que Colombia se autorescató con la cultura o que Puerto Rico se ha hecho global con el reggaeton
En País Pasarela, una columna de opinión semanal, buscaré analizar los productos artísticos de la cultura popular venezolana contemporánea para preguntarnos qué dicen estos de nuestros valores y por qué nos satisfacen, obsesionan, aborrecen o interpelan. Pero trataré de ir más allá.
No todos mis comentarios serán positivos, de hecho van a ser sobre todo incómodos. No por gusto sino porque si algo nos ha mostrado el dramático devenir de nuestra sociedad es que nos hemos extraviado. Y perdidos no necesitamos zalamerías, sino ver directamente la imagen que reflejan los espejos culturales.
País Pasarela no tratará de ser una Escuela de Nada, ya tenemos una muy exitosa en YouTube. Pero sí analizaremos a los influencers y sus programas que suman decenas de millones de vistas en internet apelando a la venezolanidad de la diáspora conectada digitalmente. Comentaré también el discurso de la calle desde expresiones como el freestyle hasta lo que esconde la respuesta de una Miss Venezuela sobre la vergüenza.
Mi nombre es Leonor Carolina Suarez y los invito a leernos cada sábado.
LEONOR CAROLINA SUÁREZ / Twiter: @LeonorSuarez / Instagram: leocarosuarez
Abogada. Licenciada Cum Laude en Derecho de la UCAB y máster en Comunicaciones de University of Florida. Cuenta con más de diez años de experiencia en periodismo digital y producción audiovisual.
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