No pretende este texto ser un comentario demográfico sobre el nivel de edad de los venezolanos, aunque el éxodo de siete millones seguramente tendrá su influencia en las estadísticas. El asunto de fondo es que Venezuela no termina de entrar en el siglo XXI y sigue atrapada en el hoy con los temas de ayer.
Por: Rixio Portillo
La misma discusión entre izquierda y derecha es anacrónica: seguimos discutiendo por ideologías del siglo XIX, y aunque suene a lavada de manos, más de uno se niega a aceptar que esto que vivimos es un fracaso estrepitoso de la izquierda en su versión criolla.
A esto se suma el fracaso sistemático de la oposición en estas largas décadas. Esa cuyos miembros han puesto por encima del país sus egos, sus intereses y sus protagonismos estériles, los cuales han servido de muy poco.
Un yo pecador por el pensamiento mágico
Los venezolanos deberíamos comenzar por hacer un ‘yo pecador’ al sucumbir a la tentación del pensamiento mágico del mesianismo. Pareciese que aún no hemos aprendido que no saldrá un héroe de entre las piedras, ni caído del cielo para sacarnos del atolladero. Eso no va a ocurrir.
En síntesis, hoy es necesario entender que la realidad real es superior a la idea, y con ello, asumir que no habrá salidas mágicas, que el problema no es de un lado del país, sino en todos los lados. Es necesario reconocer que, en el fondo, la pretensión arbitraria no solo está en algunos, sino en muchos que siguen aplicando la receta de la viveza criolla.
Ponerse en marcha, que hay mucho por hacer
El papa Francisco, en su homilía del primer día del año, hizo una invitación que fácilmente puede ser aplicada a la situación venezolana. “No podemos quedarnos inmóviles, no podemos permanecer esperando cómodamente a que las cosas mejoren. Hay que levantarse, aprovechar las oportunidades que nos da la gracia, ir, arriesgar”, exhortaba Francisco.
Es decir, recoger los pedazos que nos quedan de país y apostar para que al menos en lo personal haya un cambio de actitud ante la incertidumbre con la que iniciamos este y los años anteriores.
En ello el papa insiste: “Es necesario arriesgar. Hoy, al comienzo del año, en lugar de sentarnos a pensar y a esperar que las cosas cambien, nos vendría bien preguntarnos: “¿A quién voy a hacer el bien?”.
El imperioso llamado de hacer algo por Venezuela está más vigente que nunca: “Muchos (…) en la sociedad esperan el bien que tú y solo tú puedes hacer; esperan tu servicio”, invitaba el papa.
El devenir del país no podemos encargarlo a otros en el pasado ni en el futuro, sino a lo que nos ha tocado vivir en el hoy de una Venezuela herida. El llamado es a “ensuciarnos las manos para hacer el bien, a renunciar a tantos hábitos y comodidades para abrirnos a las novedades de Dios, que se encuentran en la humildad del servicio, en la valentía de hacernos cargo. ¡Pongámonos en marcha!”, concluía el papa.
RIXIO G. PORTILLO | @rixiogpr / Instagram: rixiogpr
Comunicador. Creador del blog Domus Ecclesia. Profesor de la Universidad de Monterrey.
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