Por Karina Monsalve
Existe suficiente evidencia de que aprender a gestionar nuestras emociones es fundamental para llevar una vida emocionalmente estable y satisfactoria en sus diferentes ámbitos. Vivimos bombardeados de noticias que alteran nuestro estado de ánimo, experimentamos constantemente situaciones de tensión que nos generan estrés, insomnio, mal humor, irritabilidad, tristeza, depresión, rabia, en fin, emociones que desequilibran nuestro funcionamiento emocional y nos pudieran llevar a actuar de manera inadecuada, tomar malas decisiones o culminar en un trastorno mental.
La psique humana vive en permanente conflicto, en una búsqueda constante de estar bien consigo mismo; de acallar las voces que destruyen nuestra autoestima y elevar las que nos permiten fortalecernos y salir airosos de las dificultades. Todos tenemos un lado oscuro que ensombrece nuestra personalidad y sale a flote en momentos de tensión e inseguridad. Aprender a reconocer nuestras emociones y ese lado oscuro de sí mismos nos permitirá tener mayor capacidad de control sobre estas, sobre todo en situaciones adversas.
Las emociones son importantes para el ejercicio de la razón. Entre lo que sentimos y pensamos, la emoción guía nuestras decisiones, trabajando con la mente racional y capacitando o incapacitando al pensamiento mismo. De tal manera que el cerebro y nuestras propias características de personalidad desempeñan un papel fundamental en nuestras emociones, sobre todo en aquellos momentos en los que las emociones se desbordan y el cerebro emocional asume por completo el control de la situación.
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En ocasiones tendemos a bloquear ciertos estados emocionales por lo desagradables que pueden ser esas sensaciones. Es allí cuando necesitamos aliarnos a nuestro lado bueno, a las emociones positivas que nos permitan salir de esa situación, enfrentarla o definirla; en vez de luchar contra ellas o tratar de eliminarlas. Hacer el ejercicio práctico de alimentar nuestras fortalezas, esas características de personalidad que nos definen en una situación de crisis, es lo que posibilitará el bienestar que necesitamos para funcionar en nuestro entorno.
La mayoría de las veces no podemos gestionar una emoción sino reconocemos cómo nos estamos sintiendo, por eso es importante poder hacer una apreciación y dar nombre a las propias emociones. Sólo la persona que sabe por qué siente y cómo se siente puede manejar sus emociones, moderarlas y ordenarlas de manera consciente.
Puede parecer que conocernos a nosotros es una tarea fácil y sencilla porque vivimos en una constante comunicación con nosotros mismos, en una especie de pensamiento rumiante, pero la verdad es que este acto es más complejo de lo que parece, ya que por lo general no nos escuchamos, no prestamos suficiente atención a nuestras necesidades, debilidades, cualidades, potencialidades.
Muchas veces no nos educan ni entrenan para conocernos, sino que vamos construyéndonos de acuerdo a cómo otros nos perciben; de allí la importancia de tejer un escudo emocional positivo que haga frente a las demandas internas y de una sociedad exigente desde todo punto de vista. Identificar, reconocer y nutrir nuestro lado bueno de la personalidad nos permitirá disminuir conflictos o complicaciones innecesarias y además transitar por las dificultades de la vida con mayor equilibrio y fluidez.
KARINA MONSALVE | TW @karinakarinammq IG @psic.ka.monsalve
Psicóloga clínica del Centro Médico Docente La Trinidad.
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