Acerca de la unidad e ideas de programa…

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Para generar cambios se deben desarrollar ideas que incluyan a todos | Foto: Keren Torres

La destrucción de Venezuela hace urgente salir de la dictadura. Hace que la unidad sea un asunto prioritario. Sin embargo, parece no haber avances al respecto. Espacios unitarios existen. Pero uno donde confluyan todos los sectores que se inscriben en la idea de salir de la dictadura no está presente. Sigue siendo una aspiración. Menos todavía se logran bases programáticas para cimentar la ansiada unidad.

Son tareas urgentes que parecen no encontrar el eco suficiente en quienes deben dejar a un lado cualquier cuestión por debajo del interés nacional de salir de la dictadura. 

Además, la cuestión programática parece un asunto que se perdió en la política venezolana. Sin embargo, guarda más vigencia que nunca. Sobre todo, cuando ya hay gente que, repitiendo a Eduardo Galeano, dice: debemos adivinar otro mundo posible. Pero no se trata de adivinar, aunque sí de soñar. Una Venezuela mejor es posible. Pero debemos dar muestras de cómo sería esa nueva Venezuela y cómo alcanzarla. Si nos atrevemos a brindar las pinceladas más generales al respecto seguramente despertaríamos mejores perspectivas en los venezolanos. Claro, siempre y cuando nos identifiquemos con sus sueños y aspiraciones.

Algo de historia

Nuestra historia ha contado con al menos dos grandes episodios donde este asunto ha servido para avanzar en una dirección tal, que ha permitido, al menos, alcanzar el objetivo inmediato planteado en cada caso. 

La Guerra Nacional de Independencia cuenta con dos capítulos muy interesantes al respecto. Cuestión bastante polémica en una historiografía tan llena de simplismos propios de una mitología forzada. En Bolívar y Miranda. Dos visiones, obra escrita por el doctor Giovanni Meza, se presenta la polémica en cuestión. Tan cruzada van a estar en ese transcurso que, ya iniciada la guerra, Miranda ofreció manumisión a los esclavos negros que se incorporaran a la gesta, fruto de ideas labradas en el marco de la revolución francesa. Cosa contraria al mantuanaje. Aunque resultaba fundamental atraer a los sectores subalternos, los mantuanos no podían dejar a un lado su condición de esclavistas. 

Hay que escarbar en lo que representó Boves, en esta perspectiva. Más allá del resentimiento, hay que ver el asunto político. Logró formar un ejército con una gran participación popular que dio al traste una y otra vez con las pretensiones patriotas, quienes quedaron diezmados. Fue Piar quien logra trascender positivamente al ejército de Boves, al lograr incorporar a sus tropas a los sectores populares, ahora dispuestos a defender la naciente república. Piar, habiendo contado con la formación que le brinda su incorporación a la conspiración de Gual y España; más adelante en la revolución haitiana; luego su alistamiento al ejército libertador bajo las órdenes de Miranda, logra plasmar ideas programáticas que aterraron a los mantuanos. No se trataba de envidia. Siendo general en jefe por aclamación de sus tropas, ratificado por Bolívar, ciertamente por su condición eran de esperarse los celos mantuanos. Pero lo fundamental radica en la idea revolucionaria de manumisión y reparto de tierras. Un prestigio militar y político bajo ideas avanzadas, debía ser truncado.

Con todo, deja algo positivo. A pesar de ser vilipendiado y fusilado degradación mediante, deja una impronta que es asumida en teoría y política por los independentistas. Se mantiene el ejército por él formado, heredado, para usar un eufemismo, por Bolívar y, en adelante, permite las victorias hasta el desalojo de los españoles. Triunfa un proyecto, pero se vale de algunas de las ideas de Miranda y Piar.

También la experiencia unitaria de 1957 debe ser tomada en consideración como referencia, ya en una época histórica en la cual, eso del programa no es fruto del desarrollo natural de la política y de la lucha de clases, sino de determinaciones subjetivas propias de las ciencias históricas. El programa pues, formulado de manera consciente. Dentro de la misma tradición del frente popular de España, se fragua la idea unitaria entre sectores diversos. De allí que resultan un tanto sencillos los elementos que configuran el programa asumido por los partidos democráticos en la lucha por el derrocamiento de la dictadura. Además de la unidad de acción, se forja la confluencia, en torno de la libertad de los presos políticos, regreso de los exiliados, libertad de prensa y condiciones para la democracia y los procesos electorales. Seguramente las cuestiones ideológicas y conceptuales les impedía ir por más. Pero fueron suficientes estos aspectos como para alcanzar una integración que rescató el proyecto democrático de entonces.

En las actuales condiciones, hacernos, apropiarnos de la perspectiva progresista motivaría un proceso unitario de grandes proporciones. Arrebatarla a los chavistas del discurso que usan como mampara, como engaño para seguir en sus tropelías y entrega de la soberanía a cambo de mantenerse en el poder.

Sin embargo, dadas las limitaciones y compromisos de la mayoría de factores políticos de la oposición, difícilmente se alcance una unidad que trascienda las ideas del 57.

Debates

Uno de los debates que se desprenden de la propuesta alternativa presentada como Plan País (PP), es acerca de la deuda pública como mecanismo para obtener dinero y comenzar la reconstrucción. Prevalece eso del sentido común entronizado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y los ideólogos a su servicio. 

El sobreendeudamiento público resulta un contrasentido en un país con una crisis crónica de grandes proporciones. La tragedia griega en literatura se queda corta frente a la moderna tragedia económica. La crisis helena no brinda mayores perspectivas de superación. Menos de alcanzar el desarrollo. Ya los chavistas en Venezuela hacen lo suyo a propósito de la deuda pública en general y la deuda que contrajeron con China. Buena parte del presupuesto se va en pago de deuda. Los recursos para honrar esos compromisos, tan fielmente cumplidos por el gobierno, bien pueden ser usados para invertir en la producción. Cómo será la cosa con más deuda.

Otro asunto es el de la privatización de Pdvsa y otras empresas del Estado. Bajo el dogma neoliberal de que la empresa privada gerencia mejor, según, por aquello de que es lo natural y que el Estado debe dedicarse a lo suyo, echan mano de esa herramienta como un acto de fe. Así, se busca entregar las empresas públicas al capital privado nacional e internacional. Ya el chavismo, por cierto, ha adelantado bastante en la materia. Eso tampoco luce buen remedio para la crisis venezolana. Esa fórmula neoliberal y fondomonetarista graves consecuencias ha traído a los países débiles que la han aplicado. El caso argentino resulta memorable. La empresa bandera argentina superó en su fracaso a Viasa, la empresa bandera venezolana. Con las automotrices francesas, entre muchas otras, se evidencia que eso de que las empresas estatales tienden al fracaso, resulta una gran mentira. Pero repetida mil veces piensan que se hará verdad. Qué decir si hablamos de las empresas del Estado en China.

La política social que se propugna en el PP es similar a la implantada durante décadas por el neoliberalismo. En vez de una política capaz de elevar las condiciones de reproducción de la familia venezolana, plantean atender la mengua de los pobres. Nada de lo cual estimula a los trabajadores y las familias pobres para acercarse a propuestas que no dicen nada de cómo atacar de raíz el hambre y la miseria. 

Con esta propuesta, buscar la unidad no es tarea fácil. No une a las grandes mayorías en torno de la oposición. Ni une a los sectores progresistas. No une el descontento chavista, que busca reivindicar cosas que consideran han sido traicionadas por el chavismo. Para nada resulta un programa con tinte ni por asomo, progresista. Tampoco nacional. Resulta prácticamente un contrasentido cuando hay cuestiones antagónicas con esas definiciones. Por ejemplo, los pilares del PP lucen antagónicos con una orientación progresista y nacional. No une. Fractura.

Venezuela demanda de un programa político capaz de sacarnos de la crisis y conducirnos al desarrollo. Una nueva democracia, donde se combine su ejercicio directo con la representatividad. Participación de la gente en la toma de decisiones en torno de los grandes problemas nacionales y del pueblo. Eso garantizaría la base política que nos permita echar los cimientos hasta alcanzar la revolución industrial, el desarrollo y el bienestar para la gente. Mientras, la diversificación del aparato productivo, garantizado un proceso de concentración de capitales muy amplio. Hacer verdad el lema de convertir a Venezuela en una fábrica de fabricantes. Trabajadores bien pagados y formados se encuentren con dueños de medios de producción, créditos baratos mediante, así como un mercado interno protegido. Las empresas del Estado alcanzarán la máxima eficacia, con el sustento que representa una nueva ética y moral en torno de la cosa pública. Una política petrolera y minera cuyo rendimiento se ponga al servicio de la concentración de capitales para el desarrollo de la economía diversificada. La soberanía agroalimentaria como resultados de una política de atención prioritaria al sector agrícola y pecuario, mediante créditos baratos y asistencia técnica.  Una política social que eleve las condiciones de reproducción de la fuerza de trabajo y de la ciudadanía en general.

Parece mucho pedir que todas las fuerzas democráticas asuman un programa tan sencillo pero capaz de echar las bases del desarrollo nacional.

Si apenas nos une la idea de salir de Maduro, pues, al menos en torno de eso podemos acordarnos. Un programa similar al del 57 del siglo pasado contra Pérez Jiménez. Libertad de los presos políticos, regreso de los exiliados, libertad de prensa, rescate de la democracia y condiciones electorales. Partiendo del principio de combinar las formas de lucha vigentes, levantar una plataforma de luchas, todo dentro de una estrategia rebelde cuyo objetivo es salir de la dictadura. Cerrado el camino electoral con la designación de un nuevo CNE por el TSJ de la dictadura, es urgente echar las bases de la unidad teniendo como sostén los aspectos antes indicados. En el transcurso, que cada propuesta programática sea presentada al colectivo para su sanción. Pero la unidad para alcanzar la democracia y sus condiciones sea lo principal. El objetivo: derrocar la dictadura.

CARLOS HERMOSO / @HermosoCarlosD

Economista y doctor en ciencias sociales. Profesor asociado de la Universidad Central de Venezuela. Dirigente político. 

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