Por Marco Hernández*
El primer artículo que publiqué en El Pitazo, Bachelet horrorizada por crímenes de Maduro, era la apreciación certera de un familiar de las víctimas del gobierno de Maduro que estuvo presente en la audiencia con Michelle Bachelet en Caracas. No obstante, sectores de la oposición se dedicaron a desacreditar el trabajo de Bachelet y su equipo. Lo hicieron los que ni siquiera tuvieron acceso a las reuniones, los que cómodamente opinan y quieren dirigir el país desde afuera.
El informe de Bachelet es simplemente la realidad de lo que ocurre en Venezuela, algunos dijeron que la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos vino a blanquear la dictadura de Maduro y ahora piden la intervención internacional y el cese de todo diálogo.
Esa ala radical de la oposición es la que mantiene a Maduro en el poder. Es la que impide la conformación de una unidad total, que agrupe a todos los sectores que luchan contra una cúpula corrupta que ha convertido el país más rico del mundo en el más pobre.
Esto de unidad total, suena a disco rayado pero es la única opción. María Corina Machado dijo: «Guaidó sólo no puede». Pero inmediatamente añadió: “Tenemos que pedir ayuda internacional”. Es cierto, Guaidó sólo no puede. Nadie sólo puede. Es hora que no sólo pidamos auxilio a otros países, sino que busquemos el concurso de todos los venezolanos, que la lucha contra Maduro no es sólo de un sector. Que entendamos que las mayorías no se decretan, se construyen con disciplina y trabajo. Que la disidencia chavista, los gremios y organizaciones sindicales tienen mucho que aportar. Lo que permitirá la reconciliación nacional es interpretar el momento histórico y el sacrificio de los venezolanos. Esa reconciliación nacional es el punto de partida para implementar la estrategia que nos conduzca al éxito.
La estrategia trazada por la oposición desde el 23 de enero: cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres, se sustentó en una salida por la vía del nocaut, como decimos los periodistas deportivos. Si bien es cierto que esta estrategia despertó a un pueblo que se encontraba sumido en un letargo, hoy en día ha derivado en una profunda frustración. Por esto, el ex-presidente español, Felipe González, le aconsejó a Juan Guaidó no señalar más día “D” u “horas H” que al no cumplirse generan desesperanza.
Las vías del nocaut:
1) Golpe de Estado. Una fuente militar me comenta que es la vía más difícil porque depende de una multiplicidad de factores. “Fíjate, Chávez pasó 10 años preparando un Golpe de Estado clásico. Tenía un liderazgo sólido en las FANB, sobre todo entre los comandantes. Su movimiento involucró a varios componentes y guarniciones del país y fracasó, muy a pesar del descontento del país con el gobierno de Carlos Andrés Pérez, tanto en el pueblo como en las Fuerzas Armadas. Detrás de esa derrota se quedaron hombres como: Padrino López, Jorge Luis García Carneiro, Felipe Acosta Carlez, Julio García Montoya, por nombrar algunos, que no salieron por el llamado de Chávez”. En este contexto, sin un líder legítimo en la FANB, sin articulación desde adentro de los componentes, sin el factor sorpresa, es imposible que esta eventualidad se llegue a dar, aunque Maduro no tenga el respaldo de la FANB.
2) Intervención militar extranjera: “Esto es puro deseo de un grupo trasnochado», continuó la fuente. «Ninguno de los mandatarios de la región, los cuales tienen niveles de apoyo en su población muy desfavorables van a lanzarse a una aventura que podría colapsar sus naciones en un desastre económico. Estados Unidos, pese a su disposición de deponer a Maduro, tampoco está ganada a la idea sin contar con el respaldo regional, por el costo político y económico que podría representar la resistencia en Venezuela”, aseguró la fuente.
¿Quiere decir esto que Maduro está consolidado en el poder? No, en absoluto. La lucha por el poder entre la corriente madurista y diosdadista, los niveles de corrupción e ineficiencia de los burócratas, más las firmes sanciones económicas de los Estados Unidos, hacen de Venezuela un país ingobernable, ese que describe Bachelet en su informe y que no aguanta más. Un país que sólo espera por una reconciliación de todas las fuerzas anti Maduro para unificar una sola agenda de lucha. Los que hace unos días acribillaron a Bachelet, son los que de una vez salieron a implosionar el diálogo que se estaba llevando a cabo en Noruega.
Por eso hay que recordarle a Guaidó que Nelson Mandela llevó a cabo las negociaciones con los líderes del gobierno del apartheid por fuera de su partido, el CNA, que se oponía. Y cuando parecía que Sudáfrica se perdía en la violencia desenfrenada, con crímenes tan dantescos como el del capitán Rafael Acosta, sus seguidores le pidieron que no hablara de paz, que les entregara AK. Mandela entonces dijo: “yo soy el líder, y mientras yo sea el líder van escuchar lo que sea mejor para el pueblo, aunque no sea lo que ustedes quieren oír. Nosotros no podemos ganar una lucha por las armas».
Pero somos mayoría, así que sí podemos ganar unas elecciones. Preparémonos entonces para la paz y para salir a votar. Todas las opciones están sobre la mesa, así lo ha dicho Guaidó. Podrán tener el monopolio de las armas y la violencia, pero no de la razón. Jamás podrán derrotar la firmeza de un pueblo representado en votos.
*Marco Hernández, fundador de la ONG Periodistas por la Verdad
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Twitter: @hmarcovalor