Por Néstor Valbuena, del Programa de formación de nuevos periodistas
El sistema de salud y la calidad de servicios, como la distribución de agua potable y el acceso a los productos de mantenimiento personal, fueron parte de los temas discutidos en el conversatorio “Cuido y valoro mi higiene menstrual”. Participaron cerca de 20 mujeres de la parroquia Guajira.
En esta primera charla de educación, las participantes mostraron interés en la gestión menstrual y en las acciones de cada una para alcanzar un buen cuidado. Además, aprendieron estrategias para compartir la inducción, en su propio lenguaje y contexto, con otras mujeres de comunidades vulnerables, ubicadas en esta zona fronteriza.
Por gestión o salud menstrual se entiende el manejo de productos y materiales limpios por parte de mujeres y adolescentes para absorber o recoger la sangre menstrual, que se deben cambiar en privado tantas veces como sea necesario durante los días de la menstruación, usando jabón y agua para lavar el cuerpo y con instalaciones para desechar los materiales usados.
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Este taller fue organizado por un grupo de activistas de la Red Constructora de Paz, con el objetivo de educar y enseñar a las mujeres la importancia del cuidado personal.
La idea de promover estos espacios con estudiantes de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL) y amas de casa, es fortalecer a la familia como el primer núcleo de información y formación para las adolescentes, en especial para las mujeres wayúu.
La salud menstrual en cifras
De acuerdo con el informe, la educación sexual es escasa y la pobreza menstrual elevada. Es decir, un gran número de mujeres tiene grandes dificultades para acceder a toallas sanitarias, tampones, copas u otros insumos para su gestión menstrual. De hecho, 40 % de las consultadas en el informe manifestó no tener acceso a estos productos.
En este encuentro, la activista por la salud íntima de las mujeres, Yorbely Gámez, dijo que hay muy poca salud personal o menstrual, por la cultura indígena (en este caso wayúu), por falta de conocimiento, por tabú, por falta de asistencia dentro del sistema de salud y por la baja calidad en los servicios de agua potable.
Esto se traduce en el hecho de que la salud de las mujeres en las zonas rurales de Guajira arroja indicadores muy bajos. Por ejemplo, Gámez asegura que, de acuerdo con información suministrada por médicos de la zona, 4 de cada 10 pacientes que asiste a consulta ginecológica es diagnosticada con cáncer de cuello uterino.