San Felipe.- En los últimos tres años, la economía informal se ha vuelto notoria en las calles y avenidas de los 14 municipios del estado Yaracuy, a pesar de un decreto emitido en 2009 por el actual gobernador, que prohibía la presencia de buhoneros en las vías públicas.
La orden, publicada en Gaceta Regional, solo fue acatada por los yaracuyanos por un par de años, hasta que la crisis económica obligó a muchos trabajadores a abandonar sus puestos para dedicarse a vender frutas, legumbres y cualquier otra mercancía, y así cubrir las necesidades del hogar o reunir dinero para irse del país.
En las calles y avenidas de San Felipe se puede observar a personas de diferentes edades vendiendo desde mamones hasta helados.
El Pitazo conoció que la necesidad de adquirir dinero en efectivo para viajar al extranjero es el principal motivo que mueve a los comerciantes informales a ejercer esa actividad.
Tal es el caso de Dario Vivas, quien desde hace dos meses se instala en la parada de autobús frente a la plaza Antonio José de Sucre, en el municipio Independencia, para vender toda clase de frutas.
Vivas, quien aspira a vivir con su familia en Santa Marta, Colombia, se levanta todos los días a las 4:00 am para salir con su carretilla llena de mangos, mamones y ciruelas con la esperanza de venderlas todas.
En igual situación se encuentra Rubén Heredia, de 25 años de edad, quien vende aguacates y maíz pilado en la avenida Libertador, frente a la plaza José Joaquín Veroes.
El joven, quien cursaba el segundo semestre de un grado de Técnico Superior Universitario en Informática, abandonó sus estudios por no contar con dinero para pagar la matrícula.
«Abandoné lo estudios porque tengo bajo mi responsabilidad dos hijas y una esposa que mantener, y mis sueños de querer trabajar en Yaracuy al Día en el área de mantenimiento de computadoras quedará solo en sueño, porque la realidad es que el dinero que ingresa a mi hogar no nos alcanza ni para comprar un cartón de huevos«, dijo.
Alfredo Salazar es docente y vive en el municipio Antonio José de Sucre. Se levanta de lunes a viernes a las 4:00 am para vender café y ponquesitos en la terminal de pasajeros antes de ingresar a su trabajo formal.
«Hago este sacrificio porque tengo hijos pequeños y un adolescente que estudia en la universidad y necesito dinero para cubrir sus gastos. Está situación es difícil, pero por los hijos uno hace sacrificios«, dijo.
Como Salazar, Martiza Bolívar también es docente y labora de lunes a jueves como profesora de Educación Física en una institución privada, mientras que los días viernes cambia de profesión para convertirse en buhonera y vender jugo, galletas y helados en el Mercado Municipal de Independencia. Dentro de los sueños que tiene esta madre soltera, está el de reunir dinero para enviar a sus hijos al extranjero.