Santa Bárbara de Zulia.- José, quien teme aportar su apellido, pernocta en una cola durante tres días al sur del estado Zulia, hasta que luego de la larga espera logra echar gasolina a su vehículo.
Al salir de allí indica que las largas colas para tanquear unidades motoras en el Sur del Lago obedecen a la reducción en el despacho desde el mes de diciembre.
Dijo que en la estación de servicio Aurora, en Santa Bárbara de Zulia, los conductores solo acceden a 40 litros diarios. Quienes integran el transporte público lo hacen un día por medio.
«Llega gasolina para 400 carros, pero solo tanquean la mitad», afirma, sin saber los litros que llegaron el fin de semana reciente. Este jueves llegó de nuevo otra gandola y el carburante se acabó en un santiamén.
Menciona que antes de agudizarse la escasez de gasoil y gasolina en el país, en el municipio Colón el despacho de Pdvsa llega cada tres días. En la parroquia El Moralito, la frecuencia suele ser de una semana, confirmó un transportista lechero de esa jurisdicción. Lo mismo ocurre en 4 Esquinas, parroquia Carlos Quevedo del municipio.
LEE TAMBIÉN
VENTA DE GASOLINA EN PIMPINAS SE HA EXTENDIDO POR TODA VENEZUELA
La situación más dramática la padecen los vecinos de las zonas fronterizas con Colombia. En esas poblaciones confirman que los despachos tardan hasta 15 días. Esto ocurre en Encontrados, El Guayabo, El Cruce y Casigua El Cubo. Es en estas zonas donde ante el difícil acceso al combustible, los productores y transportistas compran pimpinas que cancelan con pesos colombianos, moneda extranjera que rige parte de las actividades económicas en estas entidades de la subregión zuliana.
«En Santa Bárbara de Zulia, el cupo VIP cuesta 150 mil pesos. En otras zonas de frontera el litro puede costar hasta 5.000 pesos y todo esto lo conocen las autoridades policiales y militares», destacó un productor que omite su identidad por razones de seguridad.
Mientras, en las calles cercanas a las gasolineras José y sus amigos siguen sorteando cada tres días la inclemencia del sol, la tortuosa espera en sus unidades por las noches y desde allí también observan a los actores del negocio de la gasolina acaparada y vendida en dólares y pesos, aunque prefiere mantenerse al margen de las actividades ilícitas, porque el trabajo con el que mantiene a su esposa e hijos depende del transporte. «O echamos o nos morimos de hambre», refiere cuando se dispone a surtir de nuevo con gasolina su unidad.