Maracaibo.- El quinto apagón nacional le puso los pelos de punta a los zulianos. Cuando los marabinos se enteraron a las 4.40 de la tarde que la falla era general recordaron lo mal que la pasaron en marzo cuando durante el primer evento tuvieron al menos 120 horas consecutivas sin servicio.
Después de al menos 20 horas sin electricidad afirman que “la cuota más dura la lleva Zulia”. No solo hablan de la luz, sino de la falta de agua, de gasolina, de gas doméstico, de transporte, de efectivo. Hablan de las fallas en la salud y de la inseguridad.
Esto lo comenta Mariana Fernández, quien es educadora en Maracaibo. Lo mismo considera María Mercedes Molero, también profesora. “Desde Maracaibo, aunque ya un poco acostumbrados a estar a oscuras, no es nada fácil estar sin luz por el clima inclemente que tenemos. Sufrimos la más horrible situación desde hace cuatro meses y no vemos salida entre bajones y apagones la ciudad agoniza lentamente”.
Mónica Galué, quien junto con Fernández y Molero forman parte del grupo de Infociudadanos de El Pitazo enfatiza en su opinión, en que “las horas más oscuras del país se viven en el Zulia. El resto vive en condiciones muy diferentes esta tragedia. Lo que aquí se vive es inhumano”.
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Lo mismo consideran Leo Hurtado y María Luz González quienes trabajan como obreros en un colegio. “Esto ya no es vida”, dice Hurtado y González acota: “Aquí se salvó el que pudo comprar una planta”.
Todos responsabilizan al gobierno nacional y regional de lo que ocurre. Coinciden en que se trata de falta de inversión, “de desviación de recursos y de falta de mantenimiento. Incluso, de acuerdo con Fernández, “la ausencia del cobro del servicio como una medida populista”.
Ante este punto, Galué aporta: “La responsabilidad es del Gobierno que utiliza el caos como herramienta para cumplir su plan de la Patria. Nada es casual e improvisado, todo está medido y calculado para acabar con la población pensante y decente para quedarse con el reducto de quienes solo aspiran a una bolsa de comida y se resignan a vivir así”.
Comercio puertas abajo
En el centro de la ciudad el comercio formal no abrió. El centro comercial Ciudad Chinita mantuvo sus santamarías abajo. Aún está latente el mal recuerdo de los saqueos. En la avenida Bella Vista tampoco trabajaron, la mayoría decidió no prestar servicios por el apagón.
Pero el comercio informal en el centro de la ciudad si sacó sus mesas. Los buhoneros sacaron la comida, dulces y frutas para la venta. Poca gente y los pocos autobuses que prestan transporte público se mantuvieron estacionados.
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Las colas de la gasolina se mantuvieron igual de largas que los días anteriores. Quedarse sin combustible es otro de los temores.
Ya no mueve la calle
“¿Quién con un apagón encima tiene fuerza para protestar?”, se pregunta Tito Manzanilla, que está jubilado y vende rolineras en la esquina de su casa. Dice que ya no espera nada de nadie. “A mí ya no me pidan que vaya a votar, apoye a unos o a otros. Ya yo me cansé. Si no trabajo no como y esa es mi religión”.
“Ya no asistiré a las convocatorias de calle. En mi humilde opinión hago más patria tratando de seguir adelante con las obras de ayuda. Volveré a la calle, y lo dice alguien que ha estado en ella 19 años, cuando encuentre una convocatoria con un objetivo y una propuesta seria, salir a tomarnos una foto y demostrar que somos más, que es todo el país, ya en un disco rayado”, manifestó Manzanilla.
Mónica Galué piensa lo mismo. “Por mi parte cerré mi cuota de participación en la calle. Ya a estas alturas y sin objetivo claro me parece una burla al ciudadano y a lo que le temo es a perder lo poco que ya nos queda en las casas, al éxodo masivo que esto traerá una vez más y el daño en la moral y la psiquis del venezolano”, comentó Galué.