Coro.- A 102.7 kilómetros al noreste de Coro, capital de Falcón, arqueólogos y zoólogos de la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (Unefm) encontraron cerca de 60 geoglifos zoomorfos (figuras de animales) y fitomorfos (dibujos de árboles), de los cuales 17 fueron identificados utilizando imágenes satelitales y chequeos preliminares de campo que sugirieron ser dibujos similares a los descritos en Perú y Bolivia.
La información la dio a conocer a El Pitazo, este martes 2 de septiembre, el técnico en exploraciones arqueológicas jubilado de la Unefm, Felipe Torrealba, quien dijo que el hallazgo se hizo cuando investigaba, junto con un equipo de la Universidad Central de Venezuela (UCV), lo que suponía el lugar donde habría impactado un meteorito en la población de Pedregal, municipio Democracia.
Torrealba, jubilado del Centro de Investigaciones Antropológicas y Paleontológicas (Ciap) de la Unefm y asistente de campo por más de 25 años del doctor José María Cruxent, evidenció la presencia de una red de geoglifos en la zona noroccidental de Venezuela, localizados en los municipios Democracia, Dabajuro y Buchivacoa, en el occidente de Falcón.
En estos municipios se identificaron –según mencionó Torrealba-, al menos 17 geoglifos de líneas geométricas, con presencia de figuras zoomorfas y fitomorfas, sin presencia de figuras antropomorfas (humanas), que pudiesen haber sido realizados por antiguos pobladores de América. Su forma similar a otros geoglifos encontrados en Nazca, Palpa y en Titicaca en Perú y Bolivia los hacen especialmente importante para el proceso de investigación arqueológica de la Unefm y del país.
Explicó el especialista que los geoglifos son figuras dibujadas en laderas de cerros o en planicies, donde se usaron técnicas de adición de piedras con tonalidades oscuras de origen volcánico a manera de mosaico, o un proceso de decapado que consistía en quitar el extracto superficial del suelo para dejar expuesta las partes más claras y con menos oxidación. Otra era colocar piedras oscuras para dar forma a las figuras que representan, según mencionó, una solitaria expresión de la vida de los primeros pobladores de Venezuela.
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Los geoglifos más notables del mundo son los de Nasca en Perú, con 2000 años de antigüedad y declarados patrimonios culturales de la humanidad. En Venezuela solo se había reportado en el año 1948, un yacimiento de geoglifos en el estado Carabobo.
La investigación realizada por un equipo de arqueólogos, paleontólogos y estudiantes mostró interesantes geoglifos, uno cuya silueta conforma una figura en base a líneas geométricas, ubicado en una meseta aproximadamente a 700 metros de altura, cercano a la población de Pedregal, que se cubre con agua en épocas de lluvia.
El área ocupa una superficie de 5 a 18 hectáreas. El glifo tiene una longitud de 353 m de largo y 175 m de ancho. También fueron localizados hacia el occidente de Coro, informó Felipe Torrealba, geoglifos que representan una variedad de figuras zoomorfas como aves, mamíferos y reptiles.
Entre las más notables se encuentra un morrocoy, una cota o loro falconiano, un pez y figuras fitomorfas verticales que asemejan árboles.
Torrealba mencionó que, tal vez, estos fueron realizados por antiguos pobladores precolombinos y poseen características de las antiguas culturas de América del Sur que solo pueden ser visibles desde el espacio. Su acierto fue posible a través de una cuidadosa y detallada observación satelital, lo que sugiere que el paso a continuación –la expedición arqueológica-, requiere de la conformación de un equipo multidisciplinario y multiinstitucional para la verificación de su significado en el campo.
Junto a Felipe Torrealba, quien es además restaurador de bienes arqueológicos y paleontológicos, cooperaron en la excursión –costeada por ellos mismos-, la doctora Angela Martino y el doctor Alexis Arends, ambos zoólogos del Centro de Investigaciones de Ecología y Zonas Áridas (Cieza) de la Unefm, jóvenes investigadores voluntarios del Instituto Falconiano para la Investigación y Desarrollo de las Zonas Áridas y Costeras (Infalcosta) y la botánica Miriam Díaz; un equipo que enriqueció el análisis de estos descubrimientos.