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viernes, 29 marzo, 2024

El último adiós a Virgilio Jiménez fue entre lágrimas y carencias

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Barquisimeto.- El Estado no cubrió los gastos funerarios de Virgilio Jiménez, el preso político de 20 años que murió el 5 de febrero por una enfermedad intestinal que ha cobrado la vida de ocho reclusos en la cárcel de Uribana, localizada en Barquisimeto, estado Lara.

Virgilio pasó 15 meses en prisión, sin juicio ni audiencia, por participar en las manifestaciones contra Nicolás Maduro del año 2017. Sus seres queridos le dieron el último adiós la tarde del 8 de febrero entre lágrimas y carencias.

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Con donativos pagaron los gastos funerarios cuyo valor sobrepasó los Bs. S. 300.000. Cuando llegó el momento del entierro, en el Cementerio Municipal de Barquisimeto, no había cemento para sellar la urna. En su lugar, la cubrieron con tierra para evitar la profanación de los restos en el camposanto, situación que se presenta con frecuencia.

Condiciones inhumanas

Familiares responsabilizan a Maduro por la muerte del joven descrito como un «guerrero, luchador y de buenos sentimientos» que soñaba con estudiar ingeniería, no sin antes culminar sus estudios de bachillerato.

«Los guardias le sembraron bombas lacrimógenas y dos granadas, todo por querer sacar a este gobierno», relató su hermana Yoliana Uzcátegui. Los custodios le aseguraban que Virgilio estaba condenado a 30 años de prisión.

Virgilio Jiménez estudió hasta primer año de bachillerato. Era huérfano de madre. Foto: Cortesía Facebook Virgilio Jiménez

«Se enfermó y siempre que lo visitaba me decía que la comida era asquerosa, que tenía gusanos y patas de cucaracha, que el agua estaba contaminada», agregó.

Denunció que a su hermano le negaron la atención médica y fue enviado dos veces al hospital central de Barquisimeto cuando ya agonizaba.

Yoliana no encontró bolsas de sangre en el centro asistencial y por falta de recursos tardó en comprar los insumos que le solicitaban.

«Sin ningún temor digo que este gobierno dejó morir a mi hermano. Él no era un delincuente», reiteró.

Su padrastro, Wilfredo Jiménez, denunció que las condiciones de reclusión del joven eran inhumanas y como el resto de los privados de libertad, sufría maltratos de los custodios. «Ojalá no se quede esto impune», declaró.

Luego de la muerte de Virgilio, diputados de la Asamblea Nacional anunciaron sanciones para los funcionarios, jueces y fiscales que nieguen atención médica y medidas humanitarias a los presos comunes o políticos.

«Es altamente preocupante lo que está pasando. Son muchos los presos políticos que mueren en la cárcel», dijo la parlamentaria Delsa Solórzano al recordar otros fallecimientos como al concejal Fernando Albán o el deterioro de la salud de Juan Requesens, Lázaro Forero e Iván Simonovis. «Sino es una política de exterminio, es completamente intencional», advirtió.

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