Lara.- Los habitantes del municipio Palavecino, en el estado Lara, comenzaron a sufrir las consecuencias de la escasez de agua mucho antes del primer mega apagón nacional registrado el 7 de marzo.
El cronograma de abastecimiento interdiario había dejado de cumplirse y muchas comunidades de quejaban por pasar entre cuatro y cinco días sin el servicio. Cuando por fin llegaba, no tenía la suficiente presión para cubrir las necesidades de cada hogar: llenar los tanques aéreos, las pipas, lavar la ropa y limpiar la casa.
Tras el primer apagón, se cumplió la frase que la Hidrológica del estado Lara puso en práctica durante la gestión del exgobernador Henri Falcón: «sin luz, no hay agua».
Cuando se restableció el servicio eléctrico, entre los días lunes 11 y martes 12 de marzo, no ocurrió lo mismo con el abastecimiento de agua.

En el sector La Piedad, por ejemplo, la última vez que el líquido fluyó en las tuberías fue el jueves 7 de marzo. Desde esa fecha hasta ahora, sus habitantes como la gran mayoría de quienes viven en este municipio larense, deben arreglárselas para conseguir agua.
La salvación: la estación de bombeo
La estación de bombeo El Recreo, ubicada en el sector de ese mismo nombre, se ha convertido en la salvación para centenas de familias de la parroquia José Gregorio Bastidas.
Cada día decenas de familias acuden a este punto con cuatro y hasta diez botellones o bidones para abastecerse. La cola fluye. No transcurre más de media hora para obtener el preciado recurso natural.
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Allí se forman tres filas. El proceso para sacar agua es manual, mediante el uso de un tobo que es introducido al pozo, que está enganchado a un mecate.
En las otras dos filas se valen de una bomba para surtir por un lado, a los que hacen cola a pie y por el otro, a los que llenan sus pipas de mediano tamaño o botellones encima de camionetas o camiones.

Buscar y cargar agua se ha convertido en la tarea diaria de los habitantes de Palavecino. Se trata de una labor que deja consecuencias físicas en las personas y se suma a una larga lista de preocupaciones: ahorrar gas o buscar comida en un abasto con planta eléctrica, entre otras, que generan angustia y agotamiento.
Surtirse en La Campiña
En plena avenida Intercomunal, a la altura del sector La Campiña, también se observa a diario filas de unos 10 vehículos cuyos pasajeros aguardan para llenar botellones de plumas y mangueras cuya agua proviene de manantiales y otros afluentes naturales.
La crisis de agua es evidente en Palavecino, basta con recorrer sus principales vías y observar a las personas con carritos de mercado, carretillas y hasta coches de bebés, que ahora son utilizados para trasladar botellones con agua.
Con información de Mariángel Durán