Barquisimeto.- La salida del ambulatorio Pastor Oropeza de la iglesia Claret, ubicada en el este de Barquisimeto, la capital de Lara, desencadenó ataques y amenazas contra el párroco de la congregación, José Felipe Pinto, por parte de un grupo de personas identificadas como representantes del “poder popular”, señalaron tres fuentes consultadas por El Pitazo este lunes, 21 de febrero.
El padre José Felipe Pinto informó que la reubicación del ambulatorio Pastor Oropeza se espera desde el año 2019 por orden de un tribunal. La congregación de Misioneros Claretianos introdujo una demanda mucho antes para recuperar el área pastoral que cedieron en calidad de préstamo al centro de salud por un lapso de tres meses, pero el uso de las instalaciones se extendió por décadas.
El espacio donde funciona el ambulatorio no cuenta con baño, las paredes tienen filtraciones y la parroquia ha asumido las reparaciones que le competen a la Secretaría de Salud, precisó el sacerdote. Durante la pandemia por el COVID-19, la iglesia se ocupó del arreglo del tanque de agua y debieron comprar tuberías nuevas para el lugar después de un hurto, agregó.
El secretario de salud, Javier Cabrera, autorizó la reubicación del ambulatorio este lunes. El personal empezó con el traslado de los bienes con el respaldo de la iglesia. El ambulatorio Pastor Oropeza podría mudarse a un Centro Diagnóstico Integral (CDI) que está a menos de 500 metros de la iglesia para continuar con la atención de los vecinos de los sectores 23 de enero, Cruz Blanca y Nueva Segovia, explicaron dos vecinos entrevistados por El Pitazo. Además hay otros dos espacios de uso comunitario que podrían servir de sede, subrayaron.
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Pese al visto bueno de las autoridades sanitarias, el padre Pinto recibió amenazas de personas que se identifican como parte del poder popular por teléfono y a las puertas de la casa parroquial el pasado fin de semana.
“Hay pánico en la feligresía (por los señalamientos). Estamos en oración para que reine un buen ambiente, que esto transcurra en santa paz”, sostuvo el padre.
El Pitazo tuvo acceso a las notas de voz enviadas por un presunto dirigente social en las cuales advierte al párroco que tuvo el apoyo de la Secretaría de Salud, pero no del poder popular. “La pelea no termina aquí (…) nosotros vamos también por lo nuestro… Voy saliendo para Caracas esta noche con una documentación de lo que usted está haciendo. Lo declaran persona non grata en su comunidad”, dice otro de los mensajes. El autor de estos audios no reside en el sector, denunció el sacerdote.
“Nos hemos privado de esos espacios”
A la iglesia Claret asisten alrededor de 1.500 feligreses de cuatro comunidades aledañas y de otros sectores por su ubicación céntrica, explicó el padre. El ambulatorio funcionaba en el área pastoral, por lo tanto los grupos debían abrirse espacio en oficinas o el estacionamiento para la catequesis, formación bíblica, atención espiritual y otras actividades realizadas por los 25 movimientos pastorales que hacen vida dentro de la congregación.
“Durante muchos años nos hemos privado de esos espacios. Nos caracterizamos por ser una parroquia que garantiza el servicio social, de ayudar a los más necesitados y en esa tónica vamos a seguir. Nosotros teníamos aquí un departamento de psicología y se debió suspender (durante la cuarentena) por la falta de privacidad y de un lugar para recibir a los pacientes. Esperamos retomar este servicio”, anunció.
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Parecía un “pequeño consultorio”
El ambulatorio Pastor Oropeza es un ambulatorio urbano tipo II. Según las Normas sobre clasificación de establecimientos de atención médica en Venezuela, estos centros son atendidos por médicos generales con experiencia en salud pública y pueden contar con servicios de obstetricia, pediatría, laboratorio, radiología, odontología y emergencia permanente. El ambulatorio Pastor Oropeza no cumplía con estas características, aseguraron Armando Aguilar y Gustavo González, vecinos de la zona y miembros del Consejo Pastoral de la iglesia Claret.
Aguilar y González comentaron que el centro no tenía baños ni servicio de emergencias las 24 horas. El ambulatorio cerraba sus puertas de lunes a viernes después de las dos de la tarde y no abría los fines de semana; el tensiómetro servía ocasionalmente y no habían insumos ni medicamentos para asistir a un paciente, dijeron.
“El ambulatorio funcionaba como un pequeño consultorio. Cualquier persona de la comunidad iba a tomarse la tensión y los mandaban a la sucursal de Farmatodo que tenemos cerca. La semana pasada no había ni gasas para atender a un señor que tuvo un accidente laboral”, detalló Aguilar, quien acudió en varias oportunidades al ambulatorio por presentar crisis hipertensivas y terminó en la cadena de farmacias ubicada a pocas cuadras para comprar los medicamentos o medirse la tensión.
Para Aguilar y González, la reubicación del ambulatorio es una oportunidad para que la comunidad salga fortalecida. “Queremos que se nos dé un servicio digno en instalaciones apropiadas. El ambulatorio lamentablemente nunca ha tenido una sede propia y se mudó de un lugar a otro”, expresaron.