Punto Fijo.-Un fuerte olor a orine sorprende a los pocos viajeros que llegan al aeropuerto internacional Josefa Camejo, el único en Paraguaná y el principal puente entre Venezuela y las islas de las Antillas holandesas.
Paraguaná atraviesa un fuerte racionamiento por la falta de agua y el aeropuerto no queda de lado ante esta situación, dejando operativo solo un baño para los viajeros, a pesar de que la soledad se ha adueñado de cada espacio tras el cierre de frontera decretado el pasado 20 de febrero por órdenes presidenciales.
Este terminal llegó a movilizar unas 30.000 personas al año, principalmente en vuelos internacionales como trampolín para la salida de vuelos charters hacía Aruba, Bonaire y Curazao (islas ABC).
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En mayo de 2018, el aeropuerto volvió a intentar normalizar sus operaciones que habían sido afectadas por el hurto constante de las luces del balizaje durante el año 2017, que pudo ser solventada luego de dos años gracias a una inversión en dólares, a pesar de las acciones para lograr convertir este aeropuerto en uno de los principales del país, el cierre de frontera afectó gravemente sus operaciones al punto de que la mayoría de sus negocios han bajado las santamarías.
En un recorrido que se hizo por el lugar, se constató que en menos del 10% de las tiendas ofrecen sus servicios, debido a la falta de vuelos nacionales e internacionales que mejoren el flujo de personas por la terminal.
Actualmente, solo hay vuelos nacionales tres días a la semana y de resto el aeropuerto solo tiene a los trabajadores. Carmen Miquilena, estaba a punto de abordar un avión para Caracas y le molestó encontrar los baños colapsados y el aeropuerto con un olor putrefacto. “No es justo que esto esté sucediendo, esto es para que estuviera lleno de arubanos y españoles que les encanta Paraguaná. En otros tiempos este pequeño aeropuerto se quedaba diminuto para la cantidad de personas que entraban y salían de aquí”.