Caracas. Cuando abrieron el puesto en abril de este año los clientes debieron esperar más de media hora para llevarse a la boca una de sus arepas.
Aquello fue un desastre, contaron Katherine Rengifo y las hermanas Ana y Paola Fernández a The New York Times, al recordar sus inicios en Smorgasburg, el bazar culinario al aire libre que se monta una vez a la semana en Williamsburg, Brooklyn, Estados Unidos.
Pero sus tortas hechas de maíz gustaron mucho. “Sientes que tu mamá o tu abuela hacen estas arepas”, dijo al diario estadounidense Adrián Muñoz, un cliente venezolano que vive en Nueva York hace más de dos años.
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A la reina pepiada ninguna otra arepa la destrona de las mesas de Váyalo Cocina, el único puesto, entre 100, que ofrece comida venezolana en Smorgasburg.
Ahora, con el viento a su favor, las tres mujeres detrás de Váyalo Cocina, que llegaron a Estados Unidos en 2016, anuncian que pronto abrirán otro puesto al aire libre.
Aún más: Rengifo y las hermanas Fernández se proponen iniciar un negocio solo de entregas a domicilio.
Su ejemplo hace pensar que la ola migratoria venezolana sigue transformando el paisaje en el mundo, con una cosecha de dos caras que se convierte en noticia: la de los sinsabores de millones de personas que quieren alcanzar alguna frontera, en busca de la nueva tierra prometida, y la de la dicha de otros tantos que, como estas tres mujeres, constituyen el bastión donde se preserva y multiplica la arepa, plato representativo de la gastronomía criolla que sigue siendo la reina del desayuno.
De México a Perú
En México están acostumbrados a ver migrantes venezolanos que también dejan huella en el panorama gastronómico.
Es el caso de Yuselys Pérez Moreno, quien llegó a México a finales de 2017 junto con su esposo y sus dos hijos huyendo de la imparable inflación que empobrece a los venezolanos, entre otras razones.
Luego de un empecinado esfuerzo, en seis meses abrió El Point Vene, ubicado en la colonia San Pedro de Los Pinos, en ciudad de México, reseñó El Nacional.
La mayoría de la gente que acude a El Point Vene pide la reina pepiada, aunque Pérez Moreno asegura que hacen los mejores tequeños de la ciudad.
¿Más ejemplos de migrantes venezolanos que universalizan este alimento irremplazable de la mesa nacional? Pues dos parejas de venezolanos se proponen convertir a los peruanos en comedores de arepas y alimentar la gula de sus coterráneos a partir de este sábado 14 de septiembre con Doñabiga, un negocio ubicado en Lima.
El día es propicio: este sábado 14 de septiembre, por séptimo año consecutivo, comensales en más de 100 ciudades del planeta celebran el Día Mundial de la Arepa, bajo el lema #LaArepaNosUne
Y tres años después de su llegada a Perú, estos venezolanos abren las puertas de Doñabiga para servir este plato con acento inconfundiblemente venezolano.
«El nombre Doñabiga tiene su origen en mi abuela. Vive en Barinas. Queremos que al comer las arepas la gente se sienta en casa de su abuela», dijo a El Pitazo uno de los dueños.
Además de arepas, Doñabiga promete patacones, cachapas y tequeños.
Combinar con sabores locales
Gerson Briceño es prueba de que la arepa venezolana también entra en la mesa de los colombianos.
Huyó de Venezuela, donde dirigía un empresa de publicidad, después de que su esposa y su hija fueron víctimas de un secuestro.
Con semejantes recuerdos a la espalda, Briceño abrió primero un negocio de celulares y luego, en 2017, cuando lo invadió la nostalgia por la cuna natal, un puesto de arepas.
Hoy Arepas Café tiene ocho sucursales en Bogotá, contó Briceño a The Associated Press.
“Siempre extrañaba el sabor de la comida de mi tierra”, confesó Briceño.
Y para deleite de los colombianos, a los rellenos tradicionales suma sabores locales como la mayoría de los ingredientes de una bandeja paisa, un plato típico de Medellín que lleva huevo, frijoles rojos, carne, cerdo y plátano macho.
“¡Yo creo que nosotros no nos habíamos imaginado ver una bandeja paisa en la arepa!”, declaró a la agencia estadounidense la colombiana Martha Patricia Chaparro.
No cabe duda: aquí, allá o acullá, pareciera que nunca perderá la arepa ese sabor casero y familiar que tanto gusta, gracias ahora a los fogones que encienden los migrantes venezolanos en cualquier parte del mundo.
En dos platos: ¡Viva la arepa!, más aún si viene de la mano de la diáspora criolla.
Fuentes: The New York Times, The Associated Press y El Nacional