Caracas. «No se vengan, no se vengan, no se vengan por la selva (del Darién). Eso es horrible», repite una mujer exhausta, llorosa, casi en shock. Camina con dificultad, apoyada en un hombre más joven.
Es la migrante que protagoniza uno de los videos con los que el Gobierno de Panamá intenta hacer desistir a los caminantes de tomar la selva del Darién como una ruta para llegar a ese país del istmo centroamericano y luego seguir a la frontera de México con Estados Unidos.
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La mujer caminó entre animales, personas heridas, desmayadas; cuerpos de niños, algunos en descomposición. Afirma que le llevó cuatro días y medio llegar al lugar donde se sobrepone para continuar su camino. Puede presumirse que es Bajo Chiquito, un poblado panameño que está a las afueras de la selva del Darién.
“Nosotros duramos dos días sin comer (…) También había personas de entre los grupos que nos ayudaron. Pero es fuerte, no se lo deseo a nadie, no se vengan, no se vengan por la selva (del Darién), no se vengan”, suplica la mujer.
Cuenta, además, que otra mujer se resbaló de un precipicio y se partió la cabeza. “Se mató; la niña se quedó sola. Por allí deben andar. Es feo, no se vengan”, insiste en advertir de los peligros de la inhóspita selva, que vio con sus propios ojos.
«Las crecidas de los ríos dentro de la selva, los animales salvajes y tantos otros peligros que existen en la travesía se convierten para familias enteras en una trampa de muerte«, alerta Migración Panamá en otro video para emplazar a los caminantes a no adentrarse en esa frontera natural que comparte con Colombia: “¡Darién no es una ruta, es una jungla!”, se lee en el mensaje final.
Del robo a la violencia sexual en la selva del Darién
Las pandillas acechan también a los caminantes para quitarles todo. José Alberto, un venezolano que vivía en un barrio en los Valles del Tuy, estado Miranda, lo vivió en carne propia. “Uno está indefenso, agotado, extenuado y sin aliento, tanto así que no logras ni siquiera entender lo que está sucediendo. A pesar de que éramos más que los ladrones, nada se podía hacer frente a cinco armas de fuego”, dijo el hombre a El Pitazo. El robo sucedió el 10 de agosto.
Algunas mujeres salen de su travesía abusadas sexualmente por extorsionadores. Y hay quienes se enferman en el camino y son abandonados en la pantanosa selva. Limyuth Salazar Vílchez, zuliana de 32 años, corrió con suerte. No podía caminar más. La hija de la concejala de Maracaibo consiguió que la rescataran y la trasladaran de vuelta a Venezuela, reseñó El Pitazo.
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El Darién se ha convertido también en un cementerio. Nadie sabe a ciencia cierta cuántas personas mueren intentando cruzar el Tapón del Darién. El Gobierno panameño lleva el registro de las personas que salen de la selva, pero en Colombia no existe un conteo similar de las que entran.
Del 1 de enero al 28 de agosto, el número de venezolanos que cruzó la selva del Darién es 27 % mayor al que se registró durante todo el año 2022. Es decir, 190.889 pasaron en los primeros 8 meses de 2023 frente a 150.327 en 2022, de acuerdo con cifras de Migración Panamá.
Los venezolanos se convierten así en los principales caminantes de esta selvática ruta, seguidos de los ecuatorianos, haitianos y chinos. El crecimiento es insólito si se consideran las restricciones al derecho al asilo que impuso Estados Unidos en octubre de 2022, con el fin de frenar la migración irregular por rutas tan peligrosas como el Tapón del Darién.