Ciudad Guayana. Osmel Carrizo tenía unos 9 años cuando veía con sus hermanos La magia del cine, un programa transmitido en la televisión por cable que mostraba a los televidentes el detrás de cámaras de los grandes efectos visuales que se proyectaban en las pantallas.
“Yo creo que por ahí empieza la semillita”, comentó el merideño en entrevista con El Pitazo. Con sus hermanos, adivinaba qué efecto estaba hecho desde una computadora o si había sido elaborado con andamios.
Su infancia y parte de su vida las vivió en diferentes estados de Venezuela, hasta que llegó a Guatire, en el estado Miranda. Allí le tocaba levantarse a las 3:30 a.m. para ir a estudiar; a las 4:00 a.m. tomaba una camionetica, luego un autobús hasta Caracas y después otra camioneta para llegar al Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista (Inces), en el que se formaba.
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“Cambio un hijo artista por uno que trabaje”, recuerda que le decía su madre en broma, al verlo entregado a las computadoras y el Internet en un cyber, todavía muy nuevos para la época.
Sin embargo, su madre lo acompañaba y lo apoyaba, estaba con él en sus desvelos nocturnos, hasta que logró conseguir un pequeño lugar que, en realidad, era un depósito, al que se mudó para vivir en Caracas.
Osmel cuenta que pasaba muchas horas en cibercafés con un quemadito del programa “Maya” viendo y descubriendo tutoriales que poco a poco lo llevaron a sumergirse en un mundo del cual no había muchas referencias en Venezuela, pero que aun así logró crear su primera animación.
“Tenía que inventar y jurungar; yo pienso que la curiosidad es muy importante para aprender”, expresó.
Un viaje de ascensos y descensos
Entre tanto jurungar fue aprendiendo más del mundo de la animación y le llegaron sus primeras oportunidades. Fue al costear un problema de salud de su madre cuando se dio cuenta de que sí era posible un trabajo remunerado creando animaciones en una computadora.
Además, le daban material para su portafolio y sumaba experiencias, pero las oportunidades no duraban para siempre. Sin embargo, eso no lo desanimó.
“Las personas de orígenes humildes como nosotros, que no podemos contar con algún tipo de ayuda, sobre todo económica, no tenemos el privilegio de estar tranquilas y esperar que las cosas pasen”, manifestó.
Así que mientras seguía descubriendo cosas nuevas en el universo animado, Osmel Carrizo tuvo que trabajar trasladando instrumentos para conciertos o incluso en una oficina, en un cargo administrativo.
Fue con el dinero de este último empleo que se compró su primera computadora y, entre puertas que se abrían y otras que se cerraban, aprovechó su primera gran oportunidad fuera del país, en Ecuador.
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Entre conocidos o “el amigo de un amigo”, aplicó para trabajar con Carlos Baena, animador de Pixar.
Luego aplicó a una oferta de trabajo de Moving Picture Company y a través de una llamada el trato se cerró. Su portafolio les gustó y se mudó a Canadá, donde vive desde 2016.
Spider-Man: A través del Spider-Verso y Avatar 2 son las dos películas en las que Osmel Carrizo trabajó y con las que, como parte del equipo de efectos especiales, ha ganado el Óscar y un Globo de Oro.
También trabajó en equipo año y medio en El reino del planeta de los simios, uno de sus últimos proyectos, cuyo estreno mundial está previsto el 10 de mayo en el cine.
“Mi trabajo es ayudar a los personajes a que tengan piel, pelo, músculos, cabello, ropa…”, detalló sobre su trabajo en equipo.
—¿Son el Óscar y el Globo de Oro el tope de tu carrera?
Después de haber trabajado en dos películas que ganaron el Óscar (…) Yo pienso que todavía puedo hacer más (…) siempre tengo presente que debo seguir aprendiendo.
—¿Cómo es tu relación con Venezuela ahora?
Algo que yo quisiera hacer en Venezuela es ayudar a los chamos, que no saben qué hacer, ayudarlos a que vean lo que yo posteo y consideren si esto puede ser para ellos o no.
—¿Qué les aconsejarías a los jóvenes a quienes les llama la atención el mundo de la animación?
Que observen, que miren cosas en Internet, que sigan a personas en las redes sociales que hagan este tipo de cosas, que observen y practiquen (…) una de las cosas importantes en este trabajo es tener buen ojo, es poder ver algo y decir que puede estar mejor, y la única manera de lograrlo es viendo y siendo autocrítico.
Para Osmel Carrizo han sido un teclado y un mouse los instrumentos acompañantes en sus 16 años de carrera, en los que ha tenido la oportunidad de trabajar con directores como James Cameron.
Actualmente, trabaja en Canadá, desde donde se conecta con su computadora a otra en Nueva Zelanda y que le permiten seguir creando grandes historias en su posición de director técnico de criaturas en una de las agencias de mayor prestigio en el sector.
Mariannis Visaez / Programa de Formación de Nuevos Periodistas