Por Mardú Marrón y Rubén Vásquez
Caracas.- Todo lo que quieren es una vida digna. La frase resume las razones para emigrar a Brasil de Katherin Araque Montilla y Eylyn Malavé López. Ambas ingresaron con sus familias por Pacaraima, en Roraima, en la frontera con Venezuela, que se ha convertido en la principal puerta de entrada de la migración forzosa venezolana al coloso del sur.
Al llegar a Santa Elena de Uairén, en el estado Bolívar, cruzaron a pie la frontera. Araque debió hacer un maratónico viaje para llegar aquel 11 de noviembre de 2019 a Brasil. Nada menos que de más de 1.800 kilómetros por tierra. Salió de Carache, en Trujillo, donde nació hace 26 años. Cuenta que dentro de un autobús en el estado Bolívar fueron víctimas de un robo. “Perdimos absolutamente todo”, aseguró a El Pitazo.
En cambio, el de Malavé, de 25 años, fue un viaje más corto, pero tampoco exento de dificultades: salió de El Callao, en el estado Bolívar, para entrar a Brasil por una trocha en plena pandemia del COVID-19. La frontera estaba cerrada. Fue en diciembre de 2020.
Sin derecho a voto en las elecciones de este domingo 2 de octubre, al igual que el resto de los extranjeros, las venezolanas Araque y Malavé no dudan en afirmar, sin embargo, que si pudieran reelegirían a Jair Bolsonaro en la presidencia de Brasil, a pesar de que para las dos ha sido difícil el nuevo comienzo.
“Si yo pudiera votar, votaría por Bolsonaro, porque realmente ha sido el primer presidente que ha apoyado a los venezolanos (…) En mi caso, recibo una ayuda mensual de 600 reales llamado Auxilio Brasil (equivalente a 112,41 dólares) … Bolsonaro tendrá sus fallas, pero realmente ha apoyado mucho al emigrante venezolano”, señala la trujillana, al referirse al beneficio entregado a los pobres, independientemente de la nacionalidad, que reemplazó a Bolsa familia, la ayuda otorgada por Lula da Silva.
“Ha sido un presidente que nos ha ayudado”, coincide en afirmar la bolivarense. Un eventual triunfo de Lula da Silva la llena de temor: “No quisiera que la política de este país gire como la de mi país, porque sería una segunda Venezuela (…) En realidad, todos tenemos miedo de que gane el comunismo”.
Tanto es así que de ganar Lula da Silva se plantea la posibilidad de volver a emigrar. Brasil es el quinto mayor receptor de venezolanos en América Latina y el Caribe, de acuerdo con estimaciones de la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V). En agosto de 2022, el número de personas procedentes de Venezuela era 8 veces mayor que en 2018, al pasar de 43.948 a 358.412 en 4 años.
Bolsonaro: ¿del odio al amor por los migrantes?
En 2015, Jair Bolsonaro, entonces diputado, sostuvo en una entrevista concedida a un periódico local que los refugiados que llegaban a Brasil eran «la escoria del mundo«.
En un giro inesperado, abandonó el discurso criminalizador de los migrantes cuando asumió la Presidencia. Desde 2019, su gobierno ha reconocido como refugiados a un conjunto de venezolanos aplicando la definición ampliada de refugiado, prevista en la Declaración de Cartagena.
Así, el gobierno brasileño ha otorgado protección internacional, bajo procedimientos simplificados y acelerados, a cerca de 49.000 venezolanos hasta 2021, según cálculos de la Plataforma R4V; una decisión elogiada por la sociedad civil y organismos internacionales.
La cifra representa 25% del total de refugiados venezolanos reconocidos en el mundo. Sin embargo, Brasil es hoy el tercer país del mundo con el mayor número de solicitudes de la condición de refugiado todavía no resueltas, que superan las 85.000.
Venezuela y Brasil comparten una frontera de más de 2.000 kilómetros. Desde 2020, no hay relaciones diplomáticas entre los gobiernos de Nicolás Maduro y Jair Bolsonaro. El presidente brasileño no reconoce al gobernante venezolano como Presidente. Solo apoya a Juan Guaidó, cuyo gobierno interino mantiene abierta una embajada que tiene funciones limitadas. Sin embajadas ni consulados, venezolanos y brasileños en uno y otro país se sienten desprotegidos.
Barreras que superar en Brasil
A pesar de existir pocas barreras legales, pues Brasil garantiza el acceso universal a la educación, la atención médica y la protección social independientemente del estatus legal, los venezolanos siguen enfrentando obstáculos para acceder a programas de protección social y educación.
Es lo que revela una investigación del Banco Mundial (BM) realizada en 2021. «Los migrantes y refugiados venezolanos no mantienen el mismo grado escolar ni la ocupación laboral que tenían en su país de origen», expone el estudio Cómo mejorar la integración de los migrantes y refugiados venezolanos en Brasil.
Asimismo, destaca que es más probable que los niños venezolanos asistan a escuelas superpobladas en comparación con sus homólogos brasileños en las comunidades de acogida. En el caso de los adultos, la investigación determinó que suelen realizar trabajos inferiores que se caracterizan por ser temporales, recibir salarios más bajos y exigirles jornadas más largas.
«En general, los resultados indican que mejorar la capacidad escolar, acreditar la educación o títulos venezolanos y reubicar a los migrantes en lugares con oportunidades de empleo favorables podría facilitar una mayor integración», concluye el estudio.
Las venezolanas Katherin Araque y Eylyn Malavé reconocen las dificultades en adaptarse a una nueva sociedad y cultura. Aprender un nuevo idioma también ha sido un desafío. Pero para atrás ni para coger impulso, confiesan las mujeres.
Una venezolana vestida de coraje en Brasil
La trujillana vive en Cabo Frío, en el estado de Río de Janeiro. Fue a parar a esa ciudad turística gracias a la Operación Acogida, un programa del Gobierno brasileño que forma parte del llamado proceso de interiorización creado para responder a la creciente migración venezolana.
Consiste en reubicar, de manera voluntaria, a los migrantes que arriban a Roraima y Amazonas. El propósito es descongestionar esos estados fronterizos y darles más oportunidades de integración a los venezolanos.
Según cifras del Gobierno brasileño, 82.822 venezolanos han sido reubicados en diferentes estados a través de la estrategia de interiorización hasta agosto de 2022, 4 años después de su inicio en abril de 2018.
Araque emigró a Brasil con su esposo y su hijo, ahora de cinco años de edad. Su suegra ya residía en el país y fue quien la alentó a irse. La venezolana lleva adelante un salón de belleza especializado en peinados para novias: Katherin Penteados (@katherinpenteados).
«Me ha ido súper bien; ha sido un éxito, porque los peinados que estoy haciendo en este momento es muy difícil que otra persona los haga en Brasil. Aquí ves peinados simples y yo hago peinados más elaborados. Al público les gusta mucho», afirma.
El oficio, que aprendió en Venezuela, la lleva también a peinar a domicilio a novias y madrinas en ciudades cercanas a Cabo Frío. A punto de cumplir tres años en suelo brasileño, Araque recuerda que primero se comió las verdes: «Los primeros años aquí en Brasil fueron bastante difíciles para mí. Con la pandemia, la escasez de trabajo fue un reto que tuvimos que superar, trabajando el día a día; hacíamos lo que salía, hasta limpiando casas (…) uno tiene que vestirse de coraje para enfrentar las dificultades«.
Por ahora, Katherin Araque no se plantea regresar a Venezuela. Si lo hace, será para visitar a la familia que se quedó en Carache. «Tener que haber dejado Venezuela ha sido muy doloroso, porque realmente yo no quería dejar mi país (…) Pero ha sido por una mejor vida, un mejor futuro. Uno tiene que vestirse de coraje para poder enfrentar las dificultades», sostiene, con ganas de desempeñar también su trabajo en España o Estados Unidos.
Salir adelante hablando portugués
Eylyn Malavé llegó a Brasil siguiendo los pasos de su esposo. Él arribó en enero de 2020. Ella, en diciembre del mismo año con sus dos hijas, hoy de siete y cuatro años.
La bolivarense trabajaba como asistente administrativo en una empresa de detergentes nacionales e internacionales en El Callao. Ahora vive en Manaos, capital del estado de Amazonas, donde realiza trabajos ocasionales fuera del área de su especialidad. Espera el momento de poner rumbo a otro Estado que les ofrezca una mejor calidad de vida.
Con todo, afirma que no les falta techo, ni ropa, ni comida. Su hija mayor estudia. “En cuanto al tema laboral, sí es más complicado, porque al amazonense le encanta explotar al inmigrante, en el sentido de que no te da un trabajo fijo y te quiere pagar lo que él quiere, lo que a él le parece», indica.
Con casi dos años en territorio brasileño, Malavé señala que ya domina el idioma portugués gracias a las oportunidades de estudio que le han brindado en el país. «Las personas aquí han sido maravillosas, no te voy a decir que todas, pero la mayoría sí. (…) Aquí te brindan muchas herramientas para salir adelante y quien no las aproveche es porque no quiere”, asevera.
De ganar nuevamente Jair Bolsonaro, espera que extienda su política de acogida a los venezolanos en Brasil. «Nosotros aquí tenemos acceso a los documentos necesarios para trabajar, por ejemplo. Tenemos los mismos derechos que los brasileños. Eso es algo que supo captar Bolsonaro», dice.
Con información del estudio del BM Cómo mejorar la integración de los migrantes y refugiados venezolanos en Brasil