Caracas.- Al emigrar, muchas personas no saben qué les deparará el futuro, especialmente al llegar a una tierra con una cultura totalmente distinta de la suya y un idioma que no dominan.
Pero esto también puede ser una oportunidad para redescubrirse y sacar provecho de talentos que no imaginaron, como es el caso de Zeudy Acosta, una venezolana que ha publicado cuatro libros viviendo en Madeira, Portugal.
Acosta es autora de los libros Ronda de testigo; Bigo, mientras no estabas; Consonantes sueltas, y Madeira cuatro tiempos. Cada uno de ellos tiene un tema totalmente distinto, pero todos tienen algo en común: son el producto de un talento descubierto tras la migración.
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La caraqueña de 55 años es periodista egresada de la Universidad Central de Venezuela (UCV). Se desempeñó en diversos medios de comunicación del país y luego pasó 16 años viviendo en Maracay, donde fue docente de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Bicentenaria de Aragua.
La idea de emigrar nunca fue un tema fácil para Acosta. Asegura que la posibilidad rondó por su mente durante varios años, pero nunca había dado el paso. Sin embargo, la situación política y económica comenzó a ponerse complicada y, al igual que a muchas personas, se le vino la idea de emigrar.
«No me atrevía a hacerlo; además, siempre pensé que sería temporal. Y entonces lo pensé, lo pensé muchísimo, y bueno, se fue encrudeciendo la situación. Ya el tema del desabastecimiento era implacable«, cuenta a El Pitazo.
Bigo, mientras no estabas gira en torno a la experiencia personal de la autora de cuando su gato desapareció en 2020. «La única manera que yo encontré de ir sanando el dolor que me causaba su pérdida era escribiendo, como si le estuviera escribiendo a él. Con el final feliz de que mi gato apareció siete meses después».
Madeira cuatro tiempos se basa en 6.000 fotografías de la isla de Madeira, de las cuales se seleccionaron alrededor de 300. Incluye datos básicos y llamativos sobre la isla, como el hecho de que Cristiano Ronaldo nació allí.
Consonantes sueltas es una recopilación de 18 cuentos y relatos cortos. Están inspirados en hechos reales, pero aderezados con elementos de ficción y diversas temáticas, como amor, pasión, aventura, sexualidad, magia y conversaciones introspectivas.
Una migración impulsada por las protestas
En 2014, Acosta decidió cruzar el Atlántico para llegar a Madeira, Portugal. En ese año, en Venezuela se presentó una serie de protestas debido a diversos problemas, como la inflación, la escasez de productos básicos y la inseguridad, entre otros.
La idea de emigrar a Portugal surgió gracias a Sandra Rodrígues, una amiga de Acosta que había conocido durante sus años como docente. Rodríguez era descendiente de portugueses, por lo que decidió irse al país europeo. Después le contaba a Zeudy su experiencia.
La periodista dice que la situación económica y la escasez de productos habían llegado a un punto crítico. Además, destaca que su hijo, que para ese entonces tenía 15 años, fue partícipe de las protestas.
«Yo viví de cerca el tema de los presos, de los jóvenes torturados y malogrados. No quería eso para mi hijo. Así que le tomé la palabra a mi hermano (quien le sugirió emigrar) e inmediatamente entré en contacto con esta amiga aquí y le pregunté qué posibilidades había de irme. Me vine en agosto de 2014″, narra la venezolana.
El reencuentro consigo misma
Zeudy Acosta llegó a Portugal sin hablar su lengua. Califica su experiencia migratoria como una metamorfosis. «Fue para, de alguna manera, reencontrarme conmigo misma en muchos sentidos y descubrir que había mucho más talento».
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«Yo aquí no ejerzo, principalmente por el tema del idioma y porque solo me traje el título y las notas, pero no me traje los contenidos programáticos para hacer la equivalencia; no me dio tiempo. Ahora, casi 10 años después, es cuando mis papeles están en camino para hacer la equivalencia«, cuenta.
No haber ejercido su profesión en comunicación no fue un freno para la venezolana. Como muchos migrantes, desempeñó oficios en las áreas de limpieza y atendió a personas mayores, pero nunca dejó de lado esa espina de comunicadora.
«Me descubrí caminando por toda esta isla, fotografiándola, admirando su belleza natural, que además es reconocida por la Unesco. También me he dedicado a escribir. Creo que si yo no hubiese emigrado, difícilmente me hubiese conectado con la pasión de la escritura. Estoy convencida de eso», destaca.