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viernes, 29 marzo, 2024

Una familia lleva el sabor de Venezuela a EE. UU. con su panadería

Don Marcelino foods LLC es una empresa que nació hace más de 30 años en Maracaibo, estado Zulia, pero la crisis venezolana obligó a la familia a emigrar del país, escogiendo como nuevo destino la ciudad de Monroe, en Carolina del Norte, donde lograron continuar con el proyecto. Ahora, el cachito y el pan de jamón son los productos que más cautivan a clientes de todas las nacionalidades

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Por: Rubén Vásquez

Luego de trasladarse del estado Trujillo hasta el estado Zulia, el 7 de marzo del año 1984, Don Marcelino Rangel y su esposa Teresa Rangel abrieron una panadería en Maracaibo. Con el paso del tiempo, la familia fue creciendo y sus miembros se unieron al negocio. Ahora, 38 años después, la familia decidió continuar con el proyecto Don Marcelino foods LLC (@donmarcelinofoods), una panadería con sabor venezolano en la ciudad de Monroe, Carolina del Norte, en Estados Unidos.

En una entrevista para El Pitazo, José David Finol contó que nunca se imaginó continuar con el legado de su abuelo fuera de las fronteras venezolanas, pero junto al apoyo de sus padres Jose Finol y Judith Rangel, y su primo Carlos Vivas, quien conoció de cerca el trabajo de Don Marcelino, lograron abrir en EE.UU. su panadería en abril de este año.

Para nosotros esto es un modo de vida. Todos estamos vinculados a esto como familia y tenemos ya unos meses desde que pudimos adquirir el local en EE.UU., quizás con el mismo esfuerzo y ganas del abuelo. Es la primera panadería venezolana en esta parte de las Carolinas”, expresó el venezolano.

Finol narra que tras su llegada a Carolina del Norte en 2018, su pasión y la de su familia por hacer pan no se detuvo y asegura que desde sus casas elaboraban diversos panes con los que no solo cautivaron a los demás venezolanos en la región, sino que comenzaron a recibir pedidos por parte de otras personas de distintas nacionalidades.

Sin embargo, desde Don Marcelino foods LLC aseguran que el producto que más ha cautivado a los comensales es el cachito, el cual conserva el mismo proceso de elaboración que hacían en Maracaibo.

Además, ofrecen pan salado, pan francés, pan dulce y golfeados. No obstante, señalan que el pan de jamón es otra de las preparaciones que más se ha vendido durante todo el año. Y con la intención de satisfacer a todo su público, ofrecen una elaboración de cachito y pan de jamón con jalapeño, para dar un toque innovador a su receta.

Su producción no se detiene ahí, pues la familia también realiza panes para hamburguesas, pepitos y perros calientes que utilizan otros emprendedores venezolanos en sus restaurantes o food trucks. “Estamos comenzando a buscar para atender al sector americano”, adelanta el venezolano.

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“Antes de llegar a este país decía: ‘Cómo iba a vender pan allá, cómo voy a vender un pan de hamburguesa si ellos son los que hacen las hamburguesas’. Resulta que este es el país de las oportunidades, porque hay una cantidad de gente que no son franquicia y que no tienen contacto con nadie y sencillamente lo que quieren es que alguien les atienda y les haga el pan como ellos quieran”, subrayó José Finol.

Un sabor de Maracaibo para Carolina del Norte

José David Finol comenta que tenía un año de edad cuando su abuelo fundó la panadería, por lo que toda su vida la pasó entre montañas de harina. Sin embargo, sus planes no eran dedicarse al rubro, pues se había graduado en Gerencia de Mercado y desarrolló su carrera hasta que por iniciativa propia decidió seguir en el negocio familiar.

Durante años lograron cautivar a muchas personas con su característico cachito, donde lo distribuían en otros restaurantes, cafeterías y cantinas escolares. También elaboraban el pan para algunas franquicias de comida rápida en Venezuela, pero la crisis política, social y económica, unida a la escasez de productos básicos, les obligó a replantear su futuro y no les quedó otra opción que cerrar el local y emigrar, eligiendo Estados Unidos como nuevo destino.

Mantener el legado del emprendimiento familiar

La familia no olvida el trabajo duro y la constancia que Don Marcelino tuvo para sacar adelante su panadería en Maracaibo, luego de trabajar como ayudante de cocina y convertirse en un chef profesional tras años de trabajo en un barco petrolero venezolano. Además, su esposa Teresa Rangel fue su gran ayuda para llevar adelante la panadería.

Ahora, tienen la misión de llevar los sabores venezolanos a la costa este de Estados Unidos, además de buscar que las demás personas conozcan su trabajo y apoyar otros emprendimientos de venezolanos.

“La visión que tenemos es expandir todo este negocio a la costa este de EE.UU. actualmente hacemos entregas en Carolina del Norte y Carolina del Sur, estamos en conversaciones con gente de Georgia que también están un poquito cerca y es factible entregar. Estoy seguro de que con el paso del tiempo nos podamos expandir y ser una opción y llevarles a mucha gente nuestros sabores venezolanos”, expresó.

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José Finol destaca que nada de esto sería posible sin el trabajo y apoyo de su primo Carlos Vivas, quien aprendió de cerca todas las técnicas y elaboraciones de su abuelo Don Marcelino.

“No escogí a El Pan ni ser panadero, el pan me escogió a mí y me hizo panadero. Debo decir que el pan nunca me ha abandonado, el pan me ha permitido hacer muchas cosas, entre ellas estudiar, y hoy en día soy Ingeniero gracias al pan porque mientras estudiaba, amasaba el pan que me ayudaba económicamente a costear otros tantos estudios. Y cuánto le agradezco, y cuanto estoy en deuda con él, el pan mi fiel compañero”, comenta Vivas.

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