Caracas.- La venezolana Angeliana Khiyami (@angelianak) vivió una experiencia que jamás imaginó el pasado 24 de febrero cuando se vio obligada a salir de Ucrania tras meses de haber planificado su viaje.
La nómada de 33 años ha viajado por 25 países junto a su esposo Gabriel Herrera, con quien se encontraba de visita en Kiev para como parte de un recorrido vía terrestre por varios países de Europa. «Soy venezolana y me considero orgullosamente ciudadana del mundo«, dijo a El Pitazo.
Angeliana afirmó que decidieron alquilar un vehículo en Moldavia para visitar Pridnestrovia, un territorio prorruso cercano a Ucrania con el fin de documentar la zona y, una vez allí, decidieron viajar a Kiev. «Pensamos en los pro y los contra de viajar a la capital ucraniana. Además nos habían hablado muy bien de Odesa, una ciudad portuaria al sur muy famosa entre los jóvenes por sus playas, a la que íbamos a ir a nuestro regreso de Kiev, lo cual no fue posible dadas las circunstancias».
Cambio drástico de planes
La nómada cuenta que pese a la tensa situación, se encontraba tranquila siempre manteniéndose alerta de lo que pudiera ocurrir, pero que jamás se imaginaron que el 24 de febrero se llevarían a cabo los ataques de Rusia a Ucrania.
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«Se encendieron nuestras alertas ante la intrusión de Rusia a Donbas, pero aún así yo no me quería ir. Sin embargo, como grupo tuvimos que tomar una decisión, algo improvisada entre los nervios e incertidumbre, así que acordamos salir de inmediato de la zona. Quedarnos más tiempo era exponernos irresponsable e innecesariamente«, dijo.
El grupo de viajeros conformado por Ramón Velázquez, Gabriel Herrera y Angeliana Khiyami llegó a Rumania, país al oeste de Ucrania que todavía tenía su espacio aéreo abierto, por lo que decidieron quedarse allí para poder abordar un vuelo que los regresara a su hogar.
«El Aeropuerto Internacional de Bucarest-Henri Coanâ está recibiendo a todos los desplazados, así que estaba lleno de personas que buscan salir en el próximo vuelo posible», contó.
Angeliana aseguró que uno de los momentos más preocupantes fue cuando finalmente salieron de Ucrania y pasaron la noche en Tiráspol, donde los recibió el dueño del apartamento que habían alquilado en la zona los primeros días de su viaje. «La cara de preocupación de este hombre era impresionante (…) Esto me pone a pensar sobre las situaciones que te pone la vida; ni él ni la mayoría de los rusos ni los ucranianos quieren una guerra«.
«Pienso ahora que quizá en algún punto fue apresurado por nuestra parte asumir y juzgar por las apariencias una aparente calma y normalidad. Como comunicadores, hicimos lo que mejor hacemos y amamos que es precisamente eso, comunicar y mostrar a través de nuestros ojos lo que vemos y experimentamos en nuestros viajes. La mayoría de las personas solo quieren vivir en paz«, explicó.