Caracas.- La comida venezolana ha llegado a casi todos los rincones del mundo debido a la migración. La tradición culinaria del país se ha convertido en una oportunidad de supervivencia para aquellos que dejan atrás su natal Venezuela, como es el caso de Yenifer Calle y Wilhem Ardila, una pareja venezolana que llegó a Medellín, Colombia, y abrió Tepuy (@TepuysV).
Wilhem Ardila contó en entrevista para El Pitazo que llegaron al país vecino en 2017, dejando atrás a su natal San Cristóbal del estado Táchira, puesto que Calle tenía ascendencia colombiana. Una vez en Medellín, la idea de vender comida venezolana surgió ante el comienzo de la llegada de migrantes, por lo que la pareja decidió poner en práctica lo que habían aprendido durante su formación como chefs ejecutivos en Venezuela.
«Una amiga, al ver como cocinamos, nos dio la idea de abrir un restaurante de comida venezolana; esto al ver que la diáspora iba en crecimiento. Nos pusimos en la tarea de buscar local para ese proyecto y al cabo de cuatro meses montamos Tepuy», contó Ardila.
Retos superados
Iniciar con un restaurante no fue una tarea fácil para la pareja venezolana, pues durante sus comienzos Wilhem debía trabajar como Uber para cubrir los gastos de su hogar sin afectar la inversión hecha en el negocio; mientras que Yenifer debía atender las labores del hogar y cuidar a su hijo de un año. Aún así, ambos organizaban su tiempo para poder atender su proyecto.
La pareja venezolana buscó un local que fuera de su agrado y que cumpliera sus expectativas, hasta que en la zona de Laureles logran arrendar uno en el que visualizaban su sueño a la perfección «Teníamos muchas expectativas acerca del local. Teníamos el sueño que se iba a llenar desde el principio, lo cual no fue así. Fue extremadamente rudo empezar desde cero», contó el venezolano.
Una vez que el restaurante comenzó a dar frutos, se encontraron con otro reto: que su sabor le gustara a sus paisanos. «Conocíamos gente de todas partes de Venezuela y recibíamos consejos para mejorar los productos y poder llegar a un punto de equilibrio dónde a todos le gustara sin importar la región de la que provenían».
Luego de que lograron captar clientes y mejorar su sazón, la pandemia por COVID-19 llegó y tuvieron que cerrar las puertas del local debido a la cuarentena. Sin embargo, Yenifer Calle no aceptaba la idea de perder el restaurante por que el habían trabajado muy duro, así que a los tres días de la cuarentena comenzó a ofrecer los productos por redes sociales.
«¡Mi esposa es una persona super proactiva! Empezamos a ofrecer por redes sociales combos de cachapas para hacer en casa, también pan de jamón y hasta hallacas. Sentimos que volvimos a empezar de cero, pero nunca desistimos y dimos en el clavo (…) Éramos de los pocos restaurantes de Medellín que seguíamos laborando durante la cuarentena y eso nos ayudó a que nos conocieran más personas», contó Ardila.
Punto de quiebre
Los venezolanos se ven obligados a dejar su país debido a la situación económica, social y política. En el caso de Yenifer Calle y Wilhem Ardila su decisión surgió en 2016 luego de que experimentaran el deterioro en el sistema de salud.
«Creo que todos los migrantes venezolanos tomamos esta decisión de migrar cuando experimentan lo que yo llamo el punto de quiebre. En nuestro caso fue cuando nuestro hijo padeció bronquiolitis y necesitábamos administrarle Salbutamol, pero en la clínica nos advirtieron que si no conseguíamos el tratamiento tendrían que sacar a mi hijo de la clínica», cuenta el venezolano.
La pareja buscó el medicamento en diversas farmacias y les preguntaban a sus familiares, amigos y conocidos si sabían dónde podían encontrarlo, pero fue una tarea imposible. «Fue tema de burla en muchas farmacias porque hacía meses que no se veía el producto. A todas estas un amigo se enteró de nuestra situación y pudo enviar los medicamentos desde otra ciudad».
Tras haber experimentado esa situación, la pareja venezolana decidió planificar su migración para no arriesgarse a tener que pasar por una situación similar en el futuro. Hoy en día cuentan con un local más grande para Tepuy, donde diariamente reciben clientes venezolanos y colombianos que se interesan en probar la comida típica de su país.
«Hoy en día somos un equipo de 22 personas, todos son venezolanos y están bien capacitados. Tratamos de dar lo mejor de nosotros porque adquirimos un compromiso eterno: demostrar que somos de las mejores cosas de Venezuela y eliminar los estigmas contra los venezolanos; queremos representar lo mejor de nuestro país y que no nos fuimos porque quisimos, sino porque nos tocó», expresó Ardila.