Caracas.- El 19 de noviembre de 2019, Juan Francisco Fernández Acosta emigró de Venezuela y se radicó en Argentina. Su idea era la misma que llevó a muchos venezolanos a abandonar su país: buscar un mejor futuro. Sin embargo, los sueños que llevaba en su mochila se truncaron el 5 de marzo de 2023, cuando un ladrón le dio un tiro en la cabeza para robarle su celular en el barrio porteño de Palermo, en la ciudad de Buenos Aires.
Fernández, de 27 años, conversaba con su amigo Thomas Vásquez, también de nacionalidad venezolana, cuando el desconocido se les acercó. Primero apuntó a Vásquez, pero este le dijo que no le daría el móvil; luego amenazó con su pistola a Fernández: «Dame el celular ¿o querés morir?». Acto seguido, el atracador le disparó en la cabeza y escapó con su teléfono. Eran aproximadamente las 2:15 am.
Fernández estaba residenciado frente al lugar del crimen. De acuerdo con el diagnóstico médico sufrió muerte cerebral y falleció al día siguiente del ataque.
“Él era de otro planeta, un buen hombre y sumamente decente. Restaban solo 28 días para que Juan cumpliera sus 28 años. Era hijo único y, por medio de su trabajo, no solo ahorraba, sino que también ayudaba a su familia en Venezuela”, dijo Asdrúbal Fernández, padre de la víctima, al diario Clarín de Argentina.
Fernández está desesperado y pide ayuda para trasladar los restos de su muchacho a Venezuela, según reseñó el medio argentino. “No tengo bienes de fortuna. No tengo cómo traer a mi hijo y tenemos los pasaportes vencidos. Quiero ver a mi hijo, por favor”, dijo.
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Esfuerzo y sacrificio
En Venezuela, Juan Francisco Fernández vivía con su padre Asdrúbal y su madre María Angélica en la ciudad de Caracas. Se graduó de ingeniero de sistemas en la Universidad Nueva Esparta y trabajó en el Metro de Caracas.
Cuando el muchacho decidió emigrar a Argentina, la familia vendió algunos bienes, entre ellos, un carro, para costear el pasaje y su estadía por algunos meses mientras conseguía trabajo. El joven quería seguir estudiando y estaba ilusionado con hacer un posgrado en su especialidad (electrónica) en la Universidad de Palermo.
En Buenos Aires, “Juancho”, como lo llamaban por cariño, trabajaba en forma remota para una empresa de telecomunicaciones, desde su casa, durante el día. También hacía delivery, algunas noches, con una moto que compró en 2021. Estaba ahorrando para visitar a sus padres después del primer semestre de 2023.
Los órganos del joven fueron donados. Esa decisión se la comunicó a su madre en una oportunidad. Ahora sus familiares esperan que pronto sus restos sean repatriados para darles cristiana sepultura en su país natal.