Caracas.– Siete años y medio después regresó a su Venezuela natal, sin planes de quedarse, decidido a volver a emigrar. “Las oportunidades las veo escasas para volver a adaptarme”, señaló Anthony Durán, nacido en Ocumare del Tuy, estado Miranda, sobre las dificultades para comenzar de nuevo en su terruño, en conversación con El Pitazo.
Sin proponérselo, sus días en Venezuela coincidieron con la elección presidencial del 28 de julio. Votó, pero su decisión de embarcarse en una tercera migración estaba tomada. “La situación del país es aún complicada e inestable y busco una mejor calidad de vida”, sostuvo con la mirada puesta en Estados Unidos.
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“No tengo familia allá, solo conocidos. Decidí ir a Estados Unidos porque brinda una estabilidad económica y capacidad de ahorro, ya que mi oficio es bien remunerado”, afirmó el ocumareño, convencido de las ventajas que puede encontrar en la llamada tierra de las oportunidades.
Afirma que la decisión de emigrar nunca fue fácil. “Pero ya en estos siete años uno se adapta”, prosigue.
De la selva del Darién a Estados Unidos
El viernes 30 de agosto salió de la selva del Darién, esa peligrosa ruta migratoria irregular entre Colombia y Panamá. “Es fuerte, pero no imposible”, comentó sobre la travesía en ese tramo, que le llevó casi tres días.
Se fue con un amigo, equipado con una mochila llena de provisiones y una esperanza aún más grande. Todavía exhausto, dijo que sabía que la selva del Darién los pondría a prueba física y mentalmente, y que después, en los países de Centroamérica, debía sortear otros peligros y controles migratorios, acaso mayores.
Sorprendido, Anthony dijo que se encontró en Guatemala con grupos armados irregulares que trasladaban a los migrantes por el país, previo pago de una tarifa. “Pero no hacen nada a nadie. Todos armados. Y forrados en oro. Se les ve por encima”, indicó la mañana de este viernes, 6 de septiembre, a El Pitazo, apenas ingresar a México.
Sostuvo que los grupos irregulares armados en el país centroamericano cobran el equivalente a 5 dólares por un tramo de cerca de 15 kilómetros. “Luego nos dejan en otro terminal, donde ellos ya tienen coordinadas las vans para llevarlo a uno hasta la capital, Ciudad de Guatemala”, agregó.
Desde el estado de Hidalgo, en el centro de México, Anthony avanza en una caravana de migrantes por el territorio azteca este 6 de septiembre. “95 % de las personas son venezolanas”, aseguró.
Solicitará en México la cita de CBP One para poder ingresar a Estados Unidos, en medio de las recientes restricciones impuestas al derecho a solicitar asilo en suelo estadounidense.
El deseo de vivir de manera más satisfactoria en EE. UU.
El ocumareño siempre había soñado con una vida mejor para él y su familia. Gracias a su habilidad y experiencia como latonero y pintor de oficio podía con su trabajo cubrir sus necesidades básicas, pero no le permitía vivir holgadamente.
Hasta 2015 trabajó en la Gobernación del estado Miranda. En 2016 decidió irse de su país, aplastado por una catástrofe económica.
Su primer destino fue Ecuador, un país que ofrecía cierta estabilidad. “Puedo decir que me fue bien, porque pude sobrellevar la crisis económica de Venezuela y ayudar a mi familia en los días más difíciles”, dijo el venezolano de 39 años.
Allí, consiguió trabajo y permaneció durante tres años y medio, dos de ellos de forma regular con la visa de residencia Unasur. Cuenta que la vida se puso costosa en Ecuador, por lo que resolvió hacer maletas otra vez y emigrar a Chile.
Después de cuatro años en el país austral, las dificultades para establecerse de forma regular lo empujaron a salir. Había ingresado en 2020, por pasos no habilitados o trochas, un escollo para acogerse a los programas de regularización migratoria.
Sus expectativas no se cumplieron. “Decidí salir de allí porque me decepcionó no poder regularizar mi situación”, manifestó.
Ahora, la determinación de Anthony Durán de llegar a Estados Unidos es inquebrantable. La oportunidad de ofrecerle un futuro mejor a su familia lo impulsa a buscar un nuevo comienzo en el país norteamericano.
―¿Qué crees que será lo más difícil para adaptarte a tu nueva vida en Estados Unidos?―pregunté.
―El idioma (inglés), pero con práctica y empeño se aprende―respondió.