María Teresa se sentó a llorar en una acera cuando su esposo le dijo que el programa CBP One, que ayudaba a los migrantes a obtener un permiso humanitario para entrar legalmente a Estados Unidos, había sido suspendido. La pareja iba junto a sus dos hijos, de 8 y 9 años, hacia un punto fronterizo en Ciudad Juárez, México. Tenían la cita el 23 de enero.
«Estoy destrozada, nunca pensé que Donald aprobaría esta medida el mismo día que asumiera la Presidencia de Estados Unidos, es una decisión muy drástica», señaló María Teresa a El Pitazo, vía telefónica, la noche del 20 de enero.
María Teresa es oriunda de Valencia, estado Carabobo. El 10 de agosto de 2024 emigró a Colombia con su familia. Allí estuvo 15 días y luego cruzó la selva del Darién, animada por dos primos que le hablaron del sueño americano. El 25 del mismo mes ya estaba en un refugio en México.
«Nos fuimos después de la elección presidencial, porque el cambio que esperábamos no se dio; además, en el país había mucha persecución poselectoral. Nunca pensamos en emigrar, pero la crisis económica y el miedo a ser detenidos nos obligó. En Venezuela no tenemos la posibilidad de salir adelante y tampoco hay justicia», indicó la valenciana, quien se dedicaba a la economía informal junto a su esposo.
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Sin dinero para volver
El 16 de diciembre, María Teresa sintió que estaba cerca de transformar su vida y de brindar mejores oportunidades a sus hijos, según las bondades que les comentaron sus primos al hablarles de Estados Unidos.
Ese día, en la plataforma CBP One se leía que su cita estaba aprobada. Para el momento pernoctaba en un refugio en San Luis Potosí, una ciudad ubicada en el centro-norte de México, en el estado homónimo.
Desde allí hasta el puerto de entrada El Paso, en Ciudad Juárez, hay al menos 1.383,7 kilómetros. El 17 de enero, la familia salió en autobús y el 20 ya estaba en una ciudad cercana al suelo americano.
«Esta medida echa por tierra todos nuestros planes y nos deja a la deriva. No tenemos suficiente dinero para volver a Venezuela y tampoco para pagar un alquiler aquí. Es desesperante lo que nos está sucediendo. Ojalá nos den una oportunidad para entrar a Estados Unidos», indicó.
A Carlos Arteaga, nativo de los Valles del Tuy, estado Miranda, también le cayó como un balde de agua fría la suspensión del programa CBP One. Él está en Ciudad de México desde hace cuatro meses, pero, a diferencia de María Teresa, nunca le aprobaron la cita.
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«Es un golpe duro, porque uno se hace ilusiones y después pasas a un estado de angustia. Hubo personas que corrieron con suerte y les aprobaron rápido la cita, pero en mi caso fue distinto, y ahora me toca decidir qué hacer», manifestó.
Arteaga ya maneja la posibilidad de regresar a Venezuela. Está cansado de ir de un lugar a otro en busca de estabilidad. Fue hace tres años cuando salió por primera vez de Venezuela. Estuvo en Colombia, Ecuador y Chile. En este último país permaneció 23 meses.
En julio de 2024 viajó a Venezuela a visitar a su familia y a votar en la elección presidencial. «Si había un cambio de Gobierno, estaba dispuesto a quedarme. Era mi intención inicial», acotó.
Como ese cambio no se dio, Arteaga tomó la decisión de intentar entrar a Estados Unidos y cruzó la selva del Darién con un amigo hasta llegar a México. «Estuve una semana en un refugio, pero no me gustó la convivencia y alquilé una pieza. Actualmente estoy trabajando y me ha ido bien. En realidad, no me puedo quejar, pero si no hay posibilidad de cruzar a Estado Unidos, me regreso a mi país en diciembre», declaró.