Coro.- Marianella Chirinos, trabajadora social venezolana, oriunda de Falcón, formada en la Universidad Central de Venezuela, ha resaltado con su trabajo voluntario en el municipio Rivadia, provincia de Buenos Aires, Argentina. Ha impulsado 20 merenderos o comedores populares donde se atienden a niños de escasos recursos.
Contó la trabajadora social que hacen recolecta de fondos para adquirir lentes para niños con problemas de visión. Nela, conocida así por sus amistades y familia, es madre de tres varones, licenciada en Trabajo Social en la Universidad Central de Venezuela (UCV), magister en Gerencia Pública y docente jubilada de la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (Unefm) de Falcón.
Esta trabajadora social contó su historia en Instagram a través @diasporavenezolana. Allí reveló que su decisión de emigrar se debió a que se cansó de participar en protestas, al desgaste económico y psicológico que enfrentó por las arbitrariedades del gobierno de Nicolás Maduro, que devinieron en una situación de persecución para su hijo mayor, quien fue amenazado de muerte.
“Yo, al igual que otros venezolanos, decidí emprender el viaje hacia otros rumbos que me permitiera vivir en condiciones de vida favorables y donde mis dos hijos menores pudieran alimentarse bien, estudiar tranquilamente y desarrollarse”, expresó la falconiana.
Recordó que dejó su linda casa comprada con tanto esfuerzo y se arriesgó a su edad (50 años), a salir y buscar nuevas oportunidades. Llegó a Argentina en septiembre de 2018 y desde el principio se propuso hacer lo que sabía: el trabajo social comunitario. Con sus herramientas universitarias y su experiencia comenzó a organizar actividades de orden social.
Confesó que llegó a la Argentina con una depresión muy fuerte. Sintió el duelo de haber perdido muchas cosas, por lo que el trabajo comunitario le ayudó a salir del foso de la depresión y darse cuenta de que su labor ayudaba a personas que no conocía.
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Esta migrante venezolana puso su empeño en impulsar la creación de uniones vecinales o como se le conocen en Venezuela, consejos comunales que trabajen en función de sus mismos vecinos. Asesora de manera gratuita a aquellos emprendedores familiares para que presenten sus propuestas a las entidades bancarias para conseguir financiamiento.
Durante más de dos años ha organizado jornadas de salud junto a un grupo de vecinos, quienes también la ayudan con las ollas populares para repartir comida.
El esfuerzo que esta mujer venezolana le ha puesto a su labor social le ha valido el reconocimiento de las autoridades del municipio de Rivadia con un premio que compartió con todos los venezolanos en Argentina.
“Eso es resiliencia pura”, declaró. Hoy su historia es otra. Tiene ofertas de varios sectores para ser candidata a concejal, pero su condición de emigrante quizás legalmente no le permita en los actuales momentos pensar en lanzarse al ruedo político. Mientras tanto, continúa su trabajo social, con el que encuentra paz.
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