Por Crónicas de Chile
Santiago de Chile.- Isovet Chirinos comenzó a dar masajes por amor a su abuelito. “Él decía que solo descansaba bien cuando le daba masajes. Eso me impulsó para aprender”, cuenta esta barquisimetana de 59 años que se posicionó en el mundo de la masoterapia chilena, gracias a su permanente formación y a un carisma tan grande como el poder que Dios le dio a sus manos para aliviar dolores en el cuerpo.
Chirinos es conocida en Santiago como La tía de los masajes (@latiadelosmasajes.cl) y es una docente que se jubiló tras 32 años de inmenso compromiso en la formación educativa de niñas y niños, 20 de ellos como directora y sus últimos 7 en la zona rural del municipio Palavecino, Cabudare, estado Lara.
Además de tener una maestría en Gerencia Educacional, realizó un doctorado en Investigación Educativa. Solo le faltó entregar la tesis y no lo hizo porque el proceso lo realizó en una institución privada y, en ese momento, le acababan de robar su auto y necesitaba el dinero para comprar otro que le permitiera movilizarse con sus dos hijos pequeños.
Cuando ejercía como directora, Isovet empezó a formarse en la Escuela de Artes y Oficios y en la Unidad Médica de Masajes. Quería ayudar a su abuelito y hacerlo bien. Por ello, también realizó cursos particulares y pasantías con Darwin Guédez, un instructor reconocido de Barquisimeto.
El duro comienzo
Isovet llegó con su esposo Sixto Torres a Santiago, en marzo de 2019. Lo hizo de visita y con la Visa de Responsabilidad Democrática en sus manos. Llevaba tres años sin ver a sus hijos Otniel, de 29, y Saraí, de 26. Sin embargo, a pocos meses de llegar se produjo el estallido social y luego la pandemia, lo que le impidió regresar.
Eso hizo que hablara con sus hijos sobre la necesidad de generar su propio dinero.
Así empezó a ofrecer masajes a domicilio. Se llevaba la camilla. Caminó bastante. Entregó currículos en estéticas y otros locales similares sin respuestas.
Un día consiguió un empleo limpiando un call center. El local tenía cuatro pisos y 14 baños. “Mi hija lloraba y yo le decía: ‘Hoy soy gerenta de mantenimiento. No llores. Fue un empleo agotador, durísimo. Lo bueno era que había muchos jovencitos venezolanos que me daban ánimos”, detalla.
Lo peor, dos meses después los dueños tuvieron un problema entre ellos y disolvieron la empresa. Lo que le pagaron representó solo una cuarta parte de la deuda.
Chirinos nunca deja de formarse. Hizo cursos en academias argentinas de manera online y otros en instituciones chilenas.
En su éxito fue fundamental el apoyo de su sobrino Andrés Chirinos, un locutor que reside en Buenos Aires, quien contactó en Santiago a su amigo Ronald Fernández, dueño de Limpiezas faciales, una estética reconocida en la capital chilena. Él le abrió un espacio y la recomendó con clientes exclusivos.
Isovet comenzó a ganar fama. Así conoció y ofreció servicios a la actriz Daniela Alvarado, Keisy Sayago, María Gabriela de Faría y su esposo y Vanessa Senior, entre otras personalidades.
Es tanto su talento que dueños de estéticas reconocidas la llaman para que le dicte cursos a su personal. Su especialidad es una técnica descontracturante sin dolor, solo aplicada por ella. Uno de sus momentos más felices ocurrió con una de las coristas de la cantante Ana Gabriel, Dulce Meza. Tenía una inflamación importante y tras su masaje, el dolor y la hinchazón se terminaron.
Isovet detalla que la conocen como La tía de los masajes gracias a unos artistas chilenos que recibió en la estética de Fernández. Les brindó sus servicios y dos semanas después llegaron preguntando por ella de esta manera.
Y desde entonces su fama no deja de crecer. Compró una camioneta que paga con lo que producen los masajes. Habilitó su propia oficina en Nueva Providencia 1945, Consultorio 703, con el apoyo de sus hijos, y también realiza visitas a domicilio previa cita. Y este es su mensaje: “Todos los días doy gracias a Dios porque utiliza mis manos para aliviarle los dolores a las personas. Es una bendición”.
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