San Cristóbal.- Son las 9:00 pm del jueves 5 de noviembre. En la vía que comunica a los municipios Capacho Nuevo y Bolívar (San Antonio) del estado Táchira se observan a 2 personas durmiendo en una acera, sobre sus bolsos y una sábana. Son Jesús Jiménez (40 años) y Freddy Méndez (20 años), quienes tienen cuatro días caminando desde Valencia, estado Carabobo, para llegar a Colombia, donde esperan conseguir trabajo y así enviar dinero a sus familias.
La zona no tiene casi iluminación y la temperatura es de 14 grados centígrados. A ambos se les nota en el rostro el cansancio y los efectos del sol en la piel. Están quemados y aseguran que han pasado muchas horas sin comer y sin ingerir algún líquido, pues dependen de las ayudas que algunos ciudadanos entregan a lo largo del trayecto.
Jesús tiene los zapatos rotos en su parte delantera porque no aguantaron los efectos del asfalto. Ya están desgastados y no tiene otros para continuar. Debe hacerlo así mientras encuentra quién puede regalarle unos.
En Valencia dejó a su esposa y cuatro hijos, y aunque le duele no vivir con ellos ni pasar Navidad en casa, el desespero de no tener cómo darles de comer lo hizo agarrar un bolso con poca ropa y seguir el rumbo hacia la frontera. No tiene familia en el vecino país, pero cree que podrá ganar mejor que en Venezuela, donde el sueldo semanal de 250.000 bolívares no le alcanza ni para comprar un paquete de harina de maíz, que tiene un valor de 520.000 bolívares.
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“Vengo de Valencia, pasando trabajo. Cuatro días echando pata, sin comer, aguantando sed en esa carretera, pasando trabajo para poder llegar a Colombia y ver qué trabajo conseguimos allá para poder mandarles algo de plata a nuestros hijos, a quienes dejamos en Valencia», expresa.
Más allá de ese objetivo no tiene otro plan en lo inmediato: «Nosotros tenemos que irnos a Colombia sin saber en qué fecha podemos regresar, porque no tenemos ni fecha para regresar a la casa. Vamos a pasar una Navidad fuera del país porque la situación económica está muy fuerte. Aquí no conseguimos pero nada. El sueldo mínimo no nos alcanza ni siquiera para comprar una harina”, afirma.
Le molesta que voceros gubernamentales afirmen que todos los venezolanos se están regresando, cuando actualmente serían más los que estarían buscando salir del país. “En mi casa dejé cuatro niños y a mi esposa. No tenemos nada qué comer en la casa. Me vine y no tenían ni siquiera algo para comer. ¿Cómo van a estar diciendo que todos los venezolanos están regresando? Es al contrario: nos estamos yendo porque mientras pasan 5 y 6 que vienen de Perú, nos vamos 30 para allá. Hasta los zapatos acabé en el camino y ahora ni siquiera zapatos tengo ahora”, relata.
“No llega comida”
Freddy Méndez, de 20 años, acompaña en el trayecto a Jesús. Dejó a sus padres y dos hijos en Valencia. Ya no tenían con qué alimentarse y su sueño es poder darles una alimentación digna. Afirma que las bolsas de comida entregadas por el Gobierno ahora llegan cada 2 o 3 meses y no alcanzan ni para 5 días.
“Las bolsas de comida antes llegaban cada 15 días, pero ahora pasan entre 2 y 3 meses antes de que vuelvan a entregarlas. Hay familias que son numerosas y la comida no les alcanza para nada”, expresa apelando a una matemáticas irrebatible.