Caracas.- Cada 28 de octubre se celebra en Venezuela el Día del Ingeniero, a propósito de la fundación del Colegio de Ingenieros que cumple hoy 159 años. El representante gremial, Ingeniero Félix Ojeda, habló este martes, 27 de octubre, de la crisis económica en Venezuela y de sus consecuencias en la institución que tiene una incidencia fundamental en el desarrollo y progreso del país.
Para Ojeda, existe un inconveniente principal que impide la solución de los problemas de los venezolanos: la incertidumbre.
«Los ingenieros, arquitectos y profesionales afines tenemos un papel preponderante en el rescate de la patria, tenemos además la fuerza moral y técnica para lograrlo, pero para poder actuar hay que vencer la incertidumbre y la única forma de lograrlo es erradicarla desde su origen. Se tiene que producir el cambio radical que establezca el punto de partida para la planificación y puesta en marcha del proyecto que estamos dispuestos a llevar a cabo, que no es otro que lograr tener la Venezuela que todos merecemos. Esta es una tarea de todos los venezolanos, en la cual debemos poner todo nuestro empeño», advierte Ojeda en un comunicado publicado en la web oficial del Colegio de Ingenieros.
A la crisis de bolsillo que aqueja a los ciudadanos de a pie se suma el problema estructural y nacional que implica el colapso de los servicios públicos, crisis sanitaria, desabastecimiento de agua potable, escasez de gasolina, entre otros. Todos estos problemas se han visto acentuados por la pandemia del coronavirus.
La misma crisis ha empujado a millones de ciudadanos a huir de Venezuela en la búsqueda de un futuro más estable, lo que supone una fuga de talentos enorme que deja sin recursos humanos al país cuando más lo necesita.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estima que para finales de 2020 la cifra de venezolanos migrantes alrededor del mundo podría rondar los 6,5 millones. Gran porcentaje de ese conglomerado de coterráneos cursó una carrera profesional y se fue. Claramente, los ingenieros están incluidos.
Conoce a los ingenieros que crean cabinas de desinfección con ozono en Monagas
En la Argentina hay más de 4.000 ingenieros venezolanos radicados. Según datos de la Oficina Nacional de Migraciones de ese país, en la provincia de Mendoza la cifra de venezolanos ronda los 3.800, de los cuales un 85% son profesionales, y un 35% son ingenieros. Las otras provincias que concentran la contratación de ingenieros venezolanos en Argentina son Neuquén, al sur, y Buenos Aires, incluyendo a Capital Federal.
Luis Manrique tiene 30 años, es ingeniero en sistemas y llegó a la Argentina en el año 2015. Actualmente vive en la ciudad de Buenos Aires y trabaja en la compañía IT Resources para el Citibank.
Luis envía dinero a su familia en Venezuela desde Argentina. Emigró porque no podía alquilar y quería salir de casa de sus padres.
José Leonardo Rojas estudió Ingeniería Química en la Universidad Central de Venezuela (UCV). Tiene tres años y medio viviendo en los Estados Unidos y trabaja en la administración de una empresa de alimentos.
«Lastimosamente no ejerzo, sin embargo, utilizo algunas herramientas y habilidades que aprendí durante mis estudios en la universidad», relató Rojas a El Pitazo.
José Leonardo opina que la migración de profesionales venezolanos es un mal para el país. «Venezuela está perdiendo intelecto y capacidad de desarrollo. Sin embargo, individualmente pienso que es una de las decisiones más acertadas que uno puede tomar para poder crecer profesional y personalmente. Todos tenemos metas que lamentablemente en Venezuela son muy difíciles de alcanzar, mientras que otros países te brindan las oportunidades que necesitas», señaló.
Joel Carrasquel llegó a Santiago de Chile hace un año «buscando una vida normal». Desde el país trasandino, ayuda a su gente en Venezuela. Tiene a cargo a su mamá, su hermana y sus dos sobrinas, quienes viven en el estado Aragua.
«Al principio no fue fácil. Estuve dos meses sin empleo. Me costó conseguir, también por la situación social que atraviesa Chile desde hace un año. Todo coincidió. Siempre estuve aplicando durante esos primeros dos o tres meses. Luego conseguí trabajo en el depósito de un restaurante. Cargué cajas, pero ese dinero me permitió subsistir esos primeros meses», cuenta a El Pitazo.
A Joel lo llamaron recién en enero, desde una reconocida empresa de bebidas donde finalmente pudo ejercer su profesión, también como ingeniero químico. «Hoy en día me contenta poder decir que con el dinero que envío, mi mamá puede comer bien; cuando se enferma, puedo comprar sus medicinas, cosa que en Venezuela no. Y creo que eso es lo que buscamos todos los que salimos», apuntó.
Para Joel es lamentable «la gran fuga de cerebros» que tiene Venezuela en este momento, pero considera que la familia está por encima de todas las cosas. «Nos robaron todo en el país, nos quitaron todas las oportunidades y nos tocó salir a buscarlas y en eso estamos afuera, trabajando duro, como también los que siguen en Venezuela», lamentó.
Asegura a El Pitazo que no se arrepiente de haber emigrado y espera que la situación de Venezuela cambie. «Yo creo que no hay nada que llene más a un venezolano que imaginarse que lo que está haciendo en otro lugar, lo pudiera hacer en su país y apostar y luchar para lograr el progreso que quedó 20 años atrás, destruido por el peor gobierno de la historia», sentenció.