La tarea de desvincular de su connotación negativa a la palabra veneco y asociarla con valores positivos divide opiniones entre migrantes forzosos venezolanos que llegaron a otras latitudes del mundo en la última década. Sin ese consenso en el uso del término, entre otras condiciones, no será posible ganar la batalla y despojarlo de su poder ofensivo e hiriente, coinciden en señalar estudiosos del fenómeno migratorio nacional

«¿Veneco? A mí me arrecha esa palabra», contestó un usuario de la red social X a otro que afirmaba que se sentía orgulloso de ser veneco: «No soy veneco. Me siento orgulloso de ser ve-ne-zo-la-no».

Para los que hacen valer su condición de veneco en estos tiempos, se trata de un intento por despojar a la palabra de su poder ofensivo e hiriente y otorgarle un nuevo significado, a menudo empoderador; a los que se le oponen, de un insulto, una expresión de odio y discriminación que data de hace algunos años.

«Es una identidad superespecífica, pero al mismo tiempo significa lo mismo que venezolano. Es decir, ya no nos pueden insultar llamándonos venecos, porque le impregnamos orgullo al uso de la palabra», sostiene José Gregorio Márquez, desde Buenos Aires, quien se declara veneco en sus redes sociales.

Creador de contenidos, el periodista venezolano de 36 años se hizo ciudadano argentino en 2022. Se enamoró de un país que lo acogió con los brazos abiertos en 2016 y lo hizo sentir parte de su familia. 

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Márquez es parte del flujo creciente de inmigrantes venezolanos en Argentina como consecuencia de la crisis humanitaria en su país. Forma parte de una generación que no conocía el término, cuyo significado inicial cambió a partir del día en que llegaron a otras latitudes del mundo un sinnúmero de hombres y mujeres de Venezuela.

El escritor, lingüista e individuo de número de la Academia Venezolana de la Lengua, Luis Barrera Linares, se mete en la candela por petición de Mireya Tabuas, editora de Guayabo, el boletín de El Pitazo que une a los venezolanos dentro y fuera de su país. «Veneco, veneca es equivalente a un gentilicio, y, como tal, es adjetivo que puede volverse sustantivo», indica en la edición del viernes 1 de noviembre.

El hecho sorprendente es que un conjunto de venezolanos quiere reapropiarse de la palabra para así neutralizar su capacidad de causar daño. La agrupación Rawayana se montó en esta ola de reivindicar el término para transformarlo en un símbolo de orgullo y empoderamiento que celebra la identidad venezolana con «Veneka», su nueva colaboración junto a Akapellah.


Este cambio en el significado de veneco está influido por las tensiones entre los migrantes y la población de acogida

El Barómetro

«Si no hubiésemos emigrado en masa, esa palabra no hubiera resurgido de las cenizas. Creo que el sentido positivo que le damos al uso de veneco actualmente tiene el poder de desarmar el odio. Lo mismo va a pasar con la palabra caribeño, que en Chile la usan ahora para insultarnos, ya que les quitamos veneco», señala Márquez a El Pitazo con una dosis de optimismo.

La palabra veneco se expande como un virus contagioso en las redes sociales. A menudo genera memes que, en general, buscan provocar risa o diversión. Detona, asimismo, conversación xenófoba en ciertas coyunturas, y reacciones de los usuarios que revelan que no existe un acuerdo sobre el resignificado que se quiere transmitir.

«La próxima vez pregúntale a una mujer migrante venezolana en Colombia qué es veneca», reaccionó una seguidora de Guayabo a la opinión del vocalista de Rawayana, Beto Montenegro, sobre la canción «Veneka».

Veneco: una mirada de desprecio

Mezcla de las voces «venezolano» y «colombiano», la palabra veneco surgió en Colombia sin una carga ofensiva para referirse a los hijos de colombianos nacidos en Venezuela. Apareció entre las décadas de 1970 y 1980, en medio de la migración masiva de colombianos a Venezuela.

«En ese momento, la palabra designaba un sentimiento de pertenencia a ambas culturas y, en la mayoría de los casos, tenía una connotación positiva, reflejando lazos de hermandad entre colombianos y venezolanos», coinciden en señalar las coordinadoras de Investigación y de Proyectos de El Barómetro, Liliana Fernández y Yesenia Camacho, respectivamente, consultadas por El Pitazo.


Se requeriría un esfuerzo cultural demasiado grande para que la palabra veneco pueda tener una connotación positiva

Jair Vega, profesor de la Universidad del Norte

Incluso, Fernández y Camacho recogen el testimonio de venezolanos que cruzaron a Cúcuta a hacer sus compras en 1980 y constataron que los colombianos usaban el término veneco para describir a sus compatriotas que, después de regresar de Venezuela, simulaban ser venezolanos, al imitar nuestro dialecto, vestimenta y costumbres, quizá como un símbolo de estatus. Era todavía la época del ta’ barato, dame dos. 

Posteriormente, el uso de veneco se transformó en un insulto para identificar a venezolanos que no son bienvenidos en Colombia. La palabra se extendió al resto de Latinoamérica como puños invisibles que golpean a migrantes forzosos en la última década.

Este cambio en el significado está influido por las tensiones entre los migrantes y la población de acogida, así como por temores sobre la seguridad, la libertad, la distribución de recursos y la ideología, que se incrementan por la instrumentalización de los migrantes por figuras públicas, políticos y medios de comunicación, para luego ser amplificados en las redes sociales, explican las investigadoras de El Barómetro, una plataforma que analiza las publicaciones en Internet sobre la población migrante.

La mirada de desprecio se echó, en primer lugar, a las mujeres migrantes venezolanas: hablar de veneca es reducirlas a un objeto sexual, vinculadas con la prostitución y la percepción de ser responsables de la desintegración de familias, al etiquetarlas de quitamaridos, expone el sociólogo y profesor del Departamento de Comunicación Social de la Universidad del Norte, en Barranquilla, Jair Vega, en conversación con El Pitazo.


No me molesto por eso, porque desde que vengo a Colombia siempre me decían veneco y no lo sentía ofensivo

Jesús Marín, venezolano-colombiano

Hablar de veneco es, por ejemplo, sugerir que los migrantes venezolanos son ladrones, flojos, perezosos o cobardes y están asociados a cualquier actividad ilícita. Así, indican Liliana Fernández y Yesenia Camacho, se construyen narrativas sin fundamento que obstaculizan las posibilidades de una integración efectiva. 

Al final, estamos frente a una estigmatización xenófoba, prosigue el sociólogo Jair Vega, que consiste en atribuir características negativas, falsas o exageradas a todos los migrantes venezolanos debido a su origen, sin considerar las individualidades.

¿Veneco ya no duele?

Pero el significado de la voz veneco también depende de la intencionalidad con la que se emite, así como el contexto en el que se arroja el insulto. «Yo no me molesto por eso, porque desde que vengo a Colombia siempre me decían veneco y no lo sentía ofensivo», dice Jesús Marín a El Pitazo, venezolano-colombiano de 45 años. El caraqueño está residenciado en Bogotá desde 2017.

La palabra veneco, en cambio, sí resuena en la cabeza de Miguel Ángel González, venezolano con visa de residente en Barranquilla. Director de la ONG Rostro Caribe y docente de la universidad Uniminuto, el zuliano cuenta que debió actuar de manera rápida para tratar de cambiar el lenguaje de una estudiante. El episodio no pasó a mayores. 

«Si las personas lo hicieran de forma cariñosa, no pasa nada; el problema es que los colombianos saben muy bien el significado cuando lo hacen con el tono de burla hacia nuestra nacionalidad», expresa.

González emigró a Colombia en 2016. Considera que es necesario adelantar campañas educativas que propicien un diálogo y un llamado a la acción para enfrentar la discriminación asociada a la voz veneco.

El Barómetro ha identificado un aumento del discurso xenófobo en la red social X con el uso de las palabras veneco, venecos, veneca o venecas entre 2023 y el primer semestre de 2024. Descubrió que Ecuador es el país que más ha usado estas palabras cargadas de connotaciones negativas en los trinos, seguido de Colombia, Perú y Chile.

Reapropiación lingüística o contraataque veneco, no todos los venezolanos están dispuestos a aceptar los nuevos significados de esta palabra. «Yo soy migrante y no me apropio de un término asociado con lo peor de ser venezolano», responde una usuaria de X a un orgulloso veneco. 

Sin ese consenso en el uso del término, tanto de quienes enuncian como de quienes son enunciados en la vida cotidiana, no será posible ganar la batalla y dejar que veneco se considere una ofensa, opinan Liliana Fernández y Yesenia Camacho, de El Barómetro.

«Las palabras tienen un gran peso en cómo nos percibimos y relacionamos con los demás, y veneco es un claro ejemplo de esto. Superar los estereotipos y las barreras creados por estas percepciones erróneas y negativas requiere un esfuerzo considerable en políticas de integración, pero, sobre todo, un cambio en las narrativas promovidas por líderes, políticos y medios de comunicación, para evitar la perpetuación de estos estereotipos,» argumentan las investigadoras. 

Para el profesor de la Universidad del Norte, Jair Vega, tampoco será fácil imprimirle un nuevo significado a la palabra, pues social y culturalmente la carga es muy negativa y estigmatizante.


Un conjunto de venezolanos quiere reapropiarse de la palabra veneco para así neutralizar su capacidad de causar daño


«Yo puedo entender que haya muchos esfuerzos para resignificar la palabra, en fin, darle otro sentido, pero se requeriría un esfuerzo cultural demasiado grande para que pueda tener una connotación positiva, que sea de integración; que sea vista de otra manera», apunta.

El Barómetro, presente en Colombia, Perú, Ecuador y Chile, constata en sus investigaciones que no existe un acuerdo en reciclar la palabra veneco para darle un nuevo valor positivo, menos aún entre las mujeres migrantes, que han afrontado experiencias difíciles. 

“Es posible que en Venezuela el término conserve aún una connotación menos negativa, pero para la población migrante, según nuestros datos y análisis, el uso de veneco sigue asociado mayormente a aspectos negativos”, enfatizan sus investigadoras.

¿Veneco? «¡Qué va! Yo soy VENEZOLANA», respondió una usuaria de la red X a otro que se proclamó veneco.

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