Caracas.- Júpiter es el quinto planeta del sistema solar, además, el más grande, con una dimensión de 12 veces la Tierra. La misión Juice (Jupiter Icy Moons Explorer) busca estudiar el planeta y sus tres lunas, una investigación en la que participa Miriam Rengel, una astrofísica venezolana.
El proyecto Juice, ejecutado por la Agencia Espacial Europea (ESA), despegó el 13 de abril con el cohete Ariane-5 desde el puerto espacial de Kourou, en la Guayana Francesa. Se espera que llegue a la órbita de Júpiter en 8 años, en julio de 2031, tras recorrer 6.600 millones de kilómetros.
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«La misión Juice explorará el entorno de Júpiter y sus tres grandes lunas heladas: Calisto, Europa y Ganímedes. De Júpiter se esperan investigaciones detalladas de su clima, meteorología, formación y evolución; y un estudio de este planeta como arquetipo de los gigantes gaseosos de todo el universo. De las lunas heladas, que podrían ocultar océanos bajo sus superficies, se espera estudiar las condiciones para buscar y albergar vida allí, entre otras investigaciones», describió Rengel a El Pitazo.
La astrofísica venezolana se unió al proyecto en 2012 como investigadora del Instituto Max Planck en Alemania para la investigación del sistema. Formó parte del diseño y construcción de la instrumentación de la nave utilizada para el proyecto de estudio del planeta más grande del sistema solar.
«He tenido una maravillosa experiencia con mis colegas de otras nacionalidades. Me han tratado muy bien y no he sentido un trato diferente por ser latinoamericana. Sin embargo, ser minoría cuando trabajamos en el extranjero nos da la sensación de tener que esforzarnos aún más para demostrar de lo que somos capaces», dijo Rengel.
Apreciar estrellas desde los Andes venezolanos
Miriam Rengel cuenta que su intriga y pasión por la astronomía y la astrofísica la acompañan desde su niñez. Solía tumbarse en el jardín de la casa de sus padres para contemplar las puestas de sol, los planetas y las estrellas durante las noches.
«También adquirí admiración por la astronomía cada vez que visitábamos a nuestra abuela durante las vacaciones en los Andes venezolanos, en Mérida. Durante el viaje, ya fuera en carro o avión, miraba las cúpulas del Observatorio Astronómico Nacional de Llano del Hato, soñaba con observar y estudiar objetos celestes que no podía ver a simple vista», recordó.
Desde su adolescencia comenzó a visitar planetarios y observatorios, además de leer libros sobre astronomía. Así fue como se convenció de que a eso quería dedicarse durante su vida llevándola a obtener su licenciatura en Física en la Universidad Simón Bolívar (USB) en Caracas.
«La influencia de mis padres, familia, amigos y maestros contribuyó a orientarme hacia la ciencia y la tecnología. Me motivaban, apoyaban y celebraban conmigo mis logros. Recuerdo una frase de mis padres cuando estudiaba la carrera de Física: ‘Si eres feliz sembrando papas en la luna, nosotros también seremos felices contigo’«, cuenta.
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Siguió estudiando para obtener una maestría en Física Fundamental, mención Astrofísica, en la Universidad de los Andes y en el Centro de Investigaciones de Astronomía Francisco J. Duarte (CIDA) en Mérida.
«Me mudé a Alemania para realizar mi doctorado en Astrofísica en la Friedrich-Schiller-Universität de Jena, con tesis en el Observatorio de Turingia. La decisión de marcharme a tierras teutónicas no fue fácil, sin embargo, los sueños se persiguen», asegura Rengel.
Una carrera marcada de proyectos
El proyecto Juice no es el primero de Rengel, pues ha participado en otros con el Observatorio Espacial Herschel, Rosetta y Sentinel 6.
Participó como científica de calibración en el Centro de Control de Instrumentos (ICC) del Instrumento Heterodino para el Infrarrojo Lejano (HIFI), un espectrómetro que permite estudiar la emisión de gas y polvo en el espacio interestelar y en el sistema solar.
Formó parte de la preparación y el análisis de datos centrados en la calibración del HIFI, responsable de campañas de software de prueba, creación y mantenimiento de documentación para astrónomos e investigaciones de evaluación de la calidad de los productos finales.
La venezolana también ha dirigido programas de observación de todo el mundo y ha participado en series de observación en el telescopio Schmidt de 2 m del TLS Landessternwarte Tautenburg en Alemania; en el telescopio Schmidt de 1 m del Observatorio Astronómico Nacional de Venezuela y en el telescopio de 2.2 m de Calar Alto en España.
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«La ciencia es pensamiento crítico y estudio de la naturaleza, pero requiere inclusión, pensamiento creativo y comunicación abierta. A veces la calidez del latino sirve de combustible para comprometernos un poco más con la comunidad, crear redes, despertar nuestra curiosidad y encontrar respuestas a las preguntas más complejas del mundo y hasta del universo», expresa la científica.
Rengel espera que en el futuro se puedan realizar grandes proyectos como el Juice en Venezuela. Explica que para ello se requiere de colaboración internacional. Por los momentos, sus metas se enfocan en continuar aportando a la sociedad a través de los avances científicos y tecnológicos.
«Este tipo de trabajo requiere colaboración internacional, numerosas instituciones, países, empresas, contratos industriales y personas. Ojalá Venezuela pudiese llegar a entrar en este tipo de colaboraciones en un futuro, para que personas como yo, y muchas otras, puedan desarrollar proyectos como éste dentro del país», comentó.