Santa Bárbara de Zulia.- El asesinato del migrante zuliano Ricardo Araujo Parra, de 24 años, se originó en medio de una discusión entre uno de sus empleados con otros hombres en Santiago de Chile. Ser mediador de aquel acalorado encuentro, tras un choque de vehículos, le valió la vida al emprendedor venezolano.
Así lo cuenta vía telefónica uno de los mejores amigos de Ricardo desde la capital chilena este martes 29 de septiembre, cuando intenta agilizar la repatriación de los restos de la víctima, quien aprovechó para aclarar las versiones aportadas a El Pitazo y otros medios del Sur del Lago por lugareños del poblado de 4 Esquinas, en el municipio Francisco Javier Pulgar del estado Zulia, de donde era oriundo Ricardo.
Su amigo, a quien llamaremos Antony, dice que Araujo Parra no conducía un vehículo cuando lo asesinaron delante de dos familiares y por defender a uno de sus trabajadores. Contó que Ricardo departía el sábado 26 de septiembre en su vivienda situada en la calle Clotario Blest & Departamental, en la comuna Pedro Aguirre Cerda de la región metropolitana del país suramericano. En esa casa vivía él, su novia, una hermana, un cuñado y dos primos.
Alrededor de las doce de la medianoche, Alí, uno de los choferes que trabaja en la tintería de Ricardo Araujo, salió del inmueble para irse a su casa. A pocos pasos de la vivienda donde compartían, otro vehículo en marcha tipo Sedan impactó la unidad Shery de Alí. El estruendo hizo que Ricardo saliera diagonal a su casa junto a sus primos Yender y Asnoldo. A su salida, la discusión con los chilenos del otro automóvil subía de tono.
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La situación se tensionó aún más cuando los hombres partieron un vidrio del carro de Alí y éste en respuesta cacheteó a uno de los hombres del auto Sedan. Araujo intercedía para apaciguar los ánimos, pero el otro conductor tenía el orgullo herido.
Pese a la disposición de Ricardo de hacerse cargo por los daños ocasionados, sin que Alí tuviese la culpa, las amenazas e insultos continuaban. Uno de los hombres dijo que eso no se quedaría así y efectuó unas llamadas.
A los pocos instantes otros connacionales a bordo de un Chevrolet Traker llegaron a acompañar a los del automóvil Sedan, según los testigos. Primero robaron a los presentes y cargaron en el vehículo varias pertenencias. Inmediatamente uno de ellos desenfundó un arma y le disparó a Ricardo en la región torácica, debajo de la tetilla izquierda. La tragedia llegó con un baño de sangre.
Los atacantes desaparecieron con prisa y dejaron el cuerpo de Ricardo tendido en el pavimento. Sus primos lo llevaron rumbo al hospital más cercano, ubicado a tres minutos de distancia sobre ruedas, pero nada pudieron hacer, pues falleció antes de ser ingresado a la sala de urgencias. Tuvo una hemorragia.
Una comisión de la Policía de Investigaciones de Chile (PDI) es la que lleva el caso. Para Antony, amigo de Ricardo, no hay certeza del tipo de armamento o la procedencia de los hombres que robaron a los venezolanos y luego mataron a uno de ellos. “Hubo más violencia que fobia”, remarca.
Ricardo, hijo del ganadero Julio Araujo en el poblado de 4 Esquinas al sur del estado Zulia, se fue hace más de dos años rumbo a Chile con el deseo de prosperar como lo han hecho miles de venezolanos debido a la crisis económica del país. Allí inició de taxista del servicio Uber y luego con sus ahorros abrió una venta de pinturas y ferretería. Su empresa daba frutos y planeaba tener familia junto a su novia.
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Los padres de Ricardo y el resto de familiares han hecho trámites para que el cuerpo sea repatriado hasta Bogotá. Tienen buenas relaciones con el exgobernador de Zulia, Francisco Arias Cárdenas. Este martes 29 estaban en espera de que un fiscal autorizara si el cuerpo podrá ser transportado en un vuelo. Desde el mismo día del homicidio familiares y amigos adelantaron documentos migratorios ante el consulado venezolano en Santiago de Chile.
En medio del dolor sólo esperan poder dar cristiana sepultura a Ricardo. La meta es que los restos reposen junto a su familia en Venezuela, de donde se fue sin pensar que la muerte lo sorprendería a tan corta edad.