Acarigua.- El deterioro por abandono de los centros educativos públicos de la zona este y otras Acarigua, en Portuguesa, se evidencian en las filtraciones, fallas eléctricas y el nivel del monte que presentan el preescolar y escuela «Rómulo Gallegos» y la UEN «Ramón Colmenares», ubicadas en la urbanización Durigua.
Los vecinos, en su mayoría representantes de niños que son parte de la matrícula de estas instituciones educativas, denunciaron que tras la suspensión de actividades desde marzo de 2020, por la pandemia del COVID-19, las escuelas quedaron en el olvido, y los organismos del Estado nunca más volvieron para hacer el mantenimiento adecuado por lo que se han convertido en ruinas.

Carlos Galíndez, sindicalista y miembro del consejo comunal de Durigua sector 3, indicó que mientras los planteles permanezcan en dichas condiciones, no se puede retomar las clases presenciales, ya que es insalubre y representante un peligro tanto para los estudiantes como para el personal.
«El supuesto llamado a reiniciar clases presenciales hecho por el Gobierno, a partir del mes de octubre, no va a ser posible debido al estado de abandono en que se encuentran, al menos estas tres instituciones, aunque sabemos que todas las escuelas públicas están en las misma, cayéndose a pedazos», expresó.
A través de un recorrido hecho por Galíndez y otros vecinos de la comunidad, en estos centros educativos, y dejando un registro fotográfico, pudieron evidenciar que la maleza ha crecido sin control en las áreas verdes y en la cerca perimetral.
«Hay filtraciones en techos y paredes por las lluvias. Todo el sistema eléctrico tiene fallas y peor aún, la institución, como algunos sectores de nuestra comunidad no cuenta con el servicio de agua. Ni hablar de la suciedad que hay en todas las áreas por la falta de mantenimiento», explicó.

Añadió que la incursión del hampa ha dejado sin ventanas a algunos salones y oficinas, ya que durante estos 17 meses, las escuelas no han tenido vigilancia, ni policial ni privada.
«Con todo esto no hay ni la más mínima medida de bioseguridad, a lo que se suma que los docentes, en su gran mayoría, no ha sido vacunados y mucho menos el alumnado. Y además, hay que agregar el salario paupérrimo, de menos de cinco dólares quincenales que devenga el magisterio. En Portuguesa hay más de 3 mil trabajadores suspendidos bajo el argumento de cambio de modalidad de pago, entre ellos obreros, personal administrativo y docentes», sostuvo.