San Cristóbal.– La falta de combustible y electricidad tiene afectados a los pacientes renales en el estado Táchira, ya que no pueden movilizarse hacia los centros de salud por escasez de gasolina, y algunas veces no pueden dializarse porque no hay gasoil para encender la planta generadora de electricidad.
Quienes tienen vehículo deben pasar hasta tres días en cola para poder llegar tres veces por semana a las unidades de diálisis. Otras personas dependen de colas o del transporte público, lo que los limita, y por eso han disminuido los días de tratamiento de tres a dos.
Además, entre los pacientes compran el gasoil que requiere la planta eléctrica —prestada— para que funcione cuando se va la luz, pues no han conseguido apoyo de las autoridades en materia de combustible, y a pesar de que les asignaron una estación de servicio, tan solo pueden pasar 20 personas, lo que es insuficiente.
Karina Castro es madre de una joven de 18 años de edad, que comenzó a dializarse después de que perdiera su trasplante de riñón porque al Hospital del Seguro Social no llegaban los medicamentos que requería. Destacó que a medida que pasa el tiempo la situación para los pacientes renales es más complicada por la falta de medicinas, de agua, electricidad y gasolina.
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Denunció que no tienen prioridad para abastecer gasolina. “Es mentira lo de las prioridades porque a nosotros nos ha tocado comprar las pimpinas de gasolina en 40 mil y 60 mil pesos, porque son tres veces a la semana que se viene para acá”. En la estación de servicio es solo una vez que surten, y a 20 pacientes renales. Son muchos más los que hay en San Cristóbal; con una vez que surtan 40 litros no es suficiente”.
Relató que en diciembre su hija estuvo hospitalizada en el Seguro Social y gastaron la gasolina que tenían trasladándose a comprar medicamentos. “Donde se presente una emergencia de ese tipo y no haya gasolina ¿qué se puede hacer? Porque ni taxis hay, y un paciente no se puede trasladar en buseta”, acotó.
Menos días
Gregoriana Contreras es de Rubio, municipio Junín de la frontera tachirense. Para llevar a diálisis a su esposo tiene que recurrir a colas o al transporte público, lo que los ha obligado a faltar algunos días. Indicó que lo mismo ocurre con otros pacientes.
“Para poder trasladar a mi esposo tengo que venirme en buseta. No tenemos carro; hay un señor que nos trae, pero no tiene gasolina. Nosotros somos de bajos recursos y nos ha tocado hacer pote a pote para poder recoger plata y trasladarnos hasta aquí. Hay pacientes que no vienen a diálisis sino dos veces a la semana porque no tienen cómo”, acotó.
Por su parte, Pedro Soto, de 79 años de edad, expresó que los apagones los agobian porque no tienen acceso a gasoil para la planta eléctrica y tienen que comprarlo revendido. Acotó que para él movilizarse a la unidad de diálisis con su esposa, su hijo debe pasar días en cola.