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martes, 20 mayo, 2025

Mulas humanas dificultan el cruce hacia Venezuela por Puente Internacional Simón Bolívar

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Cúcuta.- «Abran paso, voy cargando 100 kilos»; «abran paso, que esto pesa», grita un hombre sin camisa, sin zapatos y usando un short de color azul, sobre el Puente Internacional Simón Bolívar, que comunica a Villa del Rosario —Departamento Norte de Santander, Colombia, con San Antonio —municipio Bolívar del estado Táchira, Venezuela.

«Use alas»; «compre un avión», son las respuestas de las decenas de venezolanos que tampoco pueden pasar por el margen de un metro de distancia que fue habilitado para regresar a Venezuela. Pero el mayor embudo lo hacen los containers.

Regresar a Venezuela entre maletas y bolsas de mercado se hace cada vez más difícil | Foto: Mariana Duque


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¿Quiénes son ellos?: venezolanos provenientes del centro del país que llegaron a Villa del Rosario, sector conocido como La Parada de Cúcuta, en búsqueda de trabajo.

Antes del cierre de frontera decretado el 22 de febrero de 2019, un día previo al intento fallido del paso de ayuda humanitaria, eran carretilleros; es decir, quienes llevaban el mercado de los venezolanos que así lo requerían, a cambio de 4.000, 5.000 o 6.000 pesos.

Pero en medio de esos tres meses de cierre de frontera, tuvieron que buscar alternativas, y empezaron a cargar sobre hombros las bolsas, maletas y bolsos de quienes requerían cruzar por las trochas.

Cuando habilitaron el paso por los puentes para casos especiales (personas de la tercera edad, estudiantes, mujeres embarazadas, y pacientes), aparecieron unos costales de rayas de diversos colores, con una cinta que se coloca en la frente de quien los cargue sobre sus hombros, como una especie de gancho de seguridad para sostenerlos.

En esos sacos pasan el mercado de quienes cruzan al vecino país en búsqueda de alimentos, lo que antes iba en carretillas, pero ahora se ha convertido en un problema porque retardan el paso, que cada vez se hace más angosto.

«Esto es imposible, por eso en otros países no nos quieren, no es que estos señores no trabajen, es la forma, cómo nos gritan, ni se visten, nos golpean, es insoportable venir», expresó Marielis Méndez, mientras cruzaba el puente.

Por su parte, Eduardo Zambrano manifestó que lo que se vive sobre los puentes no es un paso humanitario, porque no tiene nada de humano que personas regresen cargando maletas y costales, sufriendo gritos y empujones, cuando por este punto pueden pasar vehículos.

Arrastrar carretillas sobre el Puente Internacional Simón Bolívar es casi imposible | Foto: Mariana Duque

Para Milangela Ortiz la situación que se vive en los puentes demuestra cómo ha desmejorado la educación del venezolano. «Señoras como yo, ya viejas, gritándole al oído a los demás, diciéndoles groserías a los cargadores, de verdad que nos acabaron como sociedad», agregó.

Un mercado persa

El Puente Internacional Simón Bolívar se ha convertido en un mercado persa. El comercio informal de venezolanos que venden desde chucherías hasta ropa ya no solo está en las calles de La Parada, por demás llenas de tierra y contaminación, sino también en los márgenes del puente.

A un lateral del puente las ventas de todo tipo de mercancía hacen más difícil el paso | Foto: Mariana Duque

En el lateral derecho (para quienes van regresando hacia Venezuela) al menos 100 personas gritan «a la orden», «por mil pesitos», «chocolates ricos», «se venden velas», «pastillas anticonceptivas, para el dolor de cabeza», «los zapatos están baratos», lo que hace más complicado el cruce de ciudadanos.

La apertura del paso peatonal por los puentes internacionales Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander y Unión, después de más de tres meses de haber estado cerrada la frontera de Venezuela con Colombia, fue un alivio para quienes tenían que cruzar por la trochas porque no contaban con un informe médico que les abriera las puertas de los funcionarios de la Guardia Nacional. Sin embargo, poco de humanitario tiene cruzar en medio de estas circunstancias.

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