San Antonio del Táchira.- “Tuve mucho temor de caer al río, golpearme con una piedra y quedar ahí. Pensé que se me había reventado la cabeza cuando mi cuerpo quedó en el aire”. Eso fue lo primero que pensó Yanalet Alemán, la noche del viernes 13 de agosto, mientras estaba suspendida, luego de que la tabla del puente improvisado por el que transitaba para cruzar de Colombia a Venezuela se partiera y la hiciera resbalarse.
La mujer de 38 años, oriunda de San Antonio del Táchira, zona fronteriza de Venezuela con Colombia, cruzó a Cúcuta aproximadamente a las ocho de la mañana, con su esposo, para hacer diligencias propias de su trabajo como comerciante, mercancía que negocia a través de las redes sociales. En el retorno a Venezuela, alrededor de las 7:30 pm, ocurrió el accidente en el que quedó lesionada. Contó a El Pitazo, vía telefónica, este lunes 23 de agosto, que el hombro, el seno, la pierna y el pie izquierdo fueron las partes de su cuerpo donde tuvo las mayores lesiones.
Las trochas son caminos improvisados sobre o a través del río Táchira, que divide a ambos países. Según la Policía Metropolitana de Cúcuta, hay al menos 50 pasos irregulares a lo largo de todo el eje fronterizo que son usados las 24 horas, por lo que ninguna autoridad colombiana o venezolana tiene un estimado de cuántas personas cruzan a diario.
Al estar cerrados los puentes internacionales, Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander, estas zonas boscosas son usadas por quienes requieren hacer algo al otro lado de la frontera. Al tener que atravesar el río, los llamados trocheros, con el pasar del tiempo, se dedicaron a hacer puentes improvisados con costales llenos de arena y pedazos de madera para que las personas no crucen propiamente por el agua.
“Eso es un puente improvisado, le ponen unas tablas de madera y le ponen unos tubos. Cada vez que uno pasa le piden colaboración de 500 o 1.000 pesos colombianos. Dicen que a uno le cobran por el mantenimiento de esos puentes. Esa es una de las tantas trochas que hay; queda en el sector Las Pampas. Pasamos por esa porque es la más corta y la más rápida”, explicó Alemán.
La agonía para ser atendida
Aunque caerse fue toda una tragedia, las horas siguientes fueron para la mujer y su esposo una agonía. En una zona donde las fallas eléctricas son constantes y la crisis hospitalaria se refleja en este tipo de casos, Alemán estuvo, desde las 7:30 pm hasta las 11:00 pm, dando vueltas por San Antonio del Táchira tratando de ser atendida, sin éxito.
A su esposo le tocó pedir ayuda para poder sacarla, pues quedó guindando y herida del lado izquierdo del cuerpo. “Los ligamentos los tengo mal, tengo una fisura, me duele mucho la cabeza”, indicó.
De ahí -de la trocha- la llevaron al Hospital Samuel Darío Maldonado, en San Antonio del Táchira, pero no había radiólogo, no había traumatólogo y quienes estaban le inmovilizaron el brazo, pues era lo único que podían hacer por ella.
Al no poder ser atendida en el centro de salud público del municipio, su esposo la llevó hasta la clínica Argus, también en la zona, pero allí no había luz y solo atendían emergencias. En el caso de ella se requería hacerle una radiografía y que la revisara un traumatólogo. Allí le recomendaron ir hasta el centro médico del Rotary, pero tampoco había especialista que pudiera atenderla.
El dolor y la desesperación no eran fáciles de sobrellevar. Volvió al hospital para que le pusieran algo para el malestar y al saber que ya había electricidad, volvió a la clínica, pero seguían sin tener un traumatólogo. “Hasta las 11:00 pm estuve en esa odisea dando vueltas de allá para acá y nada. Me trajeron a mi casa, no dormí nada, y al día siguiente, a las siete de la mañana, bajé a la clínica, esperé por el traumatólogo y me mandó reposo absoluto y tratamiento intravenoso”, dijo la mujer.
Heridas sin responsables
Yanaleth Alemán habló entre lágrimas con El Pitazo para contar lo sucedido. La indignación de haberse caído y lastimado por verse en la necesidad de cruzar la frontera por trochas crece cada día del reposo absoluto que cumple, mientras hace terapias de rehabilitación para las lesiones en sus extremidades.
“Yo quiero que esto se acabe ya, que abran esos puentes, esto es demasiado. Delante de mí pasó una muchacha embarazada, no imagino si hubiese sido esa muchacha la que se cayera. Pero en mi caso, ¿quién me paga a mí todo esto? Gracias a Dios, mi esposo trabaja y él cubrió los gastos. Pero me hubiera partido la cabeza, me hubiera enterrado una tabla de esas y ahí nadie le responde a uno. Yo pido que ya estas humillaciones terminen. El riesgo que uno corre por esas trochas es grande y nadie hace nada. Nadie”, aseguró Alemán.
La frontera entre Venezuela y Colombia fue cerrada totalmente en agosto de 2015. En 2016, las autoridades permitieron el tránsito de manera peatonal. Tras el intento de ingreso de ayuda humanitaria a Venezuela en febrero de 2019, en los puentes internacionales hay contenedores con los que el paso se hace incómodo para los transeúntes. Con la llegada del COVID-19, nuevamente fue cerrada por completo y, aunque Colombia autorizó la reapertura el pasado 1° de junio, Venezuela no lo ha ejecutado, al ser considerada por Freddy Bernal, representante de Nicolás Maduro en Táchira, como una decisión “unilateral” del vecino país.