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jueves, 28 marzo, 2024

Habitante de Trujillo: “Me da tristeza ver a mis hijos hacer tarea a la luz de las velas”

Carmen Rusa, habitante de un campo agrícola del municipio Trujillo y madre de dos niños, contó cómo es vivir sin electricidad. Hace ocho meses se quemó un transformador y Corpoelec no ha dado respuestas. Unas 15 familias están afectadas

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Valera.- Carmen Julia Ruza, una ama de casa del sector La Ciénaga,  en el municipio Trujillo, capturó con su celular el momento en el que su esposo ayudaba a sus dos hijos a hacer las tareas, mientras se iluminaban con la luz de una vela en la mesa del comedor.

“Que tristeza, indignación, descontento y ganas de llorar da ver a mis hijos hacer sus tareas a la luz de las velas y muchos otros a gasoil. ¿Será que el gobernador y al alcalde no les duele ver esto o será que ellos no tiene hijos quienes desean aprender y salir adelante?” escribió Ruza, junto a la foto, y la envió al grupo de WhatsApp de los Clap de la parroquia Monseñor Carrillo.

No hubo respuesta de ningún líder político o autoridad, ni siquiera de los demás consejos comunales. Ruza confesó a El Pitazo, en la mañana de este sábado, 28 de noviembre, sentirse decepcionada, porque los gobernantes se olvidaron de ellos, luego de buscarlos para conseguir votos en períodos electorales. 

Hace ocho meses, exactamente desde abril, avisaron a Corpoelec Trujillo que el transformador, al cual están conectadas 15 viviendas, explotó en una noche de tormenta, a causa de un rayo. 

Pese a haber recibido inspecciones de la empresa, no han tenido una solución. Les explicaron que no tienen equipos para reemplazarlo y unas 40 comunidades están en una lista de espera. Incluso el alcalde, Angerson Hernández, les pidió paciencia. 

“Hace como 22 días el alcalde colocó unas bombillas en una comunidad de la parroquia. Le toqué el tema, que se pusiera la mano en el corazón y nos ayudara. Nos dijo que esa comunidad tenía esperando dos años esas bombillas y nosotros debíamos tener paciencia. ¿Más de la que hemos tenido?”, dijo la mujer. 

Salud deteriorada 

La Ciénaga, ubicada a unos 40 kilómetros del centro de Trujillo y 2.322 metros sobre el nivel del mar,  es un campo agrícola en el cual se producen fresas, papás,  zanahorias, trigo, arveja, habas, repollo, remolacha, maíz y cebollín.

Estos alimentos los llevan a los mercados de la región para beneficio de todos,  pero irónicamente ellos no pueden refrigerar sus propias comidas. Una situación que ha deteriorado su salud física y mental.

“De carne, pollo y pescado compramos lo que vamos a comernos de una vez, por el riesgo de que se dañe. El resto de los alimentos, como es una zona fría, duran más” contó Ruza, a quien le preocupa el aumento de enfermedades respiratorias por el uso de mecheros de gasoil. 

Las velas, según Ruza, les cuestan un dólar cada una y se agotan con rapidez. En consecuencia las lámparas caseras son la única opción.

“Hay tres personas con discapacidad, siete adultos mayores con enfermedades crónicas, cardiovasculares. Les ha dado asma por el humo del mechero y a los niños les dan gripes todo el tiempo. Necesitan nebulización, pero no hay electricidad para enchufar el aparato» dijo Ruza.

Además de estas 10 personas con enfermedades o discapacidades,  hay una joven insulinodependiente, quien debe caminar 30 kilómetros de carretera asfaltada y 17 kilómetros sin asfaltar para poder mantener refrigerado el medicamento. 

Este trayecto es el mismo para los padres, quienes deben cargar sus celulares y apoyar a sus hijos en el envío y seguimiento de sus asignaciones escolares.

Ruza manifestó que ha sido difícil, pero los afectados no se han rendido en la búsqueda de soluciones. 

Una posible solución 

Se dirigieron a la sede del laboratorio del Instituto de Investigación Agrícola (Inia), inaugurado hace más de seis años para apoyar a los agricultores, pero que ahora está inactivo y en manos de la Fuerza Armada Nacional. 

En ese lugar, de acuerdo a Ruza, tienen cuatro transformadores y uno está disponible para la comunidad. Sin embargo, una capitana, encargada del laboratorio, se los negó.

“La única opción que teníamos era que el Inia nos prestara el transformador comunitario, pero la capitana Rodríguez nos dijo que no, pese a que tienen el deber de ayudarnos, porque para eso se formaron», expresó la ama de casa, quien añadió seguirán con su petición hasta ser escuchados, sin importar cuántas veces los ignoren.

«Aquí hay más de 30 niños, en preescolar, en primaria, que deben necesitan enviar sus actividades por el teléfono, que se debe cargar. La electricidad es indispensable para todo«, finalizó la ama de casa. 

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