Táchira.- La joven de 27 años, Shabely Durán, hace pasantías en el centro centinela del estado Táchira. Saber que se podía vacunar fue un momento emotivo para ella. Vivió como médico e hija la enfermedad y muerte de su papá, José Luis Durán, quien además era director de presupuesto de la Gobernación del Táchira.
“Creo que después de haber vivido toda la experiencia de la enfermedad de mi papá, tener la oportunidad de acceder a una vacuna como personal de salud es un privilegio. La vacuna es una luz al final del túnel, un poco de claridad en la oscuridad”, dijo a El Pitazo Shabely Durán.
La esperanza en la vacuna creció tras la muerte de su papá, pues él no solo se contagió y ella lo acompañó, sino que debió vivir como médico y como hija 21 días desde el primer síntoma hasta que murió en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Central, donde hace pasantías la joven.
Lo vivido lo recuerda de memoria. Primera valoración el 4 de diciembre y saturación de 98 %. El 8 de diciembre, tras recibir oxígeno en casa, le ordenaron llevarlo a UCI y las primeras palabras del médico al ver a su padre fueron: “Es muy poco probable que tu papá empeore”.
Al ser estudiante de medicina, nunca había entrado al área de COVID-19, pero cuando su papá debió ser ingresado, no dudó en mudarse con él y atenderlo. Al estar allí, no solo cuidó de “lo más importante” de su vida: también ayudó y acompañó a otras personas que requerían atención.
“Ni Dios entraba al área COVID-19”
Como familiar de un paciente, vivió el miedo de perder a su ser amado. Estuvo presente cuando su papá fue intubado. Es uno de los recuerdos más frescos que tiene. “Mi papá, minutos antes de intubarlo, me dijo: ‘Hija, deme chance, súbame un poquito más el ventilador y yo le prometo que me voy recuperando’, pero ya no le podía mandar más oxígeno por el ventilador, ya le había dado todo el que podía. Mi papá cumplía más de seis criterios de intubación”, comentó.
Desde su punto de vista, el coronavirus es una enfermedad de azar. “En ese lugar vivía el que debía vivir; la energía era terrible. Yo le decía a mi familia que ahí —en el área COVID-19— se instaló la muerte y ni Dios entraba”, dijo.
A su papá lo desintubaron el 27 de diciembre en la mañana; ya cumplía con los parámetros respiratorios para retirar el tubo. Todo iba saliendo bien, pero no reaccionaba a los sedantes. Desde ese momento aparecen los peores recuerdos de Shabely Durán.
“Mi papá tenía consecuencias por el tubo; como estaba muy sedado no se podía mover. Yo estuve con él toda la noche, pero algo me decía que algo estaba mal. Mi papá se empieza a ahogar, yo empiezo a aspirar a mi papá. Aspirarlo, aspirarlo, aspirarlo y ahí me convulsionó en las manos; cuando papá convulsiona en mis manos, yo perdí el control. Entendí por qué no nos dejan atender familiares, porque es como si no supieras nada, se te olvida todo”, precisó la joven de 27 años.
El inevitable adiós
José Luis Durán fue intubado por segunda vez y su hija se quebró en todos los sentidos. Con sus conocimientos médicos sabía lo que estaba por pasar. Dijo a El Pitazo que aún no se quita de la cabeza la imagen de su papá convulsionando. En ese momento supo que su padre iba a morir.
“Me senté y le dije que si se tenía que ir que yo iba a estar bien, que me iba a encargar de graduarme, de mi hermanita y que no se preocupara, que si era por mí, que no se estaba yendo, que yo lo dejaba ir, que nosotras íbamos a estar bien. En ese momento uno no puede pensar, rezar o hablar, pero con la poca fe que me quedaba recé un Padre Nuestro y le dije que yo se lo entregaba, que le entregaba lo que yo más amaba y que yo había hecho lo humanamente posible y que lo iba a extrañar mucho, pero que aceptaba la voluntad de Dios”, recuerda con lágrimas.
Ese 27 de diciembre fue la única noche que no tuvo fuerzas para quedarse con su papá. El dolor de haberlo visto convulsionar y de intuir lo que inevitablemente iba a pasar, era demasiado. A las tres de la mañana se fue a su casa, tomó algo para dormir, pues tenía tres días sin conciliar el sueño, y al despertar, ya su papá se había ido.
“En la mañana cuando me levanté ni siquiera sabía que mi papá se había muerto. Fue que la gobernadora publicó una nota de duelo y a mis hermanas las llamaron. Fue un momento muy duro, porque tampoco respetaron que era el papá de alguien”, indicó.
Shabely Durán dedicó 20 días enteros a su papá. Lo atendió, lo acompañó, lo asistió y siempre estuvo a su lado en la UCI. “Mi papá me dijo que yo era su ángel y que pasara lo que pasara él iba a estar amándome y agradecido conmigo y al menos yo estuve ahí y no todo el mundo lo puede contar. Eso me marcó en lo bueno y en lo malo”, dijo la estudiante de medicina.
Cree firmemente en la vacuna contra el COVID-19 con más convicción por su papá. “Mi papá falleció por COVID-19 hace dos meses. Hoy es un día que va a quedar marcado en mi vida, porque tuve una alternativa a la que mi papá no pudo tener acceso, porque el tiempo no estuvo de nuestro lado. Si está a su alcance, no pierdan el chance que muchos no tuvieron”, dijo el 20 de febrero, cuando recibió la primera dosis de la vacuna.
Esta nota se publicó originalmente en febrero de 2021