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jueves, 28 marzo, 2024

Artesano sueña con un Guinness por bate de béisbol más grande del mundo

Pedro Ruiz es artesano desde hace 50 años. Su mayor sueño es que la organización Guinness le otorgue un récord por hacer el bate de béisbol artesanal más grande del mundo. La venta de su carro, el canje de dos pimpinas de gasolina y muchas lágrimas marcan su historia

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San Cristóbal.- Con dos pimpinas de gasolina empezó el sueño de Pedro Ruiz, un artesano de 65 años oriundo del estado Táchira. En 2021 viajó a La Fría, municipio García de Hevia, a buscar la madera con la que iniciaría su proyecto. Con pocos recursos económicos fue a tratar de encontrar la materia prima. Su mayor sorpresa fue cuando el carpintero le dijo que podía dársela a cambio de dos pimpinas de gasolina para su camión. Con aproximadamente 40 litros del hidrocarburo, logró dar el primer paso.

Para ese entonces, conseguir gasolina no era fácil en Táchira. Las kilométricas colas y las restricciones por número de placa marcaban la rutina de los ciudadanos. Ruiz compró en el mercado negro a precio de reventa la gasolina, pero llegó a su hogar en Puente Real, en San Cristóbal, feliz por haberlo logrado.

En su mente ya todo estaba preparado: un bate de cuatro metros adornado con el escudo y la bandera de Venezuela. Una cinta tricolor para tapar un desperfecto y su nombre con el número de contacto.

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“Va a tener escrito ‘Made in Venezuela’, como dice el presidente”, expresa con emoción. Antes de emprender su camino para hacer el bate artesanal más grande del mundo, Ruiz tocó puertas en todos los niveles de gobierno en busca de apoyo económico para costear una cirugía ocular que requiere con urgencia. Viajó a Caracas y en Miraflores entregó un bate y un trofeo hechos por él como regalo a Nicolás Maduro. Pretendía lograr la ayuda que necesitaba, pero fue en vano.

Intervención médica y aporte económico eran las prioridades de Pedro Ruiz, pero para febrero de 2023 no había logrado ninguna; sin embargo, no se paralizó por eso. Un año antes, en febrero de 2022, vendió su carro para instalarse en un espacio del parque Torbes, conocido en Táchira como la curva de los peluches. Allí el administrador del parque le permitió trabajar y mostrar sus artesanías. Con el dinero del vehículo acondicionó el lugar y lo convirtió en su taller, en su sitio para soñar y en su mayor logro.

El camino para el bate artesanal más grande del mundo

Y hace énfasis en que el logro es suyo por tantas veces que pidió ayuda y no la obtuvo. “Yo fui a tratar de hablar con el alcalde para que me ayudara aunque sea a acomodar el piso, se lo he dicho desde febrero y el alcalde no me ha ayudado en nada. Me tocó vender mi carro para poder llegar hasta donde estoy. Al gobernador le envié cartas. Desde febrero (2022) estoy detrás de ellos y nunca me han prestado atención. Yo fui a hablar con el presidente y le llevé un bate de béisbol y le llevé un trofeo. Necesitaba de él porque estoy malo del ojo y él me dijo que me operara en una clínica donde yo pudiera estar cómodo y él pagaría, pero no pasó”, explica con tristeza.

Las lágrimas son inevitables para Pedro Ruiz al mencionar su condición de salud. Desde perder el tiempo en hospitales hasta una mala praxis debió vivir por la falta de recursos y de ayuda de las autoridades encargadas. “Da tristeza decir esto, pero yo estoy mal de la vista. Quiero que me ayuden a operarme. Llorando se libera un poco el estrés”, se excusa el hombre en medio de su llanto.

El espacio donde hizo el bate espera convertirlo en un referente de artesanía nacional. l Foto Lorena Bornacelly

No sabe con certeza lo que tiene, pero entiende que es un problema en la retina. De allí que la cirugía y la atención debe ser de un especialista. “Me tiene que operar un retinólogo, no un cubano ni otro que no sepa nada de la retina”, explica. Por un mes fue a diario al Hospital Central de San Cristóbal hasta conseguir cita con un médico del área de oftalmología, pero la indicación fue clara: no hay retinólogo ni láser para ese tipo de cirugías. La ilusión de operarse y trabajar cómodo de la vista se desvaneció.

Y de hecho empeoró cuando fue a un médico que le ofreció la intervención quirúrgica y resultó peor para él. “Aquí caí con un supuesto oftalmólogo que me fregó el ojo este -el izquierdo-. Yo veía como en 30 % y ahora veo como 5 %. Lo grande, lo veo enorme y lo pequeño lo veo mínimo. Me distorsionó la visión”, relata el artesano.

Pese a ello, avanzó en la realización de su bate con la ilusión de llamar la atención de la organización Guinness y tener su récord mundial. Para él, eso marcaría el mayor logro de su vida como artesano, oficio que aprendió a los 15 años y que no ha dejado de practicar durante toda su vida.

Un sueño utópico

El bate artesanal más grande del mundo es la construcción de Ruiz. Durante todo el 2022 trabajó en ese proyecto hasta lograrlo a finales del año, tal como lo imaginó. Actualmente, el bate adorna el espacio que le fue cedido para mostrar su artesanía y en el que fabrica juguetes de madera tradicionales, como yoyos, perinolas, maracas y carritos para niños. Su siguiente proyecto es convertir el rectángulo donde se ubica en un café y venta de los productos que hace a mano cada día.

Sobre el récord Guinness poco sabe. Ruiz es un hombre de bajos recursos. Vive en una zona popular de San Cristóbal, no tiene celular y poco maneja el internet, por ende, desconoce cómo podría escribir o notificar a la organización sobre su hazaña. Tampoco sabe que hay un bate gigante en la entrada del museo en Louisville, en Kentucky, Estados Unidos, que mide 37 metros. Cuando esta información salió a relucir en la entrevista, explicó que un bate de madera y artesanal no lo hay en el mundo. “Nadie lo ha hecho con sus propias manos”, dice con propiedad.

El punto donde trabajó en el bate y donde se encuentra casi todos los días está ubicado en una de las vías para ir a la frontera de Venezuela con Colombia. Recuerda que hace meses estaba allí y una camioneta se estacionó para ver lo que hacía. No le pareció extraño porque los transeúntes suelen hacerlo, incluso se toman fotos con el bate. Pero esa visita en particular lo marcó, pues se trataba de un extranjero que le dijo lo que tanto soñaba oír.

“Era un húngaro que estaba en Venezuela. Me dijo que él era de los Guinnes e iba a la frontera porque estaba en reuniones con unos músicos que rompieron un récord en otro estado. Le llamó la atención lo que hago. Me dijo que me postulara porque los artistas y artesanos tenemos muchas posibilidades de romper récords y enseñar nuestro talento. El problema es que como no tengo celular, no pude anotar su número. El anotó el mío, que en realidad es el de mi hijo, pero nunca me escribió o llamó y ahora yo no sé qué hacer”, dice.

Ahora, su día a día transcurre entre la esperanza de volver a tener contacto con alguien de la organización Guinnes y de que el gobierno regional lo apoye en la construcción del techo del espacio donde espera tener la venta de artesanías. “Todo lo he hecho yo solo a pulso, pero sí necesito ayuda, especialmente con la vista. Ya vendí lo único que tenía que era mi carro”, sentencia Ruiz.

El hombre, que vive con uno de sus hijos luego de que su esposa y demás familiares se fueran a Estados Unidos hace tres años y medio, se aferra a su sueño, a su ilusión y a su ejemplo de perseverancia. Tiene la certeza de que logrará grandes reconocimientos y será para los demás jóvenes y artesanos un referente. “Los sueños se cumplen a cualquier edad y la artesanía tachirense, la venezolana, es la más bella del mundo”, expresó con una sonrisa.

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