De las 350 empresas dedicadas a la confección de ropa, actualmente sólo quedan 20 y trabajan al 20% de su capacidad. Asimismo, dentro de la Asociación Textil Venezolana sólo quedan dos empresas produciendo telas

“Toda la ropa que vendo aquí es importada –indica Norma Uzcátegui–. Mi hermana y yo viajamos dos veces al año a Panamá y traemos todo lo que necesitamos para el local. Es muchísimo más barato traer la ropa de afuera y venderla que comprarle a un productor nacional. Aquí, el productor tiene que comprar la tela, insumos, pagar personal y eso aumenta los costos de la prenda”, explica.

De las 400 tiendas de ropa aproximadamente que habían en el Centro Comercial Lafayette, ubicado en el bulevar de Sabana Grande, y donde Norma tiene su local, casi todas están cerradas. “La mayoría de los vendedores decidieron cerrar porque las ventas son muy bajas y no cubren los costos para pagar personal y reponer mercancía. En comparación con otros años, por estas fechas ya todos los pasillos del centro comercial estaban repletos de gente comprando los estrenos para Navidad y Año nuevo”, dice.

En el Centro Comercial Lafayette, las pocas tiendas que quedan sólo se dedican a vender ropa traída de Panamá, Perú, China o Bolivia. El mismo patrón se observa en el popular mercado de ropa de El Cementerio, donde la etiqueta de cada prenda señala un país distinto de origen y sus precios marcados en divisas van desde 5 dólares por tres pares de medias hasta 16 dólares por un pantalón.

La poca existencia o inexistencia de ropa confeccionada en Venezuela es consecuencia de los controles de cambio, de los controles de precios y la falta de financiamiento para la compra de insumos. Esto último genera que los precios de las prendas nacionales sean más altos que los de las importadas.

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Es muchísimo más barato traer la ropa de afuera y venderla que comprarle a un productor nacional. Aquí, el productor tiene que comprar la tela, insumos, pagar personal y eso aumenta los costos de la prenda

Norma Uzcátegui, vendedora de ropa

La confección desaparece

De 350 empresas dedicadas a la confección de ropa afiliadas a la Cámara Venezolana de la Industria del Vestido (Cavediv) en el año 1996, actualmente sólo quedan 20. “El sector ha tenido una caída del 90% y esto se debe, un principio, a los controles cambiarios, a los controles de precios y a la inflación. Estas políticas asfixiaron a las empresas. Las obligaban a vender por debajo de los precios y, haciendo eso, no se pueden cubrir los gastos de producción. Además, hay una falta de jurisdicción, no hay leyes, aquí viene el Sundde y te lleva preso si quiere, sin tribunales y sin derecho a la defensa. Esto ocasiona es una inseguridad jurídica que aleja las inversiones, por eso muchas empresas cierran y se van”, explicó Roberto Rimeris, presidente de Cavediv.

Las empresas agrupadas en la cámara están trabajando hoy en día al 20% de capacidad. “Estamos con máquinas viejas, sin poder invertir, sin estar al día y operando con lo mínimo”, indicó Rimeris.

Asimismo, el presidente de Cavediv dijo que la mayoría de las personas están prefiriendo comprar ropa importada que la producida aquí, ya que como el dólar para las importaciones no está subsidiado, la materia prima que se compra para confeccionar la ropa en algunas ocasiones cueste igual que la prenda importada. “En estos momentos sale igual o más barato lo de afuera. Las empresas estamos trabajando al 20% de nuestra capacidad, eso quiere decir que nos está saliendo costosa la producción. Imagina que Rori tiene que confeccionar 100 trajes, tiene una estructura de gasto para producir esa cantidad, pero sólo está confeccionando 20, lo que sucede después es que esa estructura de gasto cae sobre esos 20 trajes nada más y la prenda se encarece mucho. En definitiva, la producción nacional está aumentando mucho su costo, por eso al comparar productos nacionales con los de afuera, compras el de afuera”.


El sector (confección de ropa) ha tenido una caída del 90% y esto se debe, un principio, a los controles cambiarios, a los controles de precios y a la inflación. Estas políticas asfixiaron a las empresas

Roberto Rimeris, presidente de Cavediv

Disminución en la producción de telas

En Venezuela no sólo se confeccionan prendas de vestir con tela importada, también hay empresas que se dedican a la producción de esta tela. Sin embargo, este sector se encuentra paralizado o produciendo a una muy baja capacidad.

Según David Fihman, presidente de la Asociación Textil Venezolana, actualmente, de las 25 empresas que agrupaba la asociación sólo quedan 2. “Esto se debe a que cortaron el suministro de divisas abruptamente y en el momento en el que lo hicieron no era legal importar con recursos propios, lo que trajo como consecuencia que los inventarios se agotaran y que las empresas decidieran cerrar”.

Hoy la asociación textil solo existe por su nombre. La disminución de la producción de las empresas que la conformaba es de 100%. “A mediados del año pasado comenzó la paralización total. En Hilados Flexilon, por ejemplo, ya no producimos nada. Los empleados siguen viniendo a cobrar sin trabajar. Con la inamovilidad laboral ellos dicen que no se van si no se quedan con media fábrica”, esgrimió Fihman.


aCTUALMENTE, DE LAS 25 EMPRESAS QUE AGRUPABA LA ASOCIACIÓN SÓLO QUEDAN 2


La crisis económica no sólo ha afectado a las empresas pertenecientes a la asociación, las que están fuera de ella también sufren los embates económicos. La imposibilidad de importar insumos para la producción de telas también ha afectado a la Textilera Sanson. “Todo está demasiado costoso y es imposible conseguir en el país los hilos para fabricar las telas”, indicó Erlys Abreu, trabajadora de la textilera.

Para la fabricación de la telas no sólo se necesitan hilos, sino también productos químicos como cloro, colorantes y sal para fijar el color de la tela. “Algunos de los insumos se compraban aquí, los colorante se traían de los Estados Unidos y los hilos de China y de la India, pero eso ya no es posible y como no podemos hacer telas, estamos confeccionando franelas con el inventario que quedó del año pasado”, explicó Abreu.

Según Abreu la Textilera Sanson ha disminuido su producción a 90%, ha reducido su personal y de lo que producía antes que eran franelas, chemises, ropa interior, medias y artículos para bebés, sólo pueden confeccionar franelas.

Lo importado más barato que lo nacional

El Pitazo realizó un recorrido por el mercado de ropa de El Cementerio, por el bulevar de Sabana Grande y el Centro Comercial Sambil y pudo constatar que una gran mayoría de tiendas se dedicadan a la venta de ropa importada que vienen de Panamá, China, Bolivia, Perú, Malasia y Camboya, y muy pocos locales con ropa de producción nacional. Asimismo, se pudo verificar la diferencia de precios entre una prenda y otra.

Daisy Jiménez tiene un mini local situado en uno de los tantos pasillos repletos de tienditas que hacen vida dentro del mercado de El Cementerio. Allí, Daisy se dedica a vender pantalones confeccionados por ella.

“El pantalón más sencillito te cuesta entre 7 y 8 dólares, y esos que están allá –señala unos pantalones colgados en ganchos en una esquina del local– que tienen diamantes y piedras de swaroski te cuestan 13 dólares”, indica la vendedora.

Mientras Daisy Jiménez menciona los precios, toma los pantalones de una pila que tiene en el piso, los voltea y con una tijera corta los hilos que sobresalen de la tela. “Para poder confeccionarlos, viajo a Colombia y de ahí traigo el millar de botones y los cierres; me salen más económico que comprar aquí y son de mejor calidad. La tela sí la compro aquí, pero no es tan buena”, dice mientras agarra un pantalón, lo estira y señala la transparencia que se forma.

Los pantalones de Daisy Jiménez, en comparación con los pantalones importados que venden en los demás puestos, son menos costosos. Si los de ella cuestan 13 dólares, en otro local se consiguen en 15 dólares o al mismo precio en que los vende ella. No obstante, sus ventas han disminuido: si antes vendía bultos, ahora la gente sólo se lleva de a uno o dos pantalones.


Para poder confeccionarlos, viajo a Colombia y de ahí traigo el millar de botones y los cierres; me salen más económico que comprar aquí y son de mejor calidad. La tela sí la compro aquí, pero no es tan buena”, dice mientras agarra un pantalón, lo estira y señala la transparencia que se forma.

Daisy Jiménez, comerciante del mercado El Cementerio

¿Por qué lo importado es más barato que lo nacional?

Henkel García, analista e instructor en finanzas y director de Econométrica, explicó que la dificultad de producir en Venezuela puede hacer que los costos finales de los productos tengan un peso más importante, por lo tanto el costo total pudiese ser más alto que en una economía sana.

“En el caso particular que vivimos ahorita, tiene mucho que ver con el tipo de cambio, porque hoy en día no hay bolívares y los que hay están demandando dólares. Esto hace que el cambio esté circunstancialmente bajo, entonces el producto importado es más barato que el nacional. Y esto no sólo ocurre con la ropa, sino con otra cantidad de bienes y servicios”, explicó García.

El director de Econométrica también dijo que la escasez de bolívares es producto de la economía sin financiamiento que tiene actualmente el país. “Un economía sin financiamiento y desmonetizada, cuya cantidad de dinero en circulación compra muy pocos bienes y servicios, es una situación muy dañina porque funciona como una especie de contención hacia el tipo de cambio y los precios internos, es decir, permite la desaceleración por todo ese proceso de la desaparición del crédito y hace que los precios de afuera sean más atractivos. Esto pone en dificultades al mercado interno”.

“Puedes sacar un producto de calidad, esforzarte todo lo posible para disminuir los costos para tener un precio competitivo con el importado, pero llega un momento en el que no puedes y eso pone en peligro a un gran número de puestos de trabajo. Si no vendes no puedes mantener a una empresa que da pérdida”, sentencia García.

La reinvención

La crisis que sufre la industria textil y de confección ha hecho que las mismas se reinventen y consigan maneras de seguir. “Algunas industrias han cambiado de rubro, por ejemplo Rori, que sigue haciendo trajes para caballeros, pero también uniformes a bancos y compañías. Otras empresas están sólo trabajando por pedido y otras ya no sólo confeccionan para su marca, sino que funcionan como talleres y le cosen a otras personas”, explicó el presidente de Cavediv.

Pequeños talleres dedicados exclusivamente a la confección, como es el caso del taller de Elmer Zevallos, años atrás confeccionaba 16.000 pantalones al mes para marcas como XC2, XIC & XIC, Ufo y New Horse. Hoy en día solo produce 4.000 porque las marcas han bajado su productividad y no envían modelos para la confección a los talleres. La situación lo llevó a crear modelos propios de pantalones y a confeccionarlos para luego venderlos por su cuenta.

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