El Vaticano y China anunciaron hoy que renuevan otros dos años su acuerdo, que seguirá siendo provisional, sobre el nombramiento de obispos en el gran país asiático al considerar que ha sido «positivo» durante este tiempo, aunque se reconoce que «quedan muchas situaciones de gran sufrimiento».
En el día en el que caducaba, los dos Estados renovaron el acuerdo que, en 2018, cuando se anunció, fue considerado un paso adelante en el establecimiento en las relaciones entre ambos Estados, que se interrumpieron en 1951.
La renovación de este acuerdo había provocado duras críticas por parte de la administración estadounidense con un artículo y varias declaraciones del secretario de Estado, Mike Pompeo, quien le dijo al Vaticano que perdería su credibilidad moral con este pacto.
«La Santa Sede, considerando que el inicio de la aplicación del referido Acuerdo, de fundamental valor eclesial y pastoral, fue positivo, gracias a la buena comunicación y colaboración entre las Partes en el asunto acordado, tiene la intención de continuar el diálogo abierto y constructivo para alentar la vida de la Iglesia católica y el bien del pueblo chino», comunicó el Vaticano en una nota.
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El Vaticano: acuerdo favorece a toda la comunidad internacional
El acuerdo provisional, al igual que hace dos años, se mantiene aún en secreto «por consenso» dada su naturaleza experimental, se explicó.
Después de un simple comunicado, el Vaticano confió sus impresiones en un artículo del diario oficial «L’Osservatore romano», al explicar que «la renovación, por lo tanto, del acuerdo provisional parece ser una oportunidad favorable para profundizar en su propósito y razones«.
A pesar de que esta renovación ha provocado las críticas de la administración estadounidense, el Vaticano recuerda que el propósito principal del acuerdo sólo es relativo al nombramiento de obispos en China y trata de «apoyar y promover el anuncio del Evangelio en esas tierras, restaurando la unidad plena y visible de Iglesia».
Por el momento, el acuerdo continúa sin cambios y considerado provisional y permite, como se pactó, que el papa esté implicado en el nombramiento de los obispos y los autorice, lo que hasta hace dos años no se permitía.
En estos dos años, se han nombrado bajo este marco dos obispos, Antonio Yao Shun, de Jining, región autónoma de Mongolia Interior, y Stefano Xu Hongwei, en Hanzhong, provincia de Shaanxi, «mientras que otros procesos para los nuevos nombramientos episcopales están en marcha, algunos en la fase inicial, otros en Etapa avanzada», aseguran.
«Por primera vez en muchas décadas, todos los obispos de China están en comunión con el obispo de Roma y, gracias a la implementación del Acuerdo, no habrá más órdenes ilegítimas», añade el artículo.
Se matiza también que en el acuerdo «se refiere exclusivamente a nombramiento de obispos» y no tiene ningún tipo de referencias políticas.
«Además, hay plena conciencia de que el diálogo entre la Santa Sede y la República Popular China favorece una búsqueda más fructífera del bien común en beneficio de toda la comunidad internacional», añaden.
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Quedan muchas situaciones de gran sufrimiento
Las relaciones diplomáticas entre China y el Vaticano son oficialmente inexistentes desde 1951 por la excomunión por parte de Pío XII de dos obispos designados por Pekín, a lo que las autoridades chinas respondieron con la expulsión del nuncio apostólico, que se asentó en la isla de Taiwán.
Por ello, China creó su propia Iglesia Patriótica Católica desde 1949, cuando Mao Zedong estableció en Pekín la República Popular China y los católicos romanos quedaron en la «clandestinidad», algo que este acuerdo ha eliminado, aunque aún se viven muchos problemas.
El secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, ya dijo que «se es consciente de la existencia de varios problemas sobre la vida de la Iglesia católica en China, pero también sobre la imposibilidad de afrontarlos todos juntos».
Se desvela que, con estas intenciones, el secretario de Relaciones con Estados Unidos, el arzobispo Paul Gallagher, se reunió con el consejero de Estado y Ministro de Relaciones Exteriores del República Popular de China, Wang Yi, el 14 de febrero de 2020, en Munich, al margen de la quincuagésimo sexta edición de la Conferencia de Seguridad.
«En esa ocasión, entonces, se renovó la voluntad de continuar el diálogo bilateral para favorecer la vida del Iglesia católica y el bien del pueblo chino. Además, se esperaba una mayor cooperación internacional con el fin de promover la convivencia civil y la paz en el mundo y se intercambiaron consideraciones sobre diálogo intercultural y derechos humanos», afirman.
Pero desde el Vaticano se señala que «debe reconocerse que quedan muchas situaciones de gran sufrimiento».
«La Santa Sede es muy consciente de esto y no deja de llamar la atención del Gobierno chino para favorecer un más fructífero ejercicio de la libertad religiosa. El camino aún es largo y no está exento de dificultades».