Caracas.- Miah Cerrillo, una sobreviviente de la masacre de la escuela primaria de Texas, se untó la sangre de una de sus amigas y se hizo la muerta para evitar que Salvador Ramos le disparara, como lo hizo con sus 19 compañeros y 2 maestras.
La pequeña, de 11 años, fue una de las pocas sobrevivientes de la matanza ocurrida el pasado 24 de mayo en el pueblo fronterizo de Uvalde, a 96 kilómetros de la frontera con México.
En una entrevista exclusiva con el canal CNN, la niña dio detalles sobre la escena de terror que vivió durante una hora dentro de su salón de clases, que era compartido por dos maestras: Eva Mireles e Irma García.
La pequeña testigo relató que antes de que el atacante entrara, ella y sus compañeros disfrutaban de la película Lilo y Stitch, pues ya estaban por terminar las actividades académicas.
Cuando se enteraron de que había un atacante dentro de las instalaciones de la escuela primaria, una de las maestras se acercó para cerrar la puerta, pero Salvador Ramos ya estaba ahí y logró entrar con un rifle AR-15.
Según el relato de Miah, Ramos hizo contacto visual con una de las maestras y dijo: «Buenas noches» y le disparó. Luego lo hizo en contra de la otra docente y siguió con sus otros compañeros.
Miah Cerrillo contó que el atacante le disparó a una de sus amigas cuando notó que había intentado llamar al 911. Cuando el joven pasó a un salón contiguo, ella escuchó muchos gritos y descargas del arma. «Después de que cesaron los disparos, él (Salvador Ramos) comenzó a poner música a todo volumen, música triste», afirmó.
La niña aprovechó que el atacante no la tenía a la vista para, junto a otro compañero, rescatar el teléfono de una de sus maestras y llamar a emergencias: «Por favor, ven… estamos en problemas», alcanzó a decir a un despachador.
Después de la llamada, la jovencita regresó junto al cuerpo de su amiga y sumergió sus manos en un charco de sangre. La untó sobre su camiseta, cerró sus ojos y se hizo la muerta.
Así se mantuvo hasta que los policías lograron ingresar. «Sentí que pasaron tres horas», dijo. A pesar de que Miah fue rescatada, ahora sufre ataques de pánico. Está en su casa, en Texas, junto a su familia, y actualmente se recupera de las heridas que le ocasionaron en su cuerpo los residuos de los casquillos de balas.
Su mamá relató que Miah Cerrillo estaba en el colegio para el momento de la masacre por pura casualidad, pues ese día había ido a retirarla porque tenía un dolor de oído. Sin embargo, tras llevarla al médico, la niña insistió para que su madre la dejara en la escuela. Dos horas antes de que llegara Salvador Ramos.
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