Caracas.- El dictador Hosni Mubarak, el hombre que gobernó con mano dura Egipto durante 30 años, falleció este martes, nueve años después de dejar el poder, entre las críticas de quienes consideran que no pagó por sus crímenes y el reconocimiento como «héroe de guerra» por parte del Gobierno.
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Tras años de juicios, acusaciones y períodos en prisión, Mubarak, para quien la Fiscalía llegó a pedir la pena capital en 2012 por la muerte de manifestantes durante la Primavera Árabe, falleció en un hospital a los 91 años, libre y reconocido por un Gobierno que actualmente se refirió a él como «héroe de guerra» y declaró tres días de duelo nacional.
Después de que a primera hora de la mañana comenzaran los rumores sobre la muerte del «faraón», una práctica que se había vuelto casi costumbre en los últimos años en Egipto, la televisión estatal confirmó al mediodía de este martes el fallecimiento del expresidente.
Uno de los dos hijos de Hosni Mubarak, Alaa, confirmó el deceso en un mensaje en las redes sociales acompañado de un video en el que se ven dos imágenes de Mubarak, una como presidente y otra de joven oficial del Ejército, y de fondo se oye uno de sus últimos discursos como jefe de Estado.
«En su tierra (de Egipto) moriré, y la historia me juzgará a mí y a los demás. Con y en contra de nosotros, la patria permanece y la gente se va. Egipto es inmortal», dice Mubarak en el corte de voz.
De forma muy distinta a como hace ocho meses moría el primer presidente de Egipto elegido democráticamente en las urnas en 2012, el islamista Mohamed Mursi -en una prisión, durante una vista judicial y en medio del silencio completo de los medios-, hoy periódicos y canales se hicieron amplio eco de la muerte del «faraón».
También reaccionó el Gobierno, que se refirió a Mubarak como «uno de los comandantes y héroes de la guerra gloriosa de octubre, quien asumió la comandancia de las Fuerzas Aéreas durante la guerra que recuperó la honra y dignidad de la nación árabe», en referencia a la guerra del Yom Kipur de 1973 contra Israel.
La comandancia de las Fuerzas Armadas se sumó a los elogios y condolencias «por la muerte de uno de sus hijos y uno de los comandantes de la guerra gloriosa de octubre» y transmitió «su sentido pésame a la familia y a los oficiales de las Fuerzas Armadas».
Mubarak había sido sometido en enero a una operación y permanecía hospitalizado afectado por dolencias en su aparato gastrointestinal, precisamente una de las primeras dolencias que esgrimieron sus abogados cuando el «rais» comenzó en 2011 su periplo por los tribunales.
Fue condenado a cadena perpetua en 2012 por la muerte de manifestantes durante las protestas que acabaran con su mandato entre enero y febrero del año anterior.
Apenas dos años después, el fallo fue revocado y se le declaró inocente por cuestiones formales. Finalmente, solo fue condenado en 2014 por irregularidades financieras a tres años de cárcel, que cumplió para después salir de la cárcel y vivir libre sus últimos años.
Una de los miembros fundadores del Centro Al Nadim de asistencia a las víctimas de la tortura, Aida Seif al Daula, destacó a Efe que Mubarak no fue juzgado nunca por las víctimas que murieron antes de la revolución, durante sus 30 años de dictadura.
«La tortura fue la política de Estado en la época de Mubarak y fue un método organizado en las cárceles y a manos de la Policía», aseguró la mujer, que lleva décadas luchando por ofrecer asistencia psicológica y apoyo legal a las víctimas.
«Mubarak no merece honores ni ser declarado inocente, porque no fue juzgado de verdad», agregó, considerando que no podía tener lugar un juicio justo en «este régimen que se prolonga desde su época hasta la actualidad».
El director de la ONG Red Árabe para la Información de Derechos Humanos (Anhri), Gamal Eid, denunció, a través de Twitter, el tratamiento que el Gobierno ha dado al difunto presidente.
«Mubarak fue juzgado y condenado por corrupción, no merece un funeral oficial, ni pensión, ni honores», escribió.
Pero no por ello Eid dejó de destacar la importancia del día para Egipto.
«Me siento como un ciudadano rumano cuando murió (Nicolae) Ceausescu y como un chileno cuando murió (Augusto) Pinochet», sentenció.