El canciller mexicano, Marcelo Ebrard, aseguró este martes que una intervención militar en Venezuela sería «un gran error» y aseguró que el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador no tiene nada que ver con el de Nicolás Maduro, pese a que ambos son de izquierda.
«Tenemos una opinión diferente de la intervención militar, que sería un gran error; o la de que aquellos que esperan que el régimen vaya a ser derrotado a través de sanciones o esperar a que se divida al Gobierno de Maduro», afirmó Ebrard en su participación en la Conferencia de las Américas, que se celebra anualmente en el Departamento de Estado de Washington.
El titular de Exteriores salía así al paso de las críticas acerca de la postura neutral de México respecto a Venezuela.
Ebrard insistió en que México sí cuenta con una visión definida, pero que es diferente, y recordó que cuenta «con un mandato constitucional de no intervención».
«Es mucho más sensato (…) organizar un diálogo, imperativo internacional para que ambas partes tengan que escucharse», aseguró.
El canciller indicó que ha comunicado su postura de manera explícita al Gobierno del presidente estadounidense, Donald Trump.
Sus palabras contrastan con las pronunciadas en el mismo foro por el vicepresidente estadounidense, Mike Pence, quien advirtió que no puede haber «espectadores» e instó a los países del continente a respaldar al pueblo venezolano «a la vez que se levanta para restaurar la libertad».
Ebrard quiso marcar distancias respecto al que calificó como «régimen de Maduro», pese a proceder ambos del ala política izquierdista: «Somos de izquierda, pero democrática y que respeta los derechos humanos, no tenemos nada que ver», subrayó.
La crisis en Venezuela se agudizó en enero pasado después de que el líder opositor Juan Guaidó, jefe de la Asamblea Nacional (AN), fue juramentado presidente interino de Venezuela, al considerar que el segundo mandato de Maduro es ilegítimo por haber obtenido la reelección en unos comicios tachados de fraudulentos.
Tras la proclamación de Guaidó, que fue reconocido por más de medio centenar de países, el Gobierno mexicano se desmarcó de la mayoría de países americanos y apostó por una posición neutral ante la crisis venezolana, pidiendo una solución política al conflicto.
En la práctica, esto implicó mantener el reconocimiento de la Presidencia de Nicolás Maduro al frente de Venezuela.