Caracas.- Si Hosni Mubarak hubiera muerto poco después de la revolución que en 2011 acabó con su su dictadura, pocos habrían llorado por él. Pero nueve años después y tras el paso del nonagenario «faraón» por los tribunales y el hospital, su imagen ha quedado blanqueada y su legado descafeinado frente a la actual represión del Gobierno del también general Abdelfatah al Sisi.
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Víctimas y defensores de derechos humanos egipcios creen que el expresidente se fue sin rendir cuentas ante la justicia, ya que fue absuelto por su implicación en la muerte de manifestantes durante la revuelta popular de 2011 y sólo fue condenado a tres años de cárcel por malversación de fondos públicos.
Jamás fue juzgado por otros crímenes que se le atribuyeron durante su mandato de 30 años (1981-2011), en los que gobernó con la ley de emergencia en la mano, limitando derechos y libertades básicas, y en los que los abusos policiales y de poder se convirtieron en la norma.
Despedida con honores
Las autoridades han despedido a Mubarak con un funeral militar, como antiguo comandante de las Fuerzas del Aire y «héroe» de la guerra de 1973 contra Israel, tal y como la Presidencia egipcia, el Ejército, la Liga Árabe y muchos otros le han recordado tras su fallecimiento este martes.
Al Sisi incluso encabezó el cortejo fúnebre del dictador, junto a sus hijos, Alaa y Gamal, que hace apenas cuatro días fueron absueltos en un caso relacionado con irregularidades en la Bolsa y ya no tienen ninguna cuenta pendiente con la Justicia.
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Para el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Americana en El Cairo (AUC), Ibrahim Awad, el tratamiento que se le está dando a Mubarak tiene varias lecturas.
Por un lado puede ser una forma de «desacreditar la revolución de 2011»; por otra parte, refleja el gran peso que tiene el Ejército ahora mismo en Egipto y en ese sentido Mubarak fue un oficial y jefe militar en la guerra de 1973, al que «hay que reconocerle sus logros».
En su opinión, «el régimen puede haberse transformado pero es el mismo» que dejó Mubarak cuando fue forzado a dimitir y entregó el poder a las Fuerzas Armadas el 11 d febrero de 2011, tras 18 días de masivas protestas en las calles.
Comparaciones odiosas
«Vivimos una expresión distinta, de mano más dura, del régimen de Mubarak», afirmó Awad.
Las organizaciones de derechos humanos locales e internacionales vienen denunciando en los últimos años que la represión bajo el mandato de Al Sisi es más brutal y extendida que en la época del «faraón».
«Hoy Egipto sigue estando gobernado por un presidente procedente del Ejército que supervisa una crisis de derechos humanos sin precedentes, con las mismas violaciones atroces, en muchos casos incluso a mayor escala», afirmó la organización Amnistía Internacional en un comunicado.
Tanto los nostálgicos de Mubarak como sus críticos no pueden evitar compararlo con el actual mandatario y afirmar que los tiempos pasados fueron mejores, ya sea por la coyuntura económica de aquella época o por haber gozado de más libertades públicas y políticas, sobre todo en los últimos años del «faraón».
Según Awad, los egipcios de a pie «ven que su nivel de vida era mejor» pero «las dificultades que viven ahora se deben en gran parte a la parálisis del sistema de Mubarak, que no hizo los cambios necesarios para corregir las desigualdades» económicas y sociales.
La revolución es un recuerdo lejano
Al grito de «pan, libertad y justicia social» los egipcios acabaron con Mubarak, pero al día de hoy no han logrado aún sus reivindicaciones.
En el fervor que siguió a la revuelta las autoridades abrieron varios casos contra el derrocado presidente, que incluso llegó a ser condenado a cadena perpetua en 2012 por la represión violenta de las protestas.
Finalmente, fue absuelto en ese caso y quedó el libertad en 2017, después de haber estado bajo arresto unos seis años, pero la imagen del anciano llevado al tribunal en camilla y sus prolongadas estancias en el hospital hicieron que una parte de la población egipcia sintiera pena por él y, con el paso del tiempo, el odio y el rencor hacia su persona se han diluido.
«Si hubiera muerto en 2011 o 2012, o 2013, hubiera sido diferente. Había más animosidad» contra Mubarak en las calles de Egipto, recordó Awad.
Incluso quien convocó las primeras manifestaciones contra Mubarak el 25 de enero de 2011, Wael Ghonim, ha sido piadoso con el dictador que desde el anonimato de Facebook ayudó a derrocar.
El activista que fue detenido y torturado durante la revolución egipcia afirmó a través de Twitter que el expresidente «acertó mucho y se equivocó mucho, y sufrió mucho daño al final de su vida», por lo que sentenció que «la historia le juzgará».