Felipe VI recordó este miércoles ante el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, que España llevó a Cuba la concepción de los derechos humanos universales, defendió su respeto y subrayó que es el propio pueblo cubano el que debe decidir sobre su futuro, porque «los cambios en un país no pueden ser impuestos».
El rey de España trasladó ese mensaje en su intervención en la cena que ofreció al presidente de Cuba, que estuvo acompañado por su esposa, Lis Cuesta, con motivo de la visita de Estado que realiza a la isla junto a la reina Letizia.
Resaltó el monarca que es necesaria la existencia de instituciones que representen a todos los ciudadanos y que éstos puedan expresar por sí mismos sus preferencias y encontrar en ellas «el adecuado respeto a la integridad de sus derechos, incluyendo la capacidad de expresar libremente sus ideas, la libertad de asociación o la de reunión».
En esa línea, recalcó que una lección segura que se extrae de la historia es que la evolución, la adaptación y el cambio son inevitables.
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«Nada queda congelado en el tiempo y quien se resiste a su paso pierde la oportunidad de colaborar en el diseño de ese futuro que ya está naciendo o, más aún, que ya está aquí», añadió.
Fue entonces cuando defendió que el futuro del pueblo cubano deben dilucidarlo los mismos ciudadanos.
«Los cambios -precisó- no pueden ser impuestos, tienen que nacer de dinámicas internas. Pero de la misma manera que no puede tener éxito un cambio que no emane del interior de las fuerzas sociales y políticas de un país, es igualmente cierto que el cambio no traerá consenso y bienestar si no representa la voluntad de la ciudadanía».
Felipe VI ofreció a Díaz-Canel la experiencia española para el proceso de cambio en el que está inmerso su país y destacó lo que supuso para España su vigente Constitución de 1978 y que, dijo, se fundamentó en el pacto, la negociación, el consenso y la reconciliación.