Caracas.- El príncipe Felipe, duque de Edimburgo, fallecido este viernes 9 de abril a los 99 años, ha acompañado como esposo a la reina Isabel II durante más de siete décadas, una larga convivencia en la que el protocolo le mantuvo siempre unos pasos por detrás la soberana británica.
Conocido por su particular sentido del humor y su fuerte carácter, Felipe de Mountbatten, nacido con el título de príncipe de Grecia y Dinamarca, ha sido el consorte más longevo en la historia de la monarquía británica.
Se retiró de la vida pública en 2017, pero continuaba participando en eventos familiares y acaparando atención en los medios por sus recurrentes problemas de salud y por embrollos como el accidente de tráfico que sufrió en 2019, cuando con 97 años conducía un todoterreno en las inmediaciones de su residencia campestre de Sandringham.
Sus dolencias y visitas médicas se multiplicaron en el último decenio. En 2011 se sometió a una operación coronaria de urgencia y en 2013 a una cirugía «exploratoria» del abdomen de la que no se conocieron detalles.
El pasado 16 de marzo, recibió el alta médica tras haber permanecido ingresado durante veintiocho días en dos hospitales de Londres, donde fue operado de una afección cardíaca.
Adaptación a la familia real
Tras haber servido en la Marina británica (Royal Navy) durante la Segunda Guerra Mundial, Felipe se casó el 20 de noviembre de 1947 con la entonces princesa Isabel, su prima tercera, que seis años después sucedería a su padre, Jorge VI, en el trono del Reino Unido.
Al mismo tiempo, continuó cultivando algunas de sus pasiones, como el polo, la conducción y la navegación.
Fue el primer miembro de la familia real que hizo despegar un helicóptero desde los jardines del Palacio de Buckingham, después de que su esposa intercediera ante altos funcionarios del Gobierno para que Felipe recibiera permiso para formarse como piloto, una actividad que se había considerado demasiado arriesgada.
Huida y exilio
Felipe de Edimburgo, hijo del príncipe Andrés de Grecia y la princesa Alicia de Battenberg, nació en la isla de Corfú el 10 de junio de 1921, aunque abandonó el país heleno con tan solo 18 meses de edad ante la inestabilidad política que llevó a la abdicación de su tío, el rey Constantino I de Grecia.
Gracias a la intermediación del entonces monarca británico Jorge V, la familia real griega abandonó el país a bordo de un barco de la Armada británica, donde el pequeño príncipe tuvo que viajar en una cuna fabricada con una caja de naranjas.
Durante los años de exilio en París, su familia vivió con recursos limitados, a diferencia de la suntuosidad de la corte y los tutores privados que rodeaban a la princesa Isabel, su futura esposa.
Cuando se presentó con 25 años ante Jorge VI para pedir la mano de la princesa, Felipe era un pretendiente discutido por su origen extranjero y por su empobrecida familia.