Montevideo.- La región latinoamericana está al rojo vivo entre protestas, acusaciones de golpe de Estado, militares en las calles y crisis económica; sin embargo, Uruguay parece ser la luz al final del túnel, con un nivel de estabilidad que hace que el próximo presidente electo no deba enfrentar un estallido social.
Cabe preguntarse con qué país se encontrará el próximo mandatario, que estará entre el frenteamplista Daniel Martínez (izquierda) o el nacionalista Luis Lacalle Pou (centroderecha), pues deberá medirse a un complejo panorama regional, una guerra comercial entre Estados Unidos y China y una situación económica local más endeble que en años anteriores.
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La economía
Uruguay, que lleva 15 años de crecimiento económico sostenido, se ve en las puertas de una etapa económica compleja, en la que el déficit fiscal, el valor del dólar y la situación del desempleo jugarán un rol clave en el próximo quinquenio.
La gerente senior del Departamento de Asesoramiento Económico Financiero en Deloitte Uruguay, Florencia Carriquiry, explica que el próximo presidente del país suramericano va a encontrar «una economía estancada».
Para la experta, 2020 comenzará con un buen impulso debido a que se pondrá en marcha la inversión de la segunda planta de pasta de celulosa de la empresa finlandesa UPM —la tercera de este tipo en el país—, pero no se prevé un crecimiento relevante más allá de ello.
«Según nuestras estimaciones vamos a cerrar este año con un déficit fiscal probablemente arriba del 5% del PIB, con lo cual ahí va a estar uno de los grandes desafíos del gobierno que asuma en marzo: cómo encauzar una mejora de estas cifras fiscales», detalla Carriquiry.
La gerente considera que la situación fiscal es la que debe afrontarse más rápidamente en el primer año de gobierno, para marcar una estrategia «creíble».
Crisis regional
Durante el debate televisado que protagonizaron ambos candidatos el 13 de noviembre, Lacalle Pou reconoció que Uruguay está inmerso en «una región convulsionada».
No obstante, a su entender esto representa «una gran oportunidad», debido a que puede generar que su país se sitúe ante el mundo como una nación estable en la que se puede confiar. Pese a esto, la experta subraya que «para ningún país latinoamericano» es conveniente que la región tenga tantos sobresaltos políticos y sociales.
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Si gana la derecha ¿habrá estallido social?
Tras 15 años de Gobierno del Frente Amplio (FA), hay una alta probabilidad de que retornen al Ejecutivo los partidos de derecha por medio de una «coalición multicolor» encabezada por el Partido Nacional (PN).
Los estallidos sociales ocurridos en Chile, Ecuador o Bolivia son solo algunos de los ejemplos que han afectado al continente en los últimos tiempos.
Consultado al respecto, el presidente de la central sindical de Uruguay, el PIT-CNT, Fernando Pereira, argumenta a que Uruguay tiene un diferencial y es que los actores políticos saben que viven «en una casa común» y tienen la tarea de cuidarla entre todos.
«Si uno mira a América Latina, es un país que tiene conflictividad, pero normal; además, los conflictos se resuelven por la vía del diálogo el 100% de ellos», expresa. Para el sindicalista, el próximo presidente se va a encontrar con un país diferente al que había en 2004 —año en que asumió el gobierno el FA— ya que hay al menos 240.000 empleos más.
«Se va a encontrar con un marco normativo que es el más importante de América Latina, porque tiene ley de negociación colectiva del sector privado y público, libertad sindical, responsabilidad penal empresarial, un conjunto de normas laborales que son pioneras en toda América Latina», afirma.
Si bien Pereira confía en que Lacalle Pou y Martínez están abiertos a escuchar los reclamos del sindicato, considera que el problema es que el candidato del PN «no gobierna solo» e integra una coalición que mostró «posiciones muy hostiles» respecto al movimiento sindical y la negociación colectiva.
«Aspiro a que no, pero obviamente si las medidas que asume el Gobierno van a dañar el entretejido social, va a haber conflictividad. Hay una diferencia de que acá la conflictividad, en el caso de existir, la va a liderar el movimiento sindical y hay que liderarla con responsabilidad», añade.
La central sindical pretende evitar que el ajuste fiscal lo terminen pagando los más desprotegidos de la sociedad.
«Uruguay es el país de América Latina que tiene los mejores índices sociales, pero hay que seguir profundizándolos. No es el desastre que se pinta; el Uruguay actual con el que se va a encontrar el futuro gobierno nada tiene que ver con el Uruguay de 2004», concluye.
EFE