Manifestantes, con velas y pancartas en mano, se sumaron este viernes a una vigilia colectiva en distintos puntos de EE. UU. y de varios países para pedir al Gobierno del presidente Donald Trump el cierre de los centros de detención de inmigrantes, que los organizadores califican como campos de concentración.
En Washington, centenares de personas se concentraron en Lafayette Square, una plaza a escasos pasos de la Casa Blanca, en respuesta a una convocatoria que tenía como otros puntos claves El Paso (Texas), Miami, San Diego (California) y Nueva York.
«Clases, no jaulas», coreaban los manifestantes, entre los que se contaban activistas, maestros, inmigrantes, religiosos y la congresista demócrata Norma Torres, nacida en Guatemala.
«Todos aquí somos americanos, todos aquí vinimos a buscar un futuro mejor y no es criminal venir aquí a pedir asilo», dijo en español Torres al dirigirse a los asistentes.
Ya en breves declaraciones a la prensa, Torres aseguró que los responsables de las muertes en la frontera con México son los «presidentes de los países del Triángulo Norte» y la Administración estadounidense, a la que señaló de estar «incriminando el simple pedido de asilo».
«Los niños no deberían estar en jaulas», «La separación de familias centroamericanas es un crimen contra la humanidad», «Cierren los campos de concentración», «Los niños no son criminales», se leía en pancartas variopintas.
Ingrid, una mujer que llegó hace seis meses a EE. UU. acompañada de sus pequeños de cuatro y seis años de edad, narró cómo lo arriesgó todo para entrar a este país procedente de Honduras.
Dirigiéndose al presidente de EE. UU., Donald Trump, esta mujer aseguró que «si tiene hijos y esposa, que tenga un poquito de corazón, de conciencia», para entender que «uno no viene a hacer maldades a este país», sino por «un futuro» para sus hijos.
Gerson Quinteros, un joven salvadoreño que a los nueve años de edad estuvo en un centro para inmigrantes a la espera de reunirse con su madre, a quien para ese entonces no veía desde hacía un año y medio, relató su experiencia en ese lugar y su llanto de terror.
«Me gradué de la universidad de Distrito de Columbia en Ciencias de la Computación y eso creo que no lo habría logrado en El Salvador», comentó Quinteros a EFE, al admitir que su vida cambió tras llegar a Estados Unidos.
Los asistentes rechazaron además la amenaza de redadas, que comenzarían desde el próximo domingo en nueve ciudades del país, según confirmó este viernes el propio Trump.
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«Estamos preparándonos para esto; estamos educando a nuestra comunidad», dijo a EFE Gustavo Torres, director de la organización latina y proinmigrante CASA de Maryland.
«Estamos demandando que pare ya mismo esta injusticia, esta humillación, este maltrato en contra de nuestras familias», agregó Torres, quien estimó que «hay 52.000 familias detenidas, y de ellas 15.000 niños y niñas están detenidos».
Los organizadores estimaron que la protesta en Washington congregó a cerca de 2.500 personas y destacaron que se replicó en otros puntos de Estados Unidos, además de países como México, Australia y Costa Rica, según la página web de la convocatoria.
Los centros de detención de inmigrantes están bajo el escrutinio público después de difundirse informes independientes y del propio Gobierno que advierten de hacinamiento y condiciones insalubres.
Este viernes, el vicepresidente de EE. UU., Mike Pence, recorrió el centro de detención Donna, cerca de la localidad McAllen (Texas) para mostrar ante las cámaras las condiciones del lugar.
Hace diez días, la Oficina del Inspector General del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) reconoció, tras una visita realizada en junio, hacinamiento extremo, estancias largas y riesgos para la salud en los centros de la Patrulla Fronteriza en el sur de Texas.
También hoy, en una audiencia ante el Comité de Supervisión de la Cámara Baja, Elora Mukherjee, abogada de la Universidad de Columbia y quien visitó hace unas semanas el centro de detención de Clint (Texas), relató que los menores recluidos en el lugar vivían con miedo a los guardias, dormían poco y no tenían acceso a jabón.
Mukherjee acudió ante los mismos congresistas que el pasado miércoles escucharon el testimonio de una madre guatemalteca cuya pequeña de 19 meses falleció en mayo pasado después de enfermar mientras estaba recluida junto a ella en un centro de detención.
EFE